“Pero el siglo que se acabó es un siglo que muchos de los contemporáneos han vivido. Es un siglo que está cargado de memoria; es un siglo cuyas herencias son pesadas, son fuertes; es un siglo cuyas huellas habitan nuestro presente. Entonces, lo que se establece es un cruce entre historia y memoria”. (Traverso y otros 2016:18)
Este artículo dará cuenta de una década de historia y contracultura del Festival Nacional de Folklore en San Bernardo entre los años 1981 a 1991, bajo el alero de la Confederación Nacional de Conjuntos Folklóricos de Chile, a partir de las memorias de quienes lo dirigieron contextualizado en un período particularmente oscuro y complejo de la historia reciente de nuestro país.
Este acercamiento a la historia de la década señalada del Festival Nacional de Folklore correspondiente a un pasado reciente, tendrá como fuente de información primaria la memoria oral, es decir, las voces, relatos y experiencias de la presidenta de la Confederación Nacional Sra. Eugenia Cirano R. y el director artístico del festival de esos años, Sr. Hiranio Chávez R, quienes vivieron en carne propia las inclemencias de las políticas del régimen y con ello, las innumerables y diversas dificultades para producirlo bajo la vigilancia y acecho constante de la Dictadura Civil Militar de Pinochet, iniciada a sangre y fuego en septiembre del año 1973.
La decisión de reconstruir este período, surge como una necesidad imperiosa de ser narrada en primera persona, para dar cuenta del trabajo organizacional, cultural y artístico de éste, destacando aspectos significativos e icónicos relativos a su identidad durante aquella época específica.
“ (...) Pero se trata de un pasado reciente, vivido; de un pasado que todavía deja huellas en el presente. Eso tiene como consecuencia el hecho de que el siglo XX, como objeto de historia, solicita poderosamente la subjetividad del historiador, que muchas veces está implicado en el objeto de su investigación, al mismo tiempo, como actor y como testigo.” (Traverso y otros 2016:18)
Dichos organizadores son quienes encarnan el rol de “historiadores de su propia historia”, relevando la subjetividad de sus remembranzas, en un diálogo constante con las fuentes archivísticas que nutren de objetividad el relato.
Traverso (2016), señala que varias reconstrucciones históricas del pasado siglo XX, suelen tener características autobiográficas, produciéndose un “choque” entre memoria e historia, surgiendo y estableciéndose como síntesis la idea de “memoria histórica”, por la constante presencia de este siglo en nuestro presente, reverberando en las subjetividades de quienes reconstruyen su pasado a partir de esa dialogicidad entre presente, pasado y futuro.
En ciertas organizaciones del ambiente del folklore, se instaló una “post-verdad” acerca del Festival Nacional y su línea estética y conceptual vinculada supuestamente al llamado “folklore espectáculo”, estereotipo que se fue instaurando, planteando la existencia de una supuesta división entre dos bloques ideológicos y artísticos, respecto al modo de concebir y proyectar el folklore. Dichos bloques, refieren a una supuesta dicotomía entre el llamado “folklore espectáculo”, que estaría asociado al discurso y estética de la Dictadura Civil-Militar y el “folklore vida”, vinculado a personas opositoras al régimen. Este concepto es además una interpretación errónea del “folklore vida”, puesto que si una fiesta religiosa, o campesina es representada en el escenario, se transforma en un espectáculo como proyección artística de ese hecho tradicional.
La instalación de esta post-verdad convertida en mito, ha sido legitimada en diversas publicaciones académicas, cuyo relato fue transformándose en una verdad absoluta sin verificar, ni comprobar con fuentes orales y/o archivísticas, que dieran cuenta de esta compleja realidad y así poder acceder a un pasado reciente, a través de la recopilación de estas memorias y experiencias urgentes de reconstruir.
La mitología creada en torno a la Confederación Nacional de Conjuntos Folklóricos y la organización del Festival Nacional de Folklore en San Bernardo, es el hecho de asociarlas al estereotipo de “folklore espectáculo”, correspondiente a dicha interpretación burda del contexto epocal y sus complejidades pues, no se estarían contemplando los discursos, ni las memorias, ni estéticas de quienes participaron de aquella organización, que se encontraba bajo el control y vigilancia de la Dictadura y que debido a ello, tuvo que producir el festival bajo múltiples dificultades tanto políticas como económicas.
Memorias de la Confederación Nacional de Conjuntos Folklóricos de Chile y el Festival de San Bernardo 1981-1991.
