Quién lo diría, el NO de Michelle Bachelet a asumir un nuevo desafío electoral nacional (que ya parece tan lejano, en este vértigo electoral), permitió que el mecanismo electoral de las primarias se colocara en valor de modo inusitado y sustantivo. Además, ella misma realizó la primera convocatoria a todas las candidaturas del sector, actuando en la condición que ella sabe tiene, esto es, lideraza transversal del sector, sin amagues.
Si bien la política nacional partidaria está constituida por 24 partidos, según SERVEL (más 3 en formación) , donde 16 tienen representación en el Congreso Nacional, no estaría puesta en la centro e izquierda oficialista tal condición (FA, PL, FREVS, AH, PR, PPD, PS, PC) + DC (aunque igual lo esté); sino que extrañamente en las candidaturas de las Derechas, a propósito de las dificultades para participar en primarias. Esto último, se subsanaría con un arreglo espurio-sparring (no genuino, sólo funcional a Mathei) de estos días con una primaria entre Evelyn Mathei, Francisco Chahúan (quien renunció a RN para tal propósito, aunque la ley le exigía renunciar hace un año, para tal propósito) y Rodolfo Carter.
Las candidaturas vigentes de la izquierda y el centro a la fecha serían: Carolina Tohá, Jaime Mulet, Jeannette Jara, Gonzalo Winter Etcheberry, Paulina Vodanovic, y quizás Alberto Undurraga por el PDC; candidaturas que estarían confluyendo en una primaria legal presidencial para dirimir democrática y transparentemente la candidatura única del sector, generando un espacio de competencia, discusión y liderazgo mucho más activo y atractivo que las versiones anteriores y el espurio-sparringero ejercicio proveniente de una parte de las derechas.
Por su parte la DC, ofrece un interesante desafío, que, podría destrabarse, si es que se tiene a la vista la experiencia de la Nueva Mayoría, sin perjuicio de todas las tensiones que existieron en su momento. En ello, podría jugar un rol facilitador la ex Ministra Jeannette Jara, quien ha tomado una actitud crítica respecto de Venezuela, relativizando ahora último sus dichos respecto de Cuba. Es decir, la posibilidad de una primaria con la DC, aún sería factible, potenciando la competencia abierta.
El proceso presidencial unitario de primarias para los partidos de centro e izquierda, evidenciaría el comportamiento electoral – político de las diversas candidaturas en sus resultados, pero también su despliegue territorial y PROGRAMÁTICO, en la responsabilidad que les asiste, sobre todo cuando se tienen los pies en el territorio, esto es, en la realidad concreta, sin perjuicio de los siempre necesarios horizontes ideológicos que comportaría cada una de las ofertas potenciales. Esto ha abierto una fisura en la Derecha tradicional, a lo que se suman las declaraciones muy poco afortunadas de Evelyn (validación del golpe militar y muertes asociadas, cuestionamiento al acuerdo sobre el litio, entre otros).
Este ejercicio de primarias, además, podría entendérsele como un paso previo a la potencial culminación del gran ciclo electoral de vértigo que se inauguró en los años 2020-2021 (tiende olvidarse, pero ello fue vertiginoso, con pandemia mediante), que, en sus resultados, administró dos propuestas de cambio constitucional en el 2022 y 2023 y un gobierno inédito, por su base de sustentación que inicialmente contenía dos coaliciones (socialismo democrático y apruebo dignidad), hoy todo en proceso de reformulación. Lo anterior, además, en un contexto de fragmentación, polarización y desconfianza generalizada en el sistema político y sociedad en la globalidad. A reglón seguido, no es posible obviar, una suma de errores no forzados que el propio gobierno ha generado, siendo la fallida compra de la ex propiedad de Salvador Allende una de sus derivadas de última ratio, cuando de errores y desaguisados se refiere.
De todos modos, lo anterior es secundario para una sociedad que observa los crecientes problemas por la seguridad, la migración y falta de empleo, entre otras varias precariedades, urgencias y demandas que menoscaban la calidad de vida personal, familiar y hasta territorial. Así entonces, se entienden mejor los ‘instrumentos sociales de estudio público’ (encuestas) que alertan sobre una disposición a valorar mayores grados de autoritarismo para resolver acuciantes temas de seguridad pública y otros, que el régimen democrático no ha sido capaz de abordar en la profundidad requerida. Esto, además, estimula a ciudadana/os a competir en el mundo electoral para cambiar, lo que “la/os política/os” no logran hacer. Es decir, aumentará la lista de independientes postulando en distintos niveles.
Como lo han enunciado los suscritos de esta opinión en otras oportunidades, no es descabellado afirmar que existe una geografía de la multitud silente – observante y expectante, ante las dificultades estructurales de mejoramiento de la calidad de vida de familias y territorios, donde ambas circunstancias, en la búsqueda de resolver sus problemas, ven en los planteamientos de una extrema o ultraderecha (soslayando a las derechas tradicionales), oportunidades de mejoramiento de sus condiciones objetivas y subjetivas de vida. Las derechas en todas las encuestas suman más que la centro e izquierda. Así, la democracia cristiana podría ser un factor que permita unificar el centro y reconstituir una alianza más amplia para su futuro gobierno, ayudando a contener este influjo de ultraderechas.
Por otra parte, estas primarias, debiesen permitir un ‘escenario’ para la difusión de ideas, donde, decantada alguna efervescencia sociopolítica, en este contexto de la fragmentación, polarización y desconfianza vigente, se esperaría una cristalización en proyectos políticos de desarrollo nacional, siempre respetuosos de las singularidades territoriales de la patria tri-continetal en que se dispone el Chile de hoy y del mañana.
Así, el genuino llamado que realizan las candidaturas vigentes, permitirían unas primarias COMPETITIVAS-PROPOSITIVAS, en la medida que la disputa sea de ideas funcionales a un fortalecimiento democrático y posibilidades de una mejor gobernabilidad y gobernanza del país. Ello, en el entendido que la desconfianza, fragmentación y polarización políticas y sociales, abre posibilidades, no sólo a la emergencia de la geografía de la multitud, sino que también, a los populismos de ultraderecha con rasgos autoritarios, que poco hacen para conservar las conquistas sociales logradas y las que podrían venir.
Hernán García Moresco, Magister© Ingeniería Informática USACH. Diplomado en Big Data Universidad Católica. Diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública. Universidad de Chile. Licenciado en Educación en Matemática y Computación USACH
José Orellana Yáñez, Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Integrante del Centro para el Desarrollo Comunal Padre Hurtado.