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Falleció Lautaro Videla

Compañeras y Compañeros: La muerte nos ha robado uno de los intelectuales‐activistas marxistas más originales de los últimos 70 años en Chile. Es mi doloroso privilegio ofrecerles algunas reflexiones sobre la vida y la vida póstuma de Lautaro Videla Stefoni.

Nos conocíamos en 1998, como colegas universitarios en Chile. En términos intelectuales, fue “amor a primera vista”. Supe de antemano quién era Lautaro, pero de fuentes con serias limitaciones ideológicas, como es el libro sobre la Escuela Nacional Unificada—la ENU—del historiador canadiense Joseph Farrell. De hecho el proyecto de despolitizar, tergiversar o simplemente borrar la historia de la ENU sigue en pie, tema a lo cual me devolveré pronto.

Rápidamente mi di cuenta que estaba en presencia de un enciclopedia crítica de la historia chilena, ciertamente de la historia de la educación y cultura, además con una profunda apreciación de sus intersecciones con la economía política e historia social. Descubrí también que Lautaro era lejos de caber en la escuela de “hablar izquierda ‐ actuar derecha”. Andaba a contracorriente. Eso, en el contexto de la década de los 90, el auge del retiro de los intelectuales críticos, que ya no jugaban un papel consecuente en la política de la clase trabajadora. Por tanto compartíamos una postura de rechazo hacia la mayoría de los intelectuales, que habían abandonado el marxismo a favor de posturas confusas posmodernistas y carreristas, garantizado su marginación de los movimientos de liberación.

En Chile la renovación estuvo en plena dominación, vaciando el socialismo de cualquier potencial transformador, en pos de un mundo justo. En el mismo año 98, llegué a conocer la capacidad que Lautaro poseía para la autocrítica. La ocasión era la visita a Chile de la destacada historiadora feminista Asunción Lavrin.

Realizamos una reunión inolvidable, grabada, en la casa de Lautaro y Lucy, explorando el tema de la ausencia de las mujeres en la versión hegemónica—incluso en la propia Izquierda—de la historia latinoamericana. Otro compañero mío y de Lautaro, Luis Vitale, ya había sacado su libro sobre La Mitad Invisible de la Historia, y luego tuve el placer de lograr reunirlos por primera vez después en un cuarto siglo. Lautaro se mostró lentamente pero cada vez más, abierta a la idea de integrar el feminismo socialista como eje indispensable en el marxismo. Seguramente también los avances logrados por la mujer en distintos niveles de su querida Revolución Bolivariana en Venezuela contribuyeron indeleblemente en enriquecer el pensamiento socialista de Lautaro.

Gracias a Lautaro y Lucy, conocí al legendario Taller Goyocalán de la Población Dávila, en el mismo 98; y pocos años después a la misma Población Dávila, desde abajo y desde adentro. Vale agregar que mi familia chilena es de La Legua histórica, y soy de descendencia irlandesa revolucionaria. Por tanto, la brutal condición de la clase obrera impuesta por el imperialismo no era novedad, ni en mi vida, ni en mis estudios. Pero sí la era, la maravillosa experiencia de conocer a vigentes o ex pobladores, y especialmente escuchar a sus relatos vívidos de la Escuela Consolidada [precursor de la ENU], y sus cuentos—algunos bien chistosos—del famoso profesor. El amor entre ambas partes era patente, recordándome del renombrado discurso de Che sobre la necesidad del revolucionario de poder amar.

Con mi compañera chilena Viviana, que ha contribuido bastante al proyecto del libro sobre la ENU que estamos escribiendo con Lautaro, llegué a apreciar también la maravillosa atmósfera de la casa en Macul de Lucy y Lautaro, que me ha recibido incondicionalmente.

Contribuyó—y seguirá contribuyendo siempre—a mi formación como historiador y ser humano. Por mi afán de llevarles una cierta especie de pescado, me bautizaron el “Señor Salmón”. Sólo una quincena atrás, Lautaro me había persuadido, sutilmente, a expandir mis horizontes y agregar el podado “Señor Albacora”.

La capacidad que tenía Lautaro para intuiciones y análisis políticos es legendaria. Cuando ésta se mezcla con un verdadero compañerismo, ¡qué potente! Por ejemplo, sólo 3 semanas atrás, en el contexto de maniobras por dos embajadas brasileras, me aconsejó no viajar a Brasil. Cabeza dura, me fui. Durante un vuelo de la línea aérea brasilera TAM la semana pasada, desde Fortaleza a Sao Paulo rumbo Santiago, elementos desconocidos robaron mi pasaporte. Desde entonces, varias entidades montaron una operación que me detuvo ilegalmente en Sâo Paulo por casi una semana, postergando mi retorno a Chile hasta el día antes de que falleciera Lautaro e imposibilitando un último encuentro.

