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Expulsiones en el norte: La xenofobia como espectáculo. Por Caterine Galaz

En varios de sus discursos desde 2016 hasta antes de dejar su mandato, Donald Trump habló de la población migrante mexicana calificándola como “violadores, narcotraficantes, delincuentes” construyendo la figura mediática del “bad-men” al referirse a la supuesta antítesis que significa la persona migrante respecto del buen-americano. No cabe duda del efecto que tuvo en el tiempo estos discursos viendo la toma del Capitolio.

En el año 2019, Jair Bolsonaro en Brasil decidió sacar a su país del Pacto sobre Migración señalando que tenían derecho a decidir y elegir a las mejores personas extranjeras, no dejando que “cualquiera entrara a su casa”, y seleccionar a quienes aceptaran la cultura, el idioma, las normas y una adecuada inserción laboral.

Hace unos días, la red de twitter censuró la cuenta del partido político VOX en España por incitar al odio contra las personas migrantes a través de una serie de publicaciones, particularmente al vincular a la migración con delincuencia, y al colocar a niños/as y adolescentes no acompañados/as como causantes de la falta de recursos económicos en ese país, en ámbitos como la seguridad social, la salud y la educación.

Nuestro país y la actual política gubernamental no está tan lejana de estas propuestas selectivas. De hecho, la reciente aprobada Ley de migración -fuertemente criticada por activistas, organizaciones migrantes y pro-migrantes y mundo académico- instaura un marco regulatorio excluyente y selectivo, exportando la frontera a los países de origen, con la pretendida intención de colocar filtros en pos de lo que el gobierno ha llamado una migración “segura y ordenada”.

Este fin de semana ha sido expuesta la cara más evidente de esta política de selección: en el norte de forma violenta se detuvo y retuvo a personas migrantes, se les confiscó su documentación y se denunció que no se les brindo la posibilidad de ser acompañados/as por abogados/as, estableciendo órdenes de expulsiones que no se apegan del todo a las normas vigentes.

Esta acción además fue acompañada hoy domingo por un punto de prensa del jefe de Extranjería que tuvo amplia difusión con tal de mostrar los operativos de traslados forzados que se sucederían a partir de ese momento. Un espectáculo xenófobo que refuerza un imaginario negativo de las personas migrantes residentes, particularmente de algunos países latinoamericanos. Maxeell McCombs y Donald Shaw en 1968, llamaron a este tipo de usos políticos a través de los medios de comunicación como “Agenda setting”. Esto significa el uso de los medios masivos -que en el caso chileno tienen una alta concentración en sectores conservadores- para posicionar, en determinados contextos políticos, ideas y jerarquías de la información, incluso el uso intencionado de eventos para desviar la atención sobre otros hechos de relevancia nacional.

De esta manera, no sólo es una “simple” información sobre un evento lo sucedido en Iquique, sino que tiene una pretensión de orientar a las audiencias y centrar la atención en ciertos aspectos dados desde ciertas posiciones -en este caso del gobierno- no presentando datos al azar, sino representando el imaginario que esa esfera política quiere presentar.

En ello, el lenguaje es muy importante y no sólo el verbal sino también el visual: asistimos hoy a operativos donde las personas extranjeras -que más allá de tener o no un trámite administrativo en falta- fueron tratados y posicionados ante la opinión pública como delincuentes, remarcando exacerbadamente las camisetas de la PDI por las cámaras de televisión. Este lenguaje mediático no sólo busca transmitir información sino servir de vehículo para construir un imaginario negativo respecto de ciertos colectivos residentes en nuestro país, de origen extranjero.

Este camino del espectáculo mediático para colocar a las personas migrantes como “chivos expiatorios” de males sociales es peligroso para nuestra cohesión social. Entre los efectos de estos usos políticos está la intensificación de la xenofobia y el racismo a nivel cotidiano, asimismo su consolidación a nivel institucional, además de la configuración de una relación social entre ciudadanías de primera, segunda y tercera categoría, posibilitando en ello, dinámicas de exclusión a derechos y vulneraciones a nivel laboral, educativa, residencial, sanitaria, entre otras.

El gobierno no puede pretender tapar el sol con un dedo: no puede pretender vivir en la ilusión de una sociedad monocultural porque cada vez es más evidente la pluralidad y diversidad de nuestra comunidad y nuestro Estado. Este reconocimiento incluye reconocer los derechos de quienes residen en el país, pero nacieron en otro y que son legítimos vecinos/as nuestros/as. Estos vuelos de expulsión muestran un uso político evidente en el momento más débil de un gobierno…pero es un uso que es peligroso para nuestra democracia y nuestra convivencia.

Caterine Galaz
Académica Universidad de Chile
Coordinadora Núcleo Diversidad y Género

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