La Confederación Nacional de Conjuntos Folklóricos de Chile fue la iniciadora y organizadora del Festival Nacional de Folklore que se realiza en la ciudad de San Bernardo. Desde el primer año de esta nueva directiva que asumió a finales del año 1981, teniendo como tarea la organización del Festival Nacional, ésta se enfrenta a diversos problemas económicos al serles retirados los aportes de la Digeder, Relaciones Culturales de Gobierno y de la Municipalidad de San Bernardo; esto como consecuencia de que esta nueva directiva no seguía los lineamientos de las instancias culturales de la Dictadura.
Aquello tenía la clara intención de asfixiar económicamente al festival, de modo que la organización no tuviera los medios para producirlo y con ello quedara abierta la posibilidad de que estas instituciones se hicieran cargo de éste.
Este nuevo escenario, obligó a realizar grandes esfuerzos para conseguir recursos que aseguraran su permanencia, ya que sólo se contaba con los ingresos derivados de la venta de entradas, lo que era absolutamente insuficiente para cubrir todos los gastos que demandaba su producción.
Se hicieron campañas en empresas, entre amigos, juntas de vecinos y destacadas/os profesionales que por nada o escaso pago realizaban sus trabajos, tales el diseño de programas y afiches , libretos, iluminación y sonido . Especial mención a la realización de las escenografías y escenario, para lo cual, contamos con la valiosa colaboración de Alejandro “mono” González. Se inició asimismo una campaña en diferentes niveles para reunir alimentos, los que eran canjeados en una empresa dedicada a la preparación de comidas. Este hecho permitió disminuir los costos en este rubro de por sí oneroso, pues el desafío era alimentar a cuatrocientas personas durante cinco o seis días.
El festival hasta el año 1981 podía recibir a veinticinco conjuntos folklóricos de todo el país sin embargo, debido a los problemas ya señalados, se tuvo que restringir la representación a un conjunto por región, el que era seleccionado en sus respectivos festivales por una comisión evaluadora.
La persecución política fue incesante , emitiéndose incluso documentos secretos dando instrucciones a las autoridades regionales y comunales de no apoyar las actividades de la Confederación y especialmente del Festival Nacional porque la directiva organizadora era “marxista”.
1.- “La Secretaría General de Gobierno ha llamado la atención de este Ministerio acerca de próxima celebración de festivales folklóricos, en comunas de la Región Metropolitana, organizados por las respectivas Municipalidades; y en los cuales tiene participación la denominada “Confederación Nacional de Conjuntos Folklóricos”, que es dirigida por marxistas”. (CIRCULAR RESERVADA N° L- 02. Ref: Festivales folklóricos. Santiago, Enero 31 de 1986 DE: MINISTRO DEL INTERIOR. A: Intendentes, Gobernadores y Alcaldes)
En otro párrafo del decreto, se amplía este mandato con instrucciones a alcaldes, intendentes regionales y gobernadores provinciales para fiscalizar esta “Circular Reservada”. A pesar de todas estas dificultades y sus implicancias, durante diez años se pudo realizar el festival nacional y los festivales regionales , a partir del esfuerzo y apoyo de distintas instancias.
Algunos periodistas de la época jugaron un rol importante y de gran ayuda para la difusión del festival, publicando sobre las constantes dificultades y problemas que sufría la organización del mismo ,como también cada una de las actividades que se desarrollaban, tales como: el desfile de todas las delegaciones en la Plaza de Armas de San Bernardo, misa y peregrinación a Maipú, Feria Nacional de Artesanía y el espectáculo músico- danzario de cada noche en el escenario principal.
Figura N°1: Información acerca del inminente cierre del Festival de San Bernardo. Fuente: Diario La Tercera, lunes 14 de enero de 1985. Archivo familia Chávez Cirano.
Un ejemplo de aquel apoyo periodístico y muy relevante, fue la participación en tres ocasiones de Eugenia Cirano y de otros dirigentes nacionales como invitados al programa Almorzando en el 13, con don Julio Martínez como anfitrión, espacio que les permitió relatar las dificultades que enfrentaban en la organización y producción del festival.
Se idearon además diversas estrategias para salvaguardarlo, siendo una de ellas invitar en el año 1985 al Sr. Henri Coursaget, presidente mundial y fundador de Cioff (Consejo Internacional de Organizadores de Festivales de Folklore)- organización con relaciones formales de consulta ante la UNESCO-, quién dio su respaldo y reconocimiento el que se concretó con la incorporación del Festival a dicha organización, con lo cual, se obtuvo un lugar en el calendario mundial de ésta y la oportunidad de que grupos internacionales pudiesen asistir a éstos y grupos nacionales, a su vez, pudiesen participar en festivales de esta organización mundial.
En su discurso de despedida en el escenario la noche final , hizo público este reconocimiento y se comprometió a gestionar esta posibilidad, situación que se concretó al año siguiente con la presencia de grupos de España y Francia por primera vez en la historia del festival. En el año 1988 envió una invitación para que un conjunto folklórico chileno, representara a la confederación en el Festival Internacional de Confolens en Francia.
