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Elecciones en Chile, en política y amores hay que estar atentos a los cambios. Por Gustavo Gac-Artigas

En política y amores
decir No es barbaridad,
el sí es tanto más bonito
y tiene elasticidad.
Si alguien me propone alguna cosa
Yo le digo siempre sí
En toda mi vida y experiencia
Yo no digo No jamás
Pero cuando quedo solo
Hago lo que me conviene más
(de la Pérgola de las Flores de Isidora Aguirre y Francisco Flores del Campo)

Extremófilos, se dice de los micro y macro organismos capaces de resistir condiciones extremas en las cuales la vida humana no sobreviviría.

Como extremófila se podría calificar a la democracia chilena por lo que ha sido capaz de sobrevivir a las condiciones extremas del mercado, a los cantos de sirena populistas, a promesas no cumplidas, a la evolución de una sociedad que cambió sus parámetros dejando de lado moribundas viejas políticas, políticos y politiqueros.

Incluso durante la dictadura la extremófila democracia chilena sobrevivió, se escondió en las cocinas, en las manos que acariciaban el fruto intentando no transmitir el miedo y la angustia, en el fondo de los calabozos e incluso en las salas de tortura. Se escondió en el fondo del mar o en desconocidas y secas tumbas en el desierto, o en húmedas tumbas en el suelo del sur de Chile para, irresistible, extremófila, salir a la luz y nuevamente volver a caminar por sobre la faz de nuestro lejano país.

Sobrevivió en un continente en el cual la democracia moría en las manos de autócratas que sedientos de poder y embriagados de dinero clamaban la igualdad y la justicia social para evaporar los sueños y quitar la sabia a la democracia creando condiciones extremas para destruirla.

En Chile la democracia sobrevive, una vez más el poder se alterna, y ello es señal de vida en un continente en el cual los gobernantes se aferran al poder. Unos clamarán –triunfamos–, y alternancia no significa triunfo; otros rasgarán vestiduras y se proclamarán defensores de la democracia y de las conquistas, portavoces de una sociedad que envejece en las ideas y en la cual la democracia chilena dejó de reconocerse.

Triunfadores y vencidos clamarán que son ellos los representantes del anhelo popular, los destinados a nuevamente señalar el rumbo: –crearemos nuevas alianzas, inclusivas esta vez. –Tendremos más peso en las decisiones –dicen los otros; nuestra voz es la elegida por el pueblo. –Somos la verdad –claman, la verdad y la razón, la verdad es que yo no perdí, fueron los otros, nosotros somos la bisagra a una nueva alianza–, la bisagra, aquella que se dobla servilmente. –Hoy no, mañana quizás–, dicen las corrientes cortejadas pensando en secreto, –quizás aparezca un mejor pretendiente.

La verdad es que la verdad se crea fuera de sus discursos, y la verdad absoluta no existe.

Y paso a paso, sin que nos diéramos cuenta, el hombre se levantó, uno a uno, y la masa dejó de ser masa, y el sueño explotó en miles de gotas que en situaciones extremas pueden evaporarse, pero no desaparecer y tras las últimas elecciones todos los gurúes del poder perdieron al descorrerse el velo del templo de la democracia mostrando una nueva realidad de todos ellos desconocida, y lo desconocido produce miedo.

Surgió un nuevo individuo, un grito del individualismo que puede crear las condiciones extremas en que incluso la extremófila democracia pierda su capacidad de sobrevivir y tenga una vez más que esconderse, pero esta vez en el pensamiento que sobrevuela el oro. Espero que no aterrice aplastando al otro, al que está a su lado, al que comienza a entender que no es masa, pero que sus derechos son los derechos de todos.

Y en política y amores decir No es una necesidad, si no se está atento a los cambios, se desaparece.

Gustavo Gac-Artigas, escritor y director de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Su más reciente novela: Y todos éramos actores, un siglo de luz y sombra fue traducida al inglés bajo el título And All of Us Were Actors, A Century of Light and Shadow por A. G. Labinger.

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