Entre varias condolencias que han llegado de Australia, Viviana ha enviado el siguiente mensaje: “Espero que Lucy esté bien; por favor dále mis mas sentidos pésames y dile que estamos con toda la familia celebrando la vida de éste compañero incomparable. Él nunca supo descansar, ya que siempre quiso entregar todo lo que sabía a las nuevas generaciones. Supo entregar esa sabiduría a niños, jóvenes y adultos. Siempre estará presente en nuestras investigaciones. Hoy día yo hice un recuerdo de él con mis clases de los años 9 y 10.”

El venidero libro Videla y Austin sobre el proyecto ENU:

Ya dediqué a Lautaro mi compilación “Intelectuales y Educación Superior en Chile: de la Independencia a la Democracia Transicional, 1810‐2001”, que también menciona al caso de Lumi, heroína de la Resistencia Chilena. Al parecer el libro ha incrementado su popularidad en la medida que los estudiantes desarrollan la nueva primavera chilena. Está disponible gratis en http://www.rebelion.org/docs/135836.pdf ; traje hoy un ejemplar para Lucía Hija, Líber y Lautaro Hijo.

Pero hablemos de otro libro, obstaculizado de tantas distintas maneras—hasta secuestro de materiales por la CIA en los EE.UU.—que sería imposible de resumirlas sin tener otra hora de dedicación exclusiva al tema. Se trata de Reconstruyendo la Escuela Nacional Unificada: Mito e Historia [1927‐1973], libro que iniciamos hace una década con Lautaro.

Volví a Chile hace 2 meses, tras 4 años de licencia médica, justamente para terminarlo. Ya me comprometí con la Lucía y familia de sacarlo a toda costa, ojalá para septiembre. Pretendemos sacar dos tomos: el primer tomo en nombre de los dos, siendo el rescate histórico del proyecto ENU; más un segundo tomo de historia testimonial, siendo una compilacion de respuestas al cuestionario que producíamos con Lautaro, y una serie de entrevistas sobre temas relacionados, incluso una larga entrevista con Lautaro mismo. En principio, la Editorial Latinoamericana se ha comprometido con el proyecto. También hemos contemplado la digitalización de los excelentes archivos que hemos fusionado durante los últimos 14 años, en pos de generar una plataforma para futuros investigadores y actores políticos. Y hay que pensar en la idea de un archivo público, donde se deposita en forma continua cualquier material relacionado. Como la ENU misma, es un proyecto vivo y de educación permanente. Pero ningún trabajo de ésta magnitud se puede hacer sólo, además sin financiamiento. En nombre de la memoria y en memoria del nombre de Lautaro, necesitamos vuestra colaboración. Necesitamos vuestras respuestas al cuestionario, vuestros materiales, vuestras ideas, vuestra labor, y vuestros aportes económicos, aunque sean de los más humildes. Por tanto les hago un llamado a ayudarnos en organizar una reunión para fines de marzo, para conversar la etapa final de la producción literaria, y los temas arriba mencionados. Es imprescindible que cumplamos. Termino felicitándolos por su hermosa solidaridad con Lautaro y su familia, además de sus contribuciones históricas y futuras al libro venidero. Como el inolvidable compañero, son símbolos de la reconfiguración de una lucha popular que ganaremos, tarde o temprano.

¡Viva Lautaro Videla!

Robert Austin Henry

Cementerio Parque de Recuerdo “El Prado” La Florida, Santiago de Chile 3 de marzo del 2012


Otros textos: ....................

Hector Vega:
Lautaro Videla Stefoni de vocación fue un político, un maestro, un sindicalista del profesorado de toda una vida. Por todo ello fue crítico de quienes han querido convertir el socialismo chileno en refugio de burocracia, enemiga de las grandes transformaciones que el pueblo explotado y humillado reclama.

Fue contrario a las palabras bonitas y rimbombantes con las cuales la burocracia del socialismo oficial ha querido sepultar el mensaje revolucionario y humanista de los grandes pensadores del socialismo.

La política de los grandes acuerdos, la razón de Estado, se sustituyeron al mensaje de grandes transformaciones que prometió en los años ‘80 un grupo, cuyo único objetivo fue el rápido tránsito a posiciones oficiales, de poder y prestigio del gobierno de la República, como quedó demostrado en las dos décadas que siguieron a la dictadura militar.

¿Por qué, se preguntarán algunos, esperar la muerte de un Compañero crítico, para rememorar algo que todos sabemos?