Figura N°3: Fotografía de Eugenia Cirano, Presidenta Confederación Nacional de Conjuntos Folklóricos de Chile y Henri Coursaget, Presidente de CIOFF Mundial, sobre el escenario del XVI Festival Nacional de Folklore en San Bernardo. Año 1985. Archivo familia Chávez Cirano.
Otra gestión que se hizo para salvaguardar el festival como se señaló anteriormente, fue invitar al representante permanente de Cioff ante la Unesco, el Sr. Jean Roche de Francia, quien visitó Chile el año 1988. Esto permitió que el Festival Nacional y la Confederación Nacional de Conjuntos Folklóricos de Chile, recibieran un reconocimiento mundial asegurando su existencia en los difíciles momentos que se vivían.
El Sr. Jean Roche, además de cumplir este rol en Cioff era organizador de un festival infantil, por lo que aprovechó la oportunidad de invitar al grupo “Los Maipucitos de Maipú”, para que participaran en su festival. Esta conexión le permitió al grupo viajar en más de una ocasión a participar tanto en Francia, como en otros países europeos.
Posteriormente en el año 2002, el Sr Roche le solicita a la presidenta de la confederación, la posibilidad de enviar a Francia una delegación mapuche, pues tenía mucho interés en la salvaguardia de las culturas de los pueblos originarios. Fue así como viajó un grupo de integrantes mapuche, liderado por la machi Francisca Cheuquecoy Lonconao, ya fallecida, quienes además de sus actuaciones aplaudidas de pie, tuvieron la oportunidad de plantar un rewe en la plaza principal de Gannat, el que fue tallado por los mismos integrantes del grupo. En esa ceremonia fueron reconocidos por la UNESCO por su aporte a la cultura de la paz.
Otra gestión realizada por esta organización nacional, fue postular a la Sra Margot Loyola al Premio Nacional de Artes, no sólo como una forma de reconocer su labor como estudiosa de la cultura tradicional, sino de paso, relevar la labor de los folkloristas que históricamente han sido mirados en forma peyorativa en relación a las otras artes, añadiendo a esto el hecho de ser acusados de marxistas, durante aquel período difícil de la historia reciente de nuestro país, es decir, persecución y discriminación.
La recolección de firmas a nivel país para lograr ese objetivo y liderada por los delegados regionales de la confederación, trajo graves consecuencias para algunos de ellos, pues quienes eran profesores municipalizados fueron exonerados de sus trabajos, tal vez porque esta actividad fue considerada atentatoria contra el orden establecido.
Una actividad importante dentro del Festival Nacional de Folklore, era el traslado de la imagen de la Virgen del Carmen desde el Templo Votivo de Maipú hasta el escenario para que desde allí presidiera cada jornada artística. Este traslado se realizaba sin ningún ritual para lo cual, la organización se dio a la tarea de implementarlo dándole la relevancia y presencia ceremonial que ameritaba.
Fue así como se inició este rito con la participación de conjuntos folklóricos de la Región Metropolitana, quienes luego de celebrada la misa en el Templo Votivo de Maipú escoltaban la imagen de la Virgen del Carmen hasta la Catedral de San Bernardo.
Figura N°4: Información acerca del traslado de la Virgen del Carmen desde el Templo Votivo de Maipú hasta la Catedral de San Bernardo. Fuente: Diario La Tercera, lunes 25 de enero de 1988. Archivo familia Chávez Cirano.
El obispo de la Catedral de San Bernardo, Don Orozimbo Fuenzalida se negó a participar en estas misas por considerar “actos profanos” el bailar y cantar dentro de la iglesia, desconociendo parte de nuestras tradiciones, en tanto expresiones de folklore religioso en un país mariano; más bien fue un acto político de desaprobación hacia nuestro quehacer. Es difícil encontrar otra explicación, puesto que en el Templo Votivo de Maipú se celebraban dos ceremonias de las mismas características en torno al Festival Nacional de Folklore.
Dirección artística en el Festival Nacional de Folklore.
El Festival Nacional de Folklore permitió visualizar realidades poco conocidas de aquellas múltiples escenas “pre-teatrales” que los grupos traían a escena, verdaderas manifestaciones etnográficas que retrataban dichas comunidades, siendo ésta una manera contracultural de hablar de un Chile diverso.
El modelo de presentación instalado exigía entre otros requisitos, sustentar los montajes músico-teatrales por medio de verdaderas monografías etnográficas, desarrolladas de manera intuitiva por los directores e integrantes de los conjuntos folklóricos participantes.
