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En respuesta a la columna de Leslie Rauld: No hay esperanza en el Estado, sólo en el pueblo organizado

Por Nekro

Leslie Rauld Olave, en su artículo publicado en Le Monde Diplomatique, nos interpela con honestidad y claridad. Su llamado a reconstruir el papel del Estado como garantía de derechos sociales es un grito necesario, en medio del desierto neoliberal donde todo se privatiza, se mercantiliza, se convierte en objeto de lucro. Coincidimos en el diagnóstico: el Estado ha sido reducido a un administrador dócil del capital, una oficina de licitaciones disfrazada de gobierno democrático. Y sí, debemos romper con esa normalidad infame.

Pero diferimos, con toda la radicalidad que este tiempo exige, en la esperanza depositada en el Estado como vehículo de emancipación. No hay, ni habrá, posibilidad de transformación real si seguimos creyendo que la estructura misma que garantiza la dominación pueda ser convertida en su antítesis.

Porque el Estado no es una víctima del neoliberalismo: es su principal cómplice y administrador. El Estado no ha sido sólo testigo del despojo, ha sido su arquitecto. Reformas laborales, AFP, privatización del agua, concesiones mineras, represión sistemática… nada de eso se hizo al margen del Estado. Se hizo con su firma, su ejército, su policía, su Congreso. Y aun cuando el discurso progresista se sienta en La Moneda, la lógica estructural del Estado permanece intacta: mantener el orden, proteger la propiedad privada, asegurar la gobernabilidad.

¿Cómo podemos confiar en un aparato que ha sido durante décadas el brazo ejecutor del capital? Leslie Rauld nos pide que veamos al Estado más allá de las trincheras partidistas, desde una ética política. Aceptamos el desafío. Y desde esa ética, afirmamos sin rodeos: el Estado está diseñado para que manden los de siempre, aunque gobiernen rostros nuevos. No importa si es un tecnócrata de Chicago o un profesor de izquierda; si no se quiebran los mismos pilares del orden institucional, todo intento de transformación será absorbido, neutralizado, o aplastado.

La soberanía no está en La Moneda. Está en los directorios empresariales, en los organismos financieros internacionales. Los gobiernos administran; las corporaciones mandan.

Rauld habla de recuperar el sentido de lo público. Es una consigna valiosa, pero insuficiente. Porque “lo público” puede ser capturado, burocratizado, vaciado. No basta con hospitales públicos si siguen bajo lógicas de eficiencia empresarial. No basta con universidades públicas si son gestionadas como empresas. Debemos ir más allá de lo público: hacia lo común, hacia una gestión directa y comunitaria de los recursos, de la producción, de los territorios.

Lo común no espera la firma de un decreto. Se construye desde abajo, en la autogestión barrial, en los centros sociales, en la toma de tierras y en los sindicatos, en cada espacio donde el pueblo se organiza sin pedir permiso.

Por eso este texto no es solo una crítica, es una convocatoria. A quienes aún creen que el Estado puede salvarnos, les pedimos: miren la historia. Miren el presente. La esperanza no está en el palacio, sino en la asamblea. No está en las leyes, sino en la acción directa. No está en el derecho escrito, sino en la justicia construida desde el conflicto.

No vamos a recuperar derechos rogando políticas públicas. Vamos a conquistar poder real desobedeciendo, organizando, resistiendo y construyendo autonomía popular. Sin eso, toda reforma será efímera; toda promesa, papel mojado.

No se trata de rechazar toda mejora posible. Se trata de no delegar más nuestra vida a instituciones que nacieron para controlarnos.

En respuesta a Leslie Rauld, no queremos un Estado que sea nuestra esperanza. Queremos que el pueblo deje de esperar y comience a decidir. Con rabia lúcida y esperanza activa. Porque la verdadera transformación no vendrá desde arriba. Vendrá desde abajo, desde la lucha organizada, sin Estado y sin patrón.


Ver la columna de Leslie Rauld Olave: https://www.lemondediplomatique.cl/el-estado-como-esperanza-frente-al-retroceso-en-derechos-sociales-por-leslie.html

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