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Entrega del ex cuartel de inteligencia de Antofagasta. Por Héctor Maturana B.

El 3 de mayo en ceremonia en que asistió la Ministra de Bienes Nacionales Javiera Toro, el gobernador Ricardo Díaz, la delegada presidencial Karen Berhens y la seremi de BBNN Angelique Araya fue traspasado a la Agrupación Por la memoria histórica Providencia Antofagasta el ex cuartel de inteligencia ubicado en calle Matta 3230 que desde días posteriores al golpe de Estado fue ocupado de manera ilegal por parte de Carabineros de Chile hasta el término de la dictadura y posteriormente cumplió funciones similares manteniendo su carácter secreto.

Este inmueble fue en su origen el pensionado Bernarda Morin perteneciente a la Congregación Hermanas de la Providencia ubicado a un costado de la capilla de la Congregación y de lo que fue el asilo de la infancia por calle Chuquisaca. Frente a la capilla por Avenida Matta hay un establecimiento educacional de la misma congregación.

Otra particularidad del lugar es que en el mes de julio de 1973 hasta el golpe de estado el Partido Demócrata Cristiano se toma las dependencias a raiz de que el espacio se encontraba vacío tras el cierre del Internado. Desde 1973 el edifico fue ocupado por distintas secciones de inteligencia DINA-CNI-SICAR durante la dictadura y luego después de 1990 ( SICAR, DICAR,DIPOLCAR y OS7). El lugar desde 1973 Hasta 1986 funcionó como un centro clandestino de detención y tortura y se realizaron labores de análisis y seguimientos a organizaciones sociales y políticas de izquierda y de oposición al régimen. Tuvo la característica de ser el principal centro de operaciones de la región. Algunos de los detenidos /as fueron trasladados a otros centros de detención 3 y 4 Álamos.

Pese a los duros golpes represivos, Antofagasta destaca como un lugar de gran resistencia al régimen, múltiples acciones de protesta se realizaron en la ciudad que encabezaron estudiantes universitarios principalmente, luego se unieron pobladores, mujeres y trabajadores de la minería, destacándose el movimiento de las viandas vacías en 1978 y la conformación en 1983 de la primera federación de estudiantes universitaria elegida democráticamente. El periodista y escritor Fernanda Torres Veliz en unos de los pasajes del libro Recuerdos del Olvido publicado recientemente por la Editorial pampanegra relata parte de su experiencia personal.

…“Me llevaban a un convento de monjas conocido como La Providencia (Avenida Matta #3230 con Avenida Pedro de Valdivia). El lugar más extraño del planeta. Eran como variadas experiencias a la misma vez: un convento, una iglesia, una capilla al aire libre, un jardín infantil y un centro secreto de tortura. Yo lo conocía muy bien porque estaba ubicado frente a una escuela para policías conocida como Grupo de Instrucción de Carabineros y a pocas cuadras de mi casa. Era la academia policial de la ciudad. El convento tenía un gran patio trasero con una puerta que daba a las líneas ferroviarias por donde las camionetas entraban y salían con los recién secuestrados prisioneros. Es un edificio grande y largo que ocupa toda la cuadra, con una iglesia en un lado y una forma de gruta (cueva falsa) con una gran estatua de la Virgen María en el otro. Esa era conocida como La Capilla y cuando niño solía robar las dulces tunas del inmenso jardín de cactus que la rodeaban. Después de un par de semanas en La Providencia, un repentino alboroto nocturno nos despertó a todos. Ruido de armas cargándose, agentes gritando, motores en marcha; todo rebotando en la complicidad de la noche.

Me pusieron en una fila con otros detenidos y nos obligaron a subir a una camioneta tres cuartos. Mientras nos subíamos a saltos sobre el vehículo, uno por uno, las patadas ,golpes de puños y armas llovían sobre nuestras espaldas como un doliente gesto de despedida. ¡Ahora sí que se van, pedazos de mierda! Ese fue uno de los momentos más terroríficos que experimenté; no por el dolor, no porque nuestra rutina se rompiera, sino por lo incertidumbre de no saber a dónde íbamos. En un pequeño vehículo refrigerado utilizado para transportar peces muertos a largas distancias, nos llevaban a lo desconocido. Éramos catorce amontonados en un refrigerador que olía a pescadería. Era tan pequeño el vehículo que decidimos tomar turnos; siete de nosotros viajaríamos de pie y los demás acostados. Excepto Mario, cuyos testículos estaban tan destrozados que no podía estar de pie menos en cuclillas por un largo período de tiempo. Además, dos guardias estaban sentados cómodamente en la parte posterior, separados de nosotros a través de una pequeña puerta. Ya está. Este es el final del final, compadre, escuché este susurro en mi oído izquierdo. Durante el viaje, algunos de nosotros decidimos perpetrar nuestro primer acto rebelde y nos quitamos las capuchas. Horas después me levanté para echar un vistazo al exterior a través de una pequeña ventana cerca del techo. La hermosa vista era de exuberantes campos verdes con vacas pastando pacíficamente: Sí. Afirmativo, susurré, nos dirigimos hacia el sur. Sin saberlo llegamos a Tres Álamos, a un temido campo de concentración en la Avenida Departamental de Santiago. Habíamos recorrido medio Chile en casi 830 millas, más de 1.300 kilómetros, en un viaje de 24 horas, tedioso e incómodo a la ciudad capital; el centro de la represión…”

En la ceremonia de entrega de la concesión La Presidenta de la Agrupación por la Memoria Histórica Providencia Antofagasta Paula Latorre V, junto con agradecer el apoyo de la comunidad antofagastina destacó: “Luego de 8 años podemos decir finalmente que las puertas de la Providencia están abiertas, pero a pesar de los gramos de felicidad, no estaremos tranquilos, ni mucho menos satisfechos. Un sitio de memoria que se parte por la mitad para cohabitar con la institución represora que torturó a los compañeros, que nos persiguió y violentó durante todo estos años NO es reparador, no cumple con la lógica de lo que significa un sitio de memoria. Llevaremos muchas acciones más, pero fundamentalmente seguiremos extendiendo porque un sitio de memoria es un todo, no solo una parte.

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