En recién pasada elección se eligieron cinco autoridades regionales en primera vuelta y quedaron once para la segunda vuelta. Ese es el dato matemático-electoral-político de dicha elección regional. Las elecciones municipales, en su cobertura de alcaldías y concejalías, también lograron resultados, que junto con las consejerías regionales (la otra elección regional), darán para varios análisis y conclusiones. Ahora queda por verse el resultado de esas once segundas vueltas el próximo 24 de noviembre, donde pasarán desde lo teórico algunas cosas y, desde lo práctico, otras.
Desde lo teórico-práctico, debería ocurrir que todos los encadenamientos políticos electorales al día 28 y 29 de octubre debiesen ajustarse nutritivamente, ad portas del nuevo desafío electoral de fines de noviembre. Por lo tanto, los pactos, con sus derrotados y vencedores debiesen colocarse a disposición de este mandato de elección de gobernadores/as regionales.
Desde lo práctico, es sabido que el desafío de acometer una segunda vuelta de autoridades regionales obliga a las candidaturas comprometidas a buscar todos los apoyos, en un contexto complejo de cansancios y evaluaciones diversas de quienes participaron en la primera y segunda línea, obligando, además, a los telones de fondo políticos, llámese partidos políticos, con todo el descredito que tienen, a querer avanzar en los ajustes de acuerdos para acometer esta tarea con posibilidades de éxito. También la ciudadanía, que gradualmente incorpora en su imaginario la elección regional, en sus combinaciones organizativas diversas, debiese querer involucrarse en tal proceso, funcional a sus intereses de desarrollo comunitario-barrial-comunal-regional.
Los gobiernos regionales, tanto en su cobertura de gobernaciones como en cuanto a consejarías regionales, se inscriben en el largo y cansino proceso descentralizador chileno, en su dimensión política, implicando por ese mero hecho relaciones espaciales de poder, que, si bien se han ajustado en un primer tiempo, queda ahora culminarlo y abrocharlo en esta segunda vuelta. Estos resultados, ciertamente, determinarán una nueva geografía electoral, pero también política, así como otros indicarían, hasta geopolítica (lo que es adentro, es afuera en materia de política exterior). Es el último retazo para prefigurar lo que será la próxima elección parlamentaria y presidencial del año 2025, con elecciones primarias aseguradas en uno u otro aspecto, esta vez en territorio del legislativo-ejecutivo nacional.
Así, entonces, en este mes de campaña, junto con lo anteriormente indicado, a propósito de lo teórico y práctico que debería ocurrir, como también en sus combinaciones, sería del todo “grato-urgente”, escuchar de Proyectos Políticos de Desarrollo Regional que tributen hacia la comunidad nacional, desde las singularidades sub-nacionales, colocando foco en los instrumentos de planificación territorial, un mayor aceleramiento del proceso descentralizador, más asertividad en las orientaciones, políticas, planes y programas de seguridad pública y de desarrollo económico regional sustentable, entre otros varios aspectos que la ley 19.175 obliga a los gobiernos regionales, como es, por ejemplo, la gestión del riesgo natural y un desarrollo territorial más armónico. Se esperaría que estos Proyectos Políticos de desarrollo regional (la P mayúscula es intencionada), se lograsen, además, en matrices de participación ciudadana y permanente reforma y modernización del Estado, en el afán de avanzar en transparencia, probidad y anticorrupción, asegurando de este modo el fortalecimiento de la democracia.
En consecuencia, esta segunda vuelta electoral regional, debiese coronar el ajuste de estas relaciones espaciales de poder, por medio de esos proyectos políticos que permitan el fortalecimiento de la democracia regional-subnacional y del rol de la persona humana en su entorno, en vistas de las ya mencionadas elecciones del próximo año. No es poco lo que está en juego, sobre todo cuando de democracia se trata. El llamado es a votar en conciencia, más allá de los discursos altisonantes.
Federico Arenas Vásquez
Doctor en Ciencias Económicas y Sociales, mención Geografía, Universidad de Ginebra, Suiza. Geógrafo por la PUC de Chile. Premio Nacional de Geografía 2022, otorgado por la SOCHIGEO. Académico del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
José Orellana Yáñez
Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Integrante del Centro de Desarrollo Comunal Padre Hurtado.