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Elecciones en Chile: una nueva fase de la crisis. Por Ángel Saldomando

Un aire de primavera al inicio del invierno se ha colado en el país. El lento deshielo, del modelo social heredado de la dictadura, inició en torno a 2010 con un aumento de la conflictividad social en todos los ámbitos, pero el sostén político del modelo ha terminado por desfondarse recién ahora. La revuelta de octubre 2019, gatilló el acuerdo político “Por la paz y una nueva constitución” hecho in extremis por las fuerzas parlamentarias, para encontrar una salida frente a un gobierno que se caía con un país ingobernable. Aunque acotaron el proceso, con letra chica, para controlar su potencial, entregaron lastre pesado. Se abrieron a una consulta ciudadana por un cambio de constitución con un plebiscito, que luego aprobó mayoritariamente el cambio con 80% a favor. Otra brecha mayor en la línea de flotación del modelo agregó la elección de una convención constitucional (CC) de 155 miembros, igual que el congreso, para elaborar la nueva carta marga.

Esto se agregó en el calendario electoral del 2021, postergado por pandemia al 15 y 16 de mayo y que incluía elección de gobernadores, alcaldes y concejales municipales. En noviembre de este año, por su parte, tendrá lugar la elección presidencial, parlamentaria y consejos regionales. Este año electoral se convirtió en una interrogante crítica sobre si podría canalizar el cambio, bloquearlo o simplemente naufragar. Expectativas había en los tres escenarios. Pero los tres compartían un solo pronóstico común, la participación podría no ser muy elevada, dado que el plebiscito apenas llegó al 50%.

Las listas salidas de la movilización social, de los partidos fuera del pacto cupular parlamentario, pensaban que pese a ello podrían romper el cerco de los partidos tradicionales (centro izquierda y derecha) que filtraban las demandas salidas de octubre y romper el tercio de bloqueo (52 votos) que se suponía obtendría la derecha en la CC. El resto de niveles institucionales eran una nebulosa indecisa, tanto la atención la concentraba la CC. Los partidarios del bloqueo, pensaban que la abstención, siempre había jugado por ellos, votan más los sectores conservadores que populares, obtendrían el tercio en la CC y que, pese al descredito del gobierno Piñera que los representa, salvarían los muebles. La centro- izquierda, en realidad social-liberal, que administró el modelo dictatorial subordinándose a el con pingues beneficios, hizo lo posible por identificarse con el estallido y las demandas sociales que ignoró por décadas, esperaba también salvar los muebles. Por último, si la abstención era altísima y con poca representación política de la nueva situación, simplemente la salida política se volvía un cascarón vacío. Los resultados salidos de este primer macro evento electoral han sido de tal naturaleza que para unos ha generado un relato épico al estilo “se abrieron las alamedas”. Otros señalan el cierre de la interminable transición de la dictadura a una democracia abierta no controlada y otros señalan el posible cambio del modelo neoliberal. Lo mínimo es que esto abre, al menos, el entierro de la constitución de la dictadura. En el otro lado, el conservador, en el gobierno, en los grupos económicos, se vive como un fin de época o de mundo si se exagera un poco, y preparan la resistencia. Pero como en todo sismo, esto es cultura local, hay que esperar que se asiente el polvo para ver que pasó realmente. Hay que analizar qué pasa con las tendencias de fondo y que escenarios se abren, las cuentas alegres no ayudan y se requiere de paños fríos.

