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Guillermo Núñez o cuando se llega sin llegar y se parte sin avisar

Conocí a Guillermo en París cuando un actor de mi grupo -el Teatro de la Resistencia- Chile-, Feño, Fernando Orellana, fotógrafo, hijo de Carlos Orellana, con cierto aire de clandesta me dijo: “Gustavo quiero que conozcas a alguien”, y me llevó a un departamento en las afueras de París, en Bobigny, si mal no recuerdo.

Allí sentado se encontraba Guillermo, liberado de campo, recién llegado a comenzar su trayectoria en el exilio, y comenzó este relato:

“Gustavo, llegué hace una semana, pero nadie sabe que llegué, es decir, públicamente no he llegado. Feño me habló de ti, de tus contactos y creo que podrías darme una mano en mi llegada, organizar un acto público, invitar a las autoridades francesas del Ministerio de Cultura, a la prensa”.

Antes, cerró los ojos, y nuevamente vendados, esta vez por sus párpados, recorrió interrogatorios, imágenes, la vida de campo, y en su relato se mezclaban la imagen y la palabra, simiente de cuadros y palabras. La historia y la vida.

Como director de teatro, me imaginaba la puesta en escena, Guillermo, como pintor, le ponía color al acto.

No logré poner en escena su llegada y Guillermo continuó su camino cabalgando en sus pinceles. No tenía necesidad de llegar.

Eran los tiempos en que en los Campos Elíseos se estrenaba "Yo fui, yo soy, yo seré"; (1974), de Heynowski y Scheumann, film rodado en los campos en el norte de Chile tras los cineastas alemanes hacerse pasar por admiradores de Pinochet, pero eso es otra historia.

En medio del estreno se escucharon risotadas, de inmediato se prendieron las luces de la sala y su ubicó a los provocadores: Guillermo y el Paco Peña, también llegado de campo.

Desconcertados los organizadores les preguntaron ¿de qué se reían?, y ambos señalaron la pantalla, la imagen congelada y dijeron, ven a ese, ese soy yo.

Así llegó Guillermo al exilio, cabalgando en la imagen.

Hoy me enteré de su muerte y me dije: se fue sin avisar.

Y, a decir verdad, Guillermo no tenía necesidad de avisar su llegada, como no tenía necesidad de avisar su partida puesto que, cuando no se llega y no se va, se pertenece a la eternidad.

¡Hasta siempre, Guillermo!

Gustavo Gac-Artigas

Escritor, poeta, dramaturgo y hombre de teatro chileno, miembro del PEN Chile y miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Reside en los EE. UU.

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