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Estado peruano desaparece cuerpo de Miguel Rincón. Por Roque Gonzáles La Rosa

Crueldad y venganza

Los belgas disolvieron en ácido el cuerpo de Patrice Lumumba en el Congo, la práctica carnicera del colonialismo estuvo animada por la crueldad y el sadismo de los policías belgas y agentes estadounidenses presentes en el proceso de desaparición de su víctima.

Otras desapariciones legales de cuerpos se han desarrollado contra criminales de guerra nazis tras los juicios de Nuremberg. La inquietud por el surgimiento de potenciales lugares de peregrinación ya consideraba que las memorias siempre podían ser un territorio en disputa y radicalmente se dispuso la cremación y dispersión secreta de los restos de Goebbels y varios otros criminales. A Rudolf Hess muerto en Spandau en 1987 se le tuvo que exhumar en el 2011 pues su tumba en Baviera se convertía cada año en un bacanal nazi. Los restos de sus restos, tras años de entierro, ahora se cremaban para disolverse en las aguas del mar.

El interés general, la tranquilidad pública, se sobreponían a otros derechos de manera excepcional. Abunda el derecho positivo en esta materia.

En el caso de Miguel Rincón Rincón, fallecido hace unos días, no existe razón de seguridad pública que amerite desaparecer sus restos en vez de entregarlos a sus familiares. En este caso el Estado peruano obra por crueldad y temor a la memoria.

Miguel Rincón y su organización el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru MRTA han asumido plenamente la derrota militar de su alzamiento armado de los años 80, han cumplido largas condenas y se han reinsertado en diversos terrenos de actividad política legal,los dirigentes presos han pedido públicamente perdón por las consecuencias de su acción armada ratificando su norte de izquierda,han evidenciado su voluntad de participación política. Los exmilitantes del MRTA y miles de expresos políticos, requisitoriados eternos,exiliados no son una amenaza para la seguridad, se les proscribe por miedo a la memoria,y como en este caso,los restos de Miguel Rincón, se obra también con crueldad.

La coalición mafiosa que hoy gobierna al Perú tras derrocar al pusilánime Pedro Castillo ejerce su poder oronda y abusiva, ya dispuso antes la desaparición forzada de los restos del líder de sendero luminoso Abimael Guzmán, ahora les llegó el cuerpo de Miguel Rincón y siguen rectilíneo el curso, desaparecerlo también.

Paradójico que la ley que permite la desaparición de los restos de dirigentes subversivos haya sido promulgada por el ahora preso Pedro Castillo, una pincelada de la complejidad peruana, antes de ser derrocado la derecha ya había triturado a Pedro Castillo,apabullado y contra las cuerdas el breve gobierno surgido de la voluntad de los sectores populares frente al bicentenario de nuestra emancipación no podía oponerse a los deseos de un congreso que congregó a lo más cavernario de la política nacional, Castillo acabó suscribiendo una ley vengativa, inconstitucional e inhumana.

Un gobierno que se ha zurrado sobre decenas de muertos en el estallido social que siguió a la caída de Pedro Castillo y que hoy dos años después llama ratas a los asesinados no se va complicar con un cuerpo más, menos aún tratándose de un dirigente subversivo, un indefendible, resuelto perseguirá y seguirá castigando más allá de la muerte a su adversario. Castigará también a sus familiares ,con escarnio y lo hace sin mayor escándalo porque centenares de sentencias por delito de apología ya han silenciado a quienes opinaban. Un like, un compartir ha generado centenares de juicios y hasta sentencias de cárcel. Las redes sociales, los organismos de derechos humanos,evidencian un atronador silencio frente a esta clamorosa y macabra práctica de Estado que ahora premunido de leyes se ensaña sobre los restos del adversario vencido.

No hubiera sorprendido esto a Miguel Rincón, cuadro proveniente de los ortodoxos partidos comunistas, formado en la URSS, al integrarse a la guerrilla se mantuvo atento siempre a la formación ideológica de su militancia, fácilmente habría recurrido a la historia del odio del opresor al rebelde, su solidez académica su estudio acucioso de la historia lo tendría al tanto de hasta dónde puede llegar la venganza del opresor. Llevaba ya 30 años recluido en una prisión militar de la Marina de Guerra, décadas en las que jamás hizo un pedido de clemencia o gollería alguna. Abocado a la pintura y publicando algunos libros, su visión del socialismo andino y un balance de su experiencia insurgente ocuparon sus últimos años. Acabarán los tiempos del oprobio y su trayectoria será conmemorada abiertamente y no como ahora reprimida o comentada a media voz.

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