La tendencia de fondo, el rechazo del modelo social actual se confirmó por los resultados del plebiscito y con la CC. Es lo único cierto. Con el 43.35% de participación, menos que en el plebiscito (50.95%), los escenarios conservadores no funcionaron, por primera vez. Sorprendentemente, la abstención y la fragmentación electoral favoreció a las minorías activas que obtuvieron resultados espectaculares. La movilización territorial concentrada surtió efecto contra los medios publicitarios y financieros de los más pudientes. De hecho, figuras conspicuas de la derecha y de los social-liberales quedaron fuera, sólo se salvaron algunos en los distritos más conservadores. La CC quedó conformada mitad hombres y mujeres. con 48 escaños de Independientes, 37 de la derecha Chile Vamos, 28 de Aprueba Dignidad (frente amplio, partido comunista). 25 lista apruebo (ex concertación y 17 para los pueblos originarios. A nivel de municipios también hubo una reconfiguración, aunque los partidos tradicionales conservaron algunas posiciones, tuvieron un retroceso histórico. Aún falta la elección de gobernadores, 13 regiones quedaron en segunda vuelta al 13 de junio y solo una fue confirmada en primera vuelta; la de Valparaíso, ganada por una fuerza emergente basada en el movimiento por la defensa del agua. La imagen impacta, además, porqué los triunfos logrados por los sectores independientes y por fuera del pacto cupular son victorias en sitios emblemáticos, el corazón de Santiago, Valparaíso, Viña del mar, conservaron municipios e incorporaron otros. En términos de votos hubo sin duda una redistribución en el marco de la abstención, Pero nadie puede cantar una victoria definitiva en términos proporcionales. En concejales la derecha obtuvo, 22.78% en alcaldes 26.02% y en CC 20.56% de los votos. Las fuerzas que irrumpen independientes 28.58% en alcaldes y 105 electos y en CC 48 escaños, por ejemplo. Otra fuerza como el Frente Amplio 7.8% en alcaldes y 5.99% en la CC, aunque en alianza obtuvieron el 18.44% con 28 escaños en ella. Y pese a los sonados triunfos del Partido Comunista en ciertos municipios emblemáticos la situación es similar. Las fuerzas emergentes, social-liberales y las conservadoras al final de la cuenta salen electas con pocos votos, lo que introduce una duda sobre la profundidad de la representación es un país calado por el escepticismo y la desconfianza. Conclusión: a nadie le alcanza, sin alianzas las presidenciales y parlamentarias son muy inciertas, más aún por el nivel de abstención y el estado de pandemia para las próximas elecciones. Queda por saber quiénes tienen reservas de votos para movilizar, en lo que se viene. En el horizonte queda el plebiscito que aprobará o no la nueva constitución en 2022.

Además, en el contexto de reconfiguración los independientes son un conglomerado vario pinto que deberá decantarse, hay en las listas de derecha, de los social-liberales, y en las de los emergentes. En las fronteras gelatinosas de los partidos en debacle no está claro todavía que sean sustituidos por un bloque con un proyecto claro y consistente en la CC. El cohecho, la cooptación y las prebendas pueden jugar a fondo para dirimir votaciones en la CC, si se vuelve gelatinosa. Más aún si ella debe lidiar con un gobierno y un parlamento en paralelo, con una correlación de fuerzas que es una incógnita mayor. Una coincidencia en los tres ámbitos institucionales con un proyecto común sin duda empujaría el proceso. Sin embargo, el resquebrajado escenario político presiona por una reconfiguración donde los bloques pro y anti modelo deberán reagrupar fuerzas y configurar nuevas identidades, también es probable que algunos partidos y coaliciones se rompan, es prematuro apostar por cambios muy drásticos. El resultado de este primer round electoral, post estallido, ha replanteado el escenario permitiendo le emergencia política del malestar y de las reivindicaciones, queda por ver si se configurarán actores a escala y profundidad de la crisis.

Algunos han aparecido, otros se están formando, aquellos no llegaron a representar lo suficiente. Otros aspectos han quedado en evidencia, la irrupción del feminismo y el considerable rejuvenecimiento de las fuerzas emergentes, por debajo de los 40 años. El malestar y las reivindicaciones tendrán que encontrar una coherencia que sea un proyecto de país y de gobierno en pocos meses, y a mediano plazo la consistencia de una fuerza social organizada. La parte de la sociedad que busca un nuevo país y la política tienen un largo y accidentado camino para encontrarse y ser mayoría.

Es una nueva etapa que comenzó y en una situación inédita cada día tiene su afán.

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