La respuesta es simple. No hay momentos adecuados. La verdad es permanente, sobre todo porque al margen de sentimientos de aflicción están los grandes principios que han señalado rutas a la humanidad.

Es preciso recordar una y otra vez la razón por la cual luchamos. Recordemos que Lautaro forma parte de millones de hombres y mujeres que hoy reclaman lo que nos pertenece desde que nacemos: el derecho a vivir en justicia y dignidad. Eso fue lo que inscribieron en la historia los revolucionarios franceses y que el paso de los años no ha borrado. Por el contrario, lo ha reafirmado.

Por todo eso, aquí no estamos enterrando sólo a un socialista. Estamos recordando los grandes principios que alientan la historia de la humanidad; sus revoluciones; sus luchas del presente, en fin las grandes esperanzas de los pueblos del mundo. En ese espíritu, Lautaro, te recordamos siempre.

Héctor Vega, Secretario General del Movimiento de Saneamiento Político y Social

Cementerio Parque de Recuerdo “El Prado” La Florida, Santiago de Chile 3 de marzo del 2012


La vida del viejo Lautaro se extingue.

Este jueves 1 de marzo, a las 7 A.M. ha dejado de luchar contra la vida.

Una vida entera entregada a la Revolución y al Socialismo.

Entregando lo que mejor sabía hacer: Enseñar.

Generaciones de alumnos de la Escuela Consolidada pasaron por su severa ética revolucionaria, aprendiendo a respetar, no sólo a los seres humanos, sino el entorno ecológico. En clases prácticas y teóricas, caminando por El Toyo, o La Rufina, haciendo la plaza Yugoeslavia a chuzo y pala, hombres y mujeres, viejos y jóvenes.

Enseñó a visitar a la dueña de casa, al poblador, a despertarle sus capacidades para recuperarse a sí mismo, a reconocer su fuerza en la acción solidaria. Enseñó a respetar al contendiente honesto que era capaz de enfrentar sus verdades a las nuestras. Nos enseñó a ser diferentes de lo que íbamos a ser cuando descubrimos nuestras capacidades de escribir, de enfrentar la vida por nosotros mismos, de crecer como militantes de una causa justa: El Socialismo.

Aprendimos a formar comités de calle para ganar la conciencia de los más humildes, de los pobladores sin esperanzas, de la dueña de casa doblemente sometida a la explotación del sistema y al yugo que, muchas veces, sus propios esposos las sometían. El viejo Lautaro dejó fuertes huellas en su paso por la vida. Nos unió a los intelectuales de café para demostrarles que los pobladores éramos capaces de hacer mucho más que los sueños que ellos predicaban en los cafés revolucionarios del centro. Nos hizo competir con poeta, escritores, economistas, artistas y muchos otros locos que, como nosotros, querían hacer el socialismo en ésta generación, como pregonaba la famosa Tesis de Chillán, que nació precisamente en las reuniones de nuestras conferencias anuales. Por la calle Goyocalan, donde vivió hasta su exilio, transitaban intelectuales alto vuelo que buscaban como hacer realidad sus sueños.

Sergio Canut de Bon, poeta y soñador se amalgamó con ese loco afán de hacer murales junto a quienes creíamos que era posible ganarle a la derecha con Salvador Allende y bajo la mano experta de Héctor Pozo, junto las juventudes socialistas y comunistas de nuestra población hicimos el primer mural que se hizo en Chile para las elecciones del 1964: y si alguno se atreve a rascar con ternura las paredes del primer block de Petrohué con Ochagavía, encontrará debajo de sendas capas de pinturas, ese mural y nuestro poema colectivo, dirigido por Sergio Canut de Bon y Lautaro Videla

“Quiero creer en ti, en nosotros
Quiero conquistar el deber de hablar,
Del derecho de sentir,
Porque no soy hombre de color,
Ni tierra de nadie
Y a todos digo:
Nosotros –Yo ,
Latinoamérica.

Se nos va Lautaro, El Viejo, El abuelo, El Choro Videla, se nos va el maestro, el amigo, el camarada de tantas jornadas donde aprendimos a ser revolucionarios.

Concepto manoseado, por nuestros enemigos y que no tiene otra connotación que ser honestos, solidarios y decididos a buscar un camino mejor para los seres humanos, donde la equidad en el fruto del trabajo transforme las relaciones entre los seres humanos.

Lo miré por última vez, aprisionado entre máscaras y mangueras que pretendían salvarle la vida, pero él, irreductible como siempre, había planificado el término de su carrera por la vida, sabiendo que había entregado todo y que ahora nos corresponde a nosotros honrar su forma de ser.

Raúl

jueves, 01 de marzo de 2012 7:14:12

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