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Gerardo Ernesto Pincheira Bounaud; Loncoche y la gratitud eterna al maestro infinito en el día del patrimonio. Por Marco Silva Cornejo

La semilla del maestro proviene de las tierras de Coñac en el sur de la Francia de finales del siglo XVII. El periplo de su linaje contemplo Traiguén, Victoria, Freire y Pucón. Para recalar finalmente su embarcación cargada de colores y armonías en las orillas del invisible Mar de Loncoche al sur de la Araucanía.

Junto a Yenny Alderete Yeager, cultivaron el amor y la familia en esta comunidad a la que han aportado desde entonces. Siempre comprometidos con la tarea de educar y compartir sus saberes y haceres con nuestra comunidad de manera generosa y con sabor a pueblo.

El legado de este hombre embriagado de ternura y magia, es sin duda incalculable para nuestra mirada estrecha y ajustada a la epocalidad de nuestras vidas. Tan profunda la entrega que ha recreado los himnos que nos dan sentido de identidad y performatean el cotidiano de nuestras vivencias, inscribiendo en el cielo para siempre la frase que nos pertenece y da sentido de tenaces e incansables.

En el día del patrimonio nos resulta imposible articular esta palabra sin traerlo a la mesa de nuestro sentir profundo. Imposible no agradecer las armonías de su paso por nuestras vidas, el color y las acuarelas con las que ha dado sentido a nuestros paisajes y al amor inmenso que siente cada día en su tarea infatigable de maestro insigne y humilde.

Gracias Gerardo Ernesto por todo el aprender que nos has regalado y que a veces ignoramos por culpa de la premura urgente de los días. Creo justo gritar al cielo cien veces tu nombre en este día de conmemoraciones, r que en ti habita el maestro primero, vecino de la vereda izquierda, renacentista del oficio mas bello, arquitecto de todo aquello que nos explica y constituye.

Marco Silva Cornejo
Mg. Ciencias Sociales Aplicadas UFRO

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