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Estallido social y nuevas coyunturas. Una lectura Salazariana. Por Marcos Valdés Castillo

Resulta sorprendente la ausencia de análisis sobre la coyuntura que asocie variables tales como el estallido social, momento constituyente y nuevos escenarios políticos. Pareciera ser que los diversos analistas que estudian estos procesos parecen percibir (y así lo socializan) que estos sucesos sociales, históricos, políticos y culturales se observan independizados unos de otros, cómo si no tuvieran ninguna conexión ni ninguna concomitancia. Esta es una deficiencia analítica que deja entrever un cierto interés por querer pasar la hoja lo más rápido que se pueda y hacer como que dichos hechos históricos jamás sucedieron.

Pero hagámonos preguntas importantes: ¿qué pasó con el estallido/revuelta social?, ¿qué pasó con la energía social generada al calor de las protestas iniciadas en el segundo gobierno de Sebastián Piñera?, ¿se disolvió/evaporó/perdió tras la derrota en el plebiscito de salida del 7 de septiembre?, o, ¿se transformó?, o ¿finalmente constituyó una pulsión momentánea y coyuntural sin significancia histórica alguna?

Me enseñó mi (ex)profesor Gabriel Salazar que cualquiera puede (re)colectar datos históricos, de modo que, con niveles analíticos y expertise aceptables, se podría hacer una relación ordenada y lógica de dichos datos/hechos/antecedentes históricos. No obstante, siendo esto necesario no es suficiente, toda vez que, para darle una conexión lógica y un significado específico a estos eventos históricos, se ha de recurrir a un marco teórico específico que oriente respecto de entender los hechos sociales que en este caso estamos por analizar. Pues bien, para este cometido entonces, aquí intentaremos ensayar como marco teórico las reflexiones del profesor Gabriel Salazar.

Para simplificar, sólo nos abocaremos a enunciar y describir los elementos centrales de la teoría propuesta por el premio nacional de historia Gabriel Salazar en la introducción y primer capítulo (perspectivas históricas) del libro “la violencia política y popular en las grandes alamedas”, puesto que aquí se propone una lectura posible en forma de columna de opinión y de ninguna manera un paper indexado, artículo o investigación científica.

Salazar explica que para entender la lógica irruptiva de los procesos sociales en Chile (cuya data proviene desde los inicios de la república) se ha de recurrir a una nueva epistemología. El primer paso para alcanzar este objetivo es establecer una nueva "Ciencia Política". Este es el elemento inicial que permitirá entender y (re)accionar con arreglo a la conflictividad social observable en la historia de Chile. Obviamente esta nueva Ciencia Política (propuesta por el profesor Salazar) tiene condiciones y características muy específicas, que le son propias y las distinguen de la ciencia política que conocemos tradicionalmente. La característica más destacada de esta nueva Ciencia Política radicaría en la necesidad de reconocer el conflicto social como un motor fundamental en la historia de Chile y que conviven en su interior a lo menos dos tipos de epistemologías que le otorgarían al ser nacional su fundamento y sustancia. De este modo, dicha Ciencia Política orgánica debe reconocer como condición intrínseca el conflicto y por otro lado, la validez de la diversidad sociopolítica presente en dichos conflictos.

Así, Salazar define 2 “actitudes epistemológicas” que permitirían analizar el devenir histórico de Chile a saber: “(l) La que se sitúa preferentemente en las particularidades concretas de la sociedad chilena, en su diversidad interior, y sobre los movimientos sociales específicos que apuntan a su modernización y transformación en el tiempo; (2) La que se sitúa principalmente sobre los parámetros generales de su ser o su deber ser estructural, en tanto éstos definen valores o funciones superiores, tales como los de unidad nacional y/o estabilidad institucional" (Salazar, 2006, pp 31) Estos dos enfoques epistemológicos, si bien son contrapuestos, según Salazar no tendrían carga ética, pero sí se constituyen en “aprestos” para “trabajar un mismo problema: cómo se constituye históricamente el sujeto denominable ’sociedad nacional…’” (Salazar, op cit). Adicionalmente, ambas posturas epistemológicas tendrían equivalencia (a lo menos operacional) en dicho campo.

