A punta de líderes carismáticos y promesas de soluciones simples a problemas complejos, una nueva ola de populismos de derecha se abre paso en América Latina. Aunque sus discursos a menudo se centran en la lucha contra la corrupción, la élites políticas y la inseguridad, la realidad es que estos movimientos han erosionado los fundamentos democráticos de sus sociedades.
El ascenso de los populismos de derecha en la región, encabezados por figuras como Jair Bolsonaro en Brasil, Nayib Bukele en El Salvador, Javier Milei en Argentina o José Antonio Kast en Chile, se caracterizan por una retórica simplista y emotiva, que apela al miedo y a las frustraciones sociales, y se ayuda de la manipulación de la información y de la expansión mediática.
En un continente diverso como América Latina, el surgimiento del populismo de derecha revela una compleja red de insatisfacción social, inestabilidad económica y desconfianza en la política tradicional. Sin embargo, estos líderes, al tiempo que prometen rescatar a sus naciones, exacerban temores e inquietudes, incitan la división social, alientan perspectivas autoritarias, ahondan la polarización, y debilitan la confianza y la cohesión social.
Los populismos de derecha utilizan el miedo para movilizar a sus bases. Les hablan de amenazas externas, como el comunismo, “ideologías de género”, el feminismo, la inmigración, y todo aquello que podría poner en peligro su seguridad y su forma de vida. Esta retórica del miedo es especialmente eficaz en tiempos de incertidumbres, con poblaciones vulnerables y en búsqueda de estabilidad.
El desprecio y la hostilidad es otra característica de los populismos de derecha. Estos movimientos suelen atacar a migrantes, grupos étnicos o LGBTIQ+. Sus discursos de odio alimentan el racismo, la xenofobia y la discriminación.
Los populismos de derecha privilegian la manipulación y la propagación de la información para el control de la opinión pública. Difunden noticias falsas y desinformación para desacreditar a sus oponentes y promover sus propias agendas.
América Latina enfrenta una encrucijada. La región debe optar entre abrazar la justicia social, la equidad e inclusión, el respeto y la cooperación, o ceder ante los populismos de derecha y su cortejo de exclusión, intolerancia y divisionismo.
Es crucial que las ciudadanías de América Latina sean conscientes de los peligros que entrañan los populismos de derecha. Es nuestra tarea denunciar la retórica del miedo, el odio y la mentira, y defender los valores democráticos y los derechos humanos. Solo así podremos abordar los complejos desafíos del presente con determinación y construir un futuro justo, de paz y sostenible.
Eduardo Leiva Pinto, académico, Universidad Bernardo O’Higgins.