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Ha llegado carta del siglo XXI al siglo XX. Por Luis Osorio

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En los años 70 del siglo XX, al escribir una carta había que hacerlo con cuidado, pensando lo que se quería decir, escrita a mano o con máquina de escribir. Si salía mal, se rompía la hoja y todo de nuevo, hasta llegar a un texto decente y legible para el destinatario. En la actualidad, la tecnología y procesadores de texto, permiten de manera más fácil, escribir, corregir y finalmente, expresar lo siguiente:
Entendiendo la democracia, como base para decisiones de mayorías efectivas, no aquellas que son relativas, es dañino el vivir en la ilusión de algo que en esencia no ha existido, y se finge una convivencia muy débil, con carencias que se han ido acentuando de manera sostenida, justamente para las mayorías.

Resultando necesario distinguir el comienzo de la dictadura, con el significado de ésta, como imposiciones para todos los habitantes de un país, que moldean lo estructural y repercuten a fondo las posibilidades de bienestar en condiciones de dignidad.

El proyecto país, ideado desde el año 1973, que tiene fases bien claras: el poner en jaque al “enemigo” hasta derrotarlo y llegar al nivel de exterminarlo; la elaboración y diseño de un modelo intencionado e inconsulto de proyección de largo plazo; el inicio de la implementación del modelo asegurando su continuidad; y la redacción de una Constitución, la del 80, determinante de reglas del juego asentadas en una negación a la democracia.

Cumplidas esas fases, viene la acción de acuerdos y pactos escondidos, para dejar el gobierno, pero sujeto a condiciones de dar continuidad a lo estructural, e incorporando su perfeccionamiento, siempre conservando la lógica inicial. La explicación de ello es la oferta, de los beneficios personales que reportaba su administración, con bondades para un reducido grupo de personas.

Es decir, a contar del año 1990, la dictadura logra consolidarse en sus principios ideológicos y estratégicos, pactando el apoyo futuro necesario y así dar el pase para las elecciones venideras, principalmente en lo presidencial. Es cierto que hubo un plebiscito el año 1988, pero todo ya estaba conversado.

No es menor, el hecho que la Constitución del 80, entra en plena vigencia el 11 de marzo de 1990, y no antes. La conclusión es obvia, a partir de ese momento se comienza a gobernar acorde a los designios establecidos en el gobierno cívico militar.

Es de significancia lo expresado, ya que contundentemente a la fecha no hay signos que permitan percibir una democracia, en cambio abundan lo que hace más sentido a una continuidad de la dictadura. No queda manifestada en 17 años, sino en su proyección.

Hay diferencias, pero ellas también representan un elemento decidor bajo este análisis, se baja considerablemente a través del tiempo la violación sostenida a los derechos humanos, comparativamente con el período comprendido entre 1973 y 1990, pero ello no implica la no ocurrencia de hechos de ese tipo a lo largo de la historia posterior al año 90, y en particular en el período más reciente durante el actual gobierno. Podríamos, estar en un período muy incipiente de llegar a una democracia real a través de la Convención Constituyente, aún con un hecho un tanto especial, que es cuando una norma de convivencia elaborada previo al año 80 sin participación ciudadana, al arbitrio y autonomía total de la derecha y militares, se infiltra lo que iba a ser el proceso constituyente que tiene menos de un mes, y le fija condiciones de partida. Recae en los constituyentes, la misión de alcanzar una democracia, participativa y centrada en las mayorías activas y no pasivas.

En el plebiscito de entrada, en ninguna parte aparecía en forma explícita la aceptación del acuerdo del 15 de noviembre. Tampoco desde un pensamiento racional, podía asumirse un acto tácito de aceptar reglas fijadas en esa ocasión, las papeletas permiten perfectamente realizar un sondeo en esa dirección. Ya con el convivir con las reglas definidas en dictadura, por largos años es más que suficiente.

El entendimiento de que el factor del por qué, están ocupando los puestos que tienen, son los hechos del 18 de octubre de 2019 y todo el contenido que ello implica, es de importancia para un ciclo de historia que se inicia aclarar este punto, ahora es evidencia, con los años será interpretación.

Las condiciones actuales, otorgan relevancia mayor a la totalidad de los constituyentes, por sobre cualquier candidato de las diferentes elecciones que han tenido lugar en los últimos meses, y las que se celebrarán dentro del año. También ocurre lo mismo en relación a los integrantes del gobierno. El argumento que avala esta aseveración, es que el trabajo que realizan apunta al largo plazo, horizonte diferente de los otros actores mencionados, que se postulan o se postularán para períodos más reducidos de los que abarca la existencia de las Constituciones, con pruebas irrefutables de ello. Los constitucionalistas, podrían dejar un legado de gran proyección. Debe haber sintonía con los diferentes poderes del Estado que se están renovando, que se deben ir adaptando a lo que emane de la Nueva Constitución.

La carta del siglo XXI al siglo XX, le debería expresar que se siente más aventajado porque están ocurriendo cosas de las cuales el (siglo XX) se debería haber hecho cargo, pero quienes lo fueron conduciendo, no lo hicieron nada de bien. Y es al siglo XXI al cual se le vino todo encima.

El año 2021, vendría siendo equivalente a 1991, cuando ya se debería haber comenzado a redactar la Nueva Constitución, incluso tomando no necesariamente un año para su redacción, podría haber sido más. Con ello el término de la dictadura se habría manifestado en un plazo breve. Sin embargo, se impuso la negación a los cambios y de ahí para adelante, hasta ahora todas las consecuencias expresadas en octubre de 2019. Los estilos soberbios, ya avanzado el siglo XXI, deberían dejar que los cambios fluyan en el país, sin desarrollar una actitud obstruccionista. El ciclo a su cargo ya alcanzó su fecha de vencimiento, y en materia eleccionaria lo único que estaría pendiente, a la fecha, es la definición de listas de parlamentarios, y nada más.

El saberse mal menor, no era ningún atributo favorable para llegar a La Moneda, mucho más cercano a la frase conformista de “es lo que hay”. Lo presidencial ya podría cerrarse ahora, tenemos configurado el siglo XXI para la elección de noviembre, nuevos nombres podrían ser una representación del siglo XX, al cual el siglo XXI le pide que dé un paso al costado. Además, que, en situación de pandemia, sumado al avance hacia transformaciones sustanciales urgentes, sería mucho mejor resolver en primera vuelta sin más postergaciones. Es una experiencia favorable, el construir el futuro desde la juventud, a ellos les pertenece y deben ir trazando la carta de navegación, pensar, diseñar e implementar.

La historia tiene grandes lecciones, y desde el año 1990, el aprendizaje de la forma en que no se hacen las cosas, para lograr el bienestar del ser humano. Octubre del 2019, sigue marcando el punto de inflexión entre un antes y un después.

19 de julio de 2021

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