Naturalmente es posible derivar diferencias epistemológicas no operacionales mayores; la primera y más importante, es que se contraponen una sobre otra, o lo que es lo mismo, se manifiestan históricamente con signo contrario. La segunda diferencia epistemológica no operacional, es un conjunto de dos características de diferencias radicales: (a) la primera, constituye un tipo de sujeto de “carne y hueso”, que se expresa históricamente a través de sus particularidades sociales, políticas, económicas y culturales, cuya sumatoria forma lo que Salazar denomina el “bajo pueblo”. (b) La segunda, opera en un campo epistemológico que concibe la nación chilena como un todo, desde una mirada dominante, totalizadora y globalizante, que minimiza o que desdeña peyorativamente las particularidades que constituyen el todo social llamado Chile. Instala la idea de dominio y poder que en general, se reproduce a través de comportamientos de élite, sean estos de derecha o izquierda, pero cuyas características más salientes son, su “ahistoricidad” y perpetuación de su hegemonía. Estas categorías, en la nomenclatura Salazariana, corresponden a (a) constelaciones ´P´ y a (b) constelaciones ´G´ respectivamente.

Ahora bien, ¿qué relación tiene todo lo anterior, con los acontecimientos históricos desde 1987 a la fecha?. Desconozco si el profesor Salazar los haya caracterizado, pero aquí quiero seguir su lógica analítica para dar cuenta de estos hechos y su proyección histórica. En la lógica Salazariana, cada tanto, se producen irrupciones “historicistas” protagonizadas por el bajo pueblo (movimientos sociales particularizados) que desafían al poder central. A estas irrupciones de larga duración, rastreables históricamente, Salazar las denomina en clave `P´; “reventones historicistas”.

El estallido social de finales de 2019, cumpliría con todos los requisitos para ser catalogado como “reventón historicista”, aunque, no sé si el profesor Salazar, estaría de acuerdo conmigo, puesto que él, como historiador que es, preferiría hacer estas clasificaciones en lapsos más extendidos, sin embargo, con arreglo a de mi modesta función analítica como sociólogo, me atribuyo la facultad de explorar las posibilidades de su conceptualización mediante extrapolación. Y sí, denominaremos tentativamente, y a contrapelo de lo que el profesor Salazar podría decir (poniéndome el parche antes de la herida), al estallido social de 2019 como un “reventón historicista”, reventón que tiene sus precursores en reventones historicista de menor envergadura expresados por los movimientos ecologistas, de mujeres, estudiantes y pueblos indígenas por nombrar los más salientes de lo cual, todos fuimos testigos antes del estallido social del 2019.

Desde esta perspectiva, el estallido social de octubre de 2019 podría ser categorizado como “reventón historicista” por, a lo menos, las siguientes razones. El movimiento no fue digitado, ni organizado, ni dirigido por partidos políticos ni agentes de las élites gobernantes o cercanas a alguna forma de poder hegemónico. Fue un movimiento espontáneo, sin direccionalidad clara pero con fuertes críticas al poder dominante y a sus élites hegemónicas. El agrupamiento horizontal de las distintas particularidades sin mediar hegemonía, es otra razón para clasificar al estallido social del 2019 como reventón historicista. El espontaneísmo organizacional y la falta de estructura orgánica clásica aglutinante es una característica nueva que si bien la distingue de otros movimientos sociales ´P´ en otros períodos históricos, lo sitúan dentro de la misma constelación ´P´ y que dicho sea de paso, valdría la pena investigar. De hecho, valdría la pena estudiar los enrutamientos y coordinaciones que se sucedieron en el estallido social en base a nuevas tecnologías de información y el rol de las redes sociales. Por estas razones, es que aquí categorizamos al estallido social del 2019 como “reventón historicista”.

Por lo demás, es relevante considerar que, en la conceptualización Salazariana, los reventones historicistas tienen una dinámica específica, que puede ser graficada como movimientos soterrados, de baja intensidad, sumergidas en la cotidianeidad que van acumulando energía, entropía o anomia hasta un punto de inflexión positivo, punto a partir del cual, comienza a adquirir tendencia negativa, algo así como la función δ(x) de Dirac teniendo en cuenta que dicha función es un caso extremo de la campana de Gauss (idea aportada por el profesor (USACH) Dr. Francisco Sepúlveda)

Pero, por qué los reventones historicistas no logran mantener su nivel de energía tal que consigan modificar efectivamente la realidad?. Salazar propone la instalación de una Ciencia Política que encauce la entropía social de tal manera que, a partir de aquello, se logre desplazar la constelación ´G´ a la constelación ´P´. No obstante, aquello no ha ocurrido en la historia de Chile, salvo en el caso del Gobierno de la Unidad Popular encabezada por el Presidente Allende del cual recordamos en el mes de Septiembre los 50 años de su derrocamiento. En efecto, en el gobierno popular del Presidente Salvador Allende se intentó construir y consolidar el denominado “Poder Popular”, instancia de base popular político/administrativo que se instalaba territorialmente por fuera y a contrapelo de la constelación ´G´, (representante de los poderes fácticos y/u oficiales del Estado). Cabe señalar que la cámara de diputados en el acuerdo del 23 de agosto de 1973 en su punto número 11, hace mención específica sobre esta cuestión.