La participación de destacadas compañías de teatro, actores, actrices y grupos musicales, permitieron con su presencia convertirse en referentes para el desarrollo artístico de los grupos confederados, quienes proponían un discurso social que visualizara las problemáticas regionales desde una perspectiva de desarrollo cultural, en respuesta a una política a la que las mayorías disentían, desplegando en escena aquella “extracotidianeidad” que no contaba con el espacio social ni cultural para su representación.
Las obras teatrales presentadas en el festival durante la década señalada fueron las siguientes: La Negra Ester, dirigida por Andrés Pérez con la participación de Roberto y Lautaro Parra, La Pérgola de las Flores, dirigida por Eugenio Guzmán y su elenco original, Lautaro, de Isidora Aguirre dirigida por Abel Carrizo-Muñoz y protagonizada por Andrés Pérez, Chiloé cielos cubiertos, dirigida por Nelson Brodt. En cuanto a la participación de músicos podemos mencionar a Pedro Yáñez, Jorge Yáñez, al Grupo Chamal y a las destacadas folkloristas Sras. Margot Loyola y Gabriela Pizarro, por mencionar algunos referentes importantes en el ámbito de la música popular y tradicional.
También participaron destacados actores y actrices de la escena nacional encarnando personajes teatrales tales como: El huaso y la lavandera interpretado por Ivonne Figueroa y Luis Vera, La florista por Norma Norma Ortiz, El tortillero por Tennyson Ferrada, El organillero en la actuación de Miguel Ángel Bravo, La meica interpretada por Myriam Palacios, además de la participación de Mario Lorca y Gabriela Medina como animadores.
Este espacio creado y diseñado para proyectar la diversidad cultural del país, fue conformado en su mayoría por conjuntos folklóricos integrados por pobladores, estudiantes y profesores provenientes de Arica a Chiloé, quienes con su presencia fueron transformando el festival en un verdadero ícono de culturas “subalternas”, es decir, un lugar sin censura y con libertad artística.
La participación de un público cautivo y solidario con estas manifestaciones en su mayoría desconocidas, da cuenta de su interés por conocer ese otro país que habla desde un formato de autenticidad propio de la “otredad”. Es así como este espacio mágico producido por la “otredad”, permitía sentir aquello que vivíamos como libertad de expresión bajo las propias reglas de la escena “pre-teatral” y sus auténticos contenidos. El público mostraba su complicidad a partir de los signos que indicaban una postura distinta a la oficial. De este modo, su mensaje hizo que el festival se convirtiera en un referente artístico, cultural y democrático de las expresiones “subalternas”.
La música creadora de atmósferas con altos contenidos de culturas propias de esta diversidad territorial, permitió que el imaginario colectivo se unificase en un solo canto, en aquel espacio único que en esos años fue el Festival Nacional de Folklore en San Bernardo, donde lo periférico y diverso abría sus puertas a un centro artístico que nos hablaba desde un idioma consecuentemente libertario, traspasando las fronteras del tiempo hasta la gran gesta democrática. Este vínculo que produce la atmósfera de la música, ese realismo mágico “Garcíamarqueano”, nos recuerda la belleza de lo sencillo instalado en la escena “pre-teatral” de este particular festival realizado una vez al año en tiempo estival. Es por ello, que este encuentro con las raíces de las culturas regionales, ayudan a crear una idea de país en el entendido de una democracia cultural, proponiendo una descentralización y un cambio de paradigma en lo que concierne a la “chilenidad”, abriendo así un universo cultural distinto al estereotipo homogeneizante de “lo chileno”.
Sin embargo, todo esto se truncó dado que posteriormente el municipio sanbernardino, logró su objetivo de “apropiarse” del festival nacional con la complicidad de aquellos que habían perdido su poder original en la dirección del mismo. Esto significó un profundo cambio de paradigma respecto a los conceptos de música y danza tradicional, al contratar artistas populares de la industria disquera ajenos a los principios fundantes de la Confederación Nacional de Conjuntos Folklóricos de Chile. Con esto desapareció la perspectiva original a partir de la cual este festival llegó a tener renombre nacional e internacional, esfumándose paradójicamente en la emergencia del nuevo escenario “democrático” del país.
Bibliografía
Acuña F María Graciela, Flier Patricia, González Vera Myrian, Groppo Bruno, Hevia. J Evelyn, López G Loreto, Nicholls L Nancy, Oberti Alejandra, Bacci Claudia, Skura Susana, Traverso Enzo.
2016 Archivos y memoria de la represión en América Latina (1973-1990). Santiago: Editorial Lom.
CIRCULAR RESERVADA N° L- 02. Ref: Festivales folklóricos. Santiago, Enero 31 de 1986 DE: MINISTRO DEL INTERIOR. A: Intendentes, Gobernadores y Alcaldes.