Tan poderoso fue el choque de estas dos placas tectónicas, que la constelación ́G ́ respondió con una violencia inusitada a la arrogancia de la constelación ´P´ en cuanto querer disputarle a la constelación ´G´ el mismo espacio de poder. El costo de esta insolencia fue despiadada: crímenes de lesa humanidad, asesinatos, desapariciones, torturas, exilio, proscripción, relegamiento, extrañamiento y toda forma de ejercicio de poder sobre los derrotados por la fuerza. De esta forma, se arrasó toda forma y vestigio de poder paralelo a la constelación ´G´.

Entre paréntesis, y a propósito de los 50 años del derrocamiento del gobierno del Presidente Allende y la (in)evitabilidad del golpe de estado, habría que decir lo siguiente: En democracia, los conflictos se procesan y resuelven democráticamente, por lo tanto no es lícito transgredir este axioma democrático bajo ninguna circunstancia menos por la fuerza. Por lo tanto, no es procedente (por más que la derecha lo quiera justificar) legitimar el golpe de estado. Este es un precepto democrático fundamental que debería ser aceptado por todos los actores políticos. Ahora bien, pensando desde la lógica Salazariana (y me vuelvo a poner el parche antes de la herida, porque no sé si el profesor Salazar estaría de acuerdo con mis extrapolaciones), ¿sería posible haber evitado el golpe de Estado en este contexto de este choque tan brutal de placas tectónicas?. Pues no, la única opción que tenía ´G´ para eliminar toda posibilidad de construcción de Poder Popular no era recurrir a procedimientos democráticos; debía recurrir a la fuerza, y eso es lo que ocurrió. Cierro paréntesis.

Con todo, esta es la gran diferencia respecto del estallido social del 2019, toda vez que el estallido social no logró catalizar o conducir un proceso de construcción de poder alternativo de tipo ´P´, aunque se ha de reconocer que se observaron atisbos de construcción de poder popular expresados como copamiento y control territorial, pero que a la larga o a la corta solo verificó la tendencia a bajar en la curva. Nótese que hubiera sido distinto si se hubiera aprobado el proyecto de nueva constitución que precisamente apuntaba en la dirección de relevar poder a las capas sociales más afectadas por el modelo neoliberal, pero como aquí no estamos para hacer ejercicios ficticios, atengámonos a la realidad. Y los hechos son que, el estallido social del 2019 tuvo un comportamiento clásico de reventón historicista, que no logró construir poder ´P´ y que por lo tanto estaba condicionado a bajar en su curva de rendimiento y sumergirse de nuevo en los intersticios de la historia.

Ahora bien, ¿esto es necesario y suficiente para descartar cualquier huella o rastro de lo ocurrido con el estallido social del 2019?. Evidentemente no; y llamativamente al consultar AI al respecto, esta afirma que: “...es necesario destacar que las energías y demandas sociales generadas durante la revuelta social no se disolvieron por completo. Aunque las protestas callejeras disminuyeron en intensidad, las demandas y los reclamos por cambios profundos en la sociedad chilena aún persisten”. (CHATGPT). Efectivamente es así, el estallido social perdió energía y se soterró, lo que no implica necesariamente que su latencia haya quedado anulada. Y esta es una de las características más importantes de los reventones historicistas por cuanto no puede considerarse extintos por el hecho de que a simple vista no hayan manifestaciones o expresiones de tipo ´P´. Pero, la pregunta del millón. ¿Habrá nuevos reventones historicistas en el futuro?. Aunque no poseo una bola de cristal para predecir el futuro, y abusando de la extrapolación, bien podría afirmar que lo más probable es que sí podrían ocurrir. La magnitud, envergadura, alcance y varianza dependerá de las condiciones históricas, sociales y políticas de ese momento.

Recuerdo una ocasión que expuse estos mismos argumentos en la Fundación CHILE21 en una reunión de análisis de coyuntura a principios de Noviembre 2019, la reacción fue de perplejidad, asombro e incredulidad, tal que, hubieron intentos de invalidar la lectura de los hechos que hasta ese momento se sucedían, produciéndose un intercambio de argumentaciones que incluyeron epítetos tales como: “lectura esencialista”. Salazar fue acusado de “esencialista”, (y cuando fui estudiante de pregrado, también), por sostener posiciones teóricas de este calibre. Y tuvo que defenderse de las críticas en la segunda edición de su libro violencia política y popular (citado en bibliografía), Salazar recoge la crítica que le han hecho varios intelectuales desde la publicación de su primera edición hasta la segunda. Pero aquí sólo nos detendremos brevemente en dos críticas que hace Salazar en esta última edición que a mí me conciernen.

En efecto, Salazar critica las posiciones teóricas que según él, toman por asalto “la lógica epistemológica y discursiva de las propuestas movimientistas”. Estas posiciones se caracterizan por 5 rasgos que le son propios, pero no nos detendremos en la totalidad de estos rasgos sino que enfocaremos el análisis de solo en una de estas características. Salazar afirma: “Un cuarto rasgo adicional de esta crítica es que sus cultores no toman posición, ni social, ni histórica, ni política con respecto al sistema dominante (neoliberal globalizado) dentro del cual y bajo el cual se vive y se discute. Su crítica se hace desde una supuesta atalaya de ’crítica pura’, como si el crítico no habitara el mundo histórico, sino una entelequia científica a-histórica y a-social” (Salazar, 2006, pp 12). Y el profesor Salazar identifica al taller de Epistemología de la Universidad ARCIS como fuente de esta crítica.

Para contextualizar, el taller de Epistemología de esta universidad, fue un taller de reflexión surgido en los años 90´ en la Universidad ARCIS, que intentaba reflexionar teóricamente sobre el enorme impacto que tuvo en la izquierda, la crisis del marxismo, el derrumbe de los socialismos reales y la desaparición del sujeto revolucionario. En este taller participaron estudiantes y profesores y fue una instancia voluntaria de reflexión horizontal, bastante singular por el abandono explícito de la categoría de dominación profesor/estudiante. Aunque no se conocen documentos oficiales de las discusiones que tuvieron a lo largo de lo que duró su ciclo de vida, el producto más notable fue la camada de jóvenes intelectuales que al terminar sus carreras, partieron a los EEUU a hacer sus doctorados e insertarse en universidades americanas y nacionales desde donde han seguido aportando a la discusión teórica y coyuntural.

Habiendo conocido personalmente a la totalidad de sus integrantes, ya sean estudiantes y/o profesores, como contemporáneo de ellos, tiendo a coincidir con el profesor Salazar en cuanto a que efectivamente hacían una crítica despegada de lo real, sin propuestas específicas porque ellos mismos no tenían respuestas a la crisis teórica del marxismo que vivíamos en los años 90´. Acusaban al profesor Salazar y a sus discípulos/as de esencialistas por el hecho de defender la pervivencia histórica de los movimientos sociales. Recuerdo que la crítica a Salazar fue central en el taller de epistemología, tanto es así que algunos participantes del taller, a la sazón, compañeros míos de aula, me preguntaban cómo comprender a Salazar, toda vez que ellos pensaban que yo era uno de sus defensores más acérrimos. Nada más lejos de lo real, lo que es cierto es que encontré en Salazar un método eficiente de análisis social y por eso lo estudié algo más que el resto de mis compañeros/as, intentando profundizar más allá de lo que el profesor exponía en clases. Con todo, el taller de epistemología, se colgaba de la crítica del profesor Tomás Moulian. Y Salazar en el prefacio de la segunda edición lo critica duramente, afirmando que la crítica del profesor Moulian no es histórica, sino conceptual, pero que a pesar de aquello es “débil y confusa”.

Yo lamento que el profesor Salazar no haya sido testigo de un hecho que paso a relatar: Si mi memoria no me falla, recuerdo la ocasión en que participé con mi también (ex)profesor Tomas Moulian (Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales de Chile 2015, profesor emérito, director de la escuela de sociología y rector de la mítica y desaparecida Universidad ARCIS), en un encuentro de estudiantes de sociología cuya sede fue precisamente la Universidad ARCIS. El hecho es que a propósito de una intervención mía en un encuentro de estudiantes de Sociología por los años 90´, en la que hice una “crítica a la crítica”, nos reunimos después de las exposiciones y debates formales en una instancia más informal, como era costumbre en el ARCIS. Mis compañeros criticaron mi performance que sostenía que la función de la crítica era precisamente ser crítica, en esa ocasión el profesor Moulian con un enfoque pedagógico nos confesó que sentía remordimiento de haber sido tan duro en la crítica a Salazar (recordando su texto "¿Historicismo o esencialismo?" (crítica al libro de Gabriel Salazar; Violencia política popular en las ’grandes alamedas’), en Proposiciones N° 20 (Santiago, 1991. Ediciones SUR), cuya función final era criticar por criticar. Es decir, en su autocrítica el profesor Moulian nos admitió que no valía la pena ejercer una crítica tan ruda, puesto que la crítica debía tener objetivo, en tanto, la crítica por la crítica no es fecunda. Lamento mucho que el profesor Salazar no se haya enterado de la profunda autocrítica que Moulian se hizo a sí mismo en esa ocasión.

Intento de concluir

En esta columna de opinión se defiende la valía de las ideas del profesor Salazar por cuanto están ancladas en la experiencia histórica y en su empiria. Se ofrece una reflexión sobre la conexión entre el estallido social, la teoría Salazariana y la posibilidad de futuras irrupciones de movimientos sociales en Chile, así como un contexto sobre las críticas a las ideas de Salazar.

También se ha hecho notar la falta de análisis que conecte el estallido social y los nuevos escenarios políticos en Chile. Se critica la tendencia de analizar estos eventos de manera aislada e independiente y se propone utilizar la teoría del profesor Salazar como marco teórico para comprender estos procesos. Salazar argumenta que para entender la historia de Chile es necesario una nueva "Ciencia Política" que, entre otras cosas, reconozca el conflicto social como un elemento central y valide la diversidad de enfoques sobre este conflicto.

Se describe la diferencia entre dos actitudes epistemológicas según Salazar: una que se enfoca en las particularidades concretas de la sociedad chilena y los movimientos sociales específicos, y otra que se centra en los parámetros generales y la estructura de la nación chilena. Estas actitudes no teniendo carga ética específica, son fundamentales para entender cómo se constituye históricamente la sociedad nacional.

Afirmo que el estallido social de 2019 puede ser categorizado como un "reventón historicista" según la teoría de Salazar, ya que fue un movimiento espontáneo, sin dirección política clara y con fuertes críticas al poder dominante. Sin embargo, este movimiento no logró consolidar un poder alternativo, que finalmente fue cooptado por ´G´. No obstante, se puede afirmar que aunque el estallido social perdió energía y se sumergió en la historia, las demandas por cambios en la sociedad chilena aún persisten y podrían dar lugar a nuevos "reventones historicistas" en el futuro, dependiendo de las condiciones históricas y políticas. También afirmo que, la gran diferencia entre el estallido social del 2019 y el proceso político encabezado por el presidente Allende, fue la construcción del "Poder Popular" y que el estallido social no fue capaz de iniciar, aunque se observaron algunos intentos en esa línea. Con todo, durante el gobierno del presidente Allende en la década de 1970, la creación del “Poder Popular” chocó con la resistencia de la élite ´G´ y terminó en un golpe de Estado.

Un aspecto no menor, tiene que ver con la metodología: el método Salazariano es histórico (hasta allí la obviedad), pero, presenta dificultades analíticas cuando se trata de estudiar fenómenos coyunturales y generar prospectiva. También, como dato adicional, es necesario reflexionar sobre un aspecto no menor que tiene que ver con los cientistas políticos que cultivarían la ciencia política que reivindica Salazar, En algún momento lo discutimos en clases y en la segunda edición, Salazar recoge el guante sobre aquello pero sigue abierta la duda sobre las condiciones de posibilidad objetivas que permitirían generar esta ciencia política. Luego, dicho método debiera actualizarse. Con ello se dispondría de una potente herramienta analítica.

Finalmente, he mencionado la crítica a las ideas de Salazar por parte del taller de epistemología de la Universidad ARCIS, que acusaba a Salazar de ser "esencialista" en su enfoque y también se señala que el profesor Tomas Moulian, que había sido crítico de Salazar, posteriormente reflexionó sobre la importancia de la crítica constructiva.

Bibliografía

Moulian T. (1991). ¿Historicismo o esencialismo?, en Proposiciones N° 20, Ediciones SUR.

Salazar G. (2006). Violencia política popular en las grandes Alamedas. LOM ediciones. Segunda Edición.

Marcos Valdés Castillo
Sociólogo Mg en Desarrollo Urbano

marcos.valdes@uc.cl

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