Ocurrente e irónica, la novela El administrador de almas es una crítica al tiempo que nos toca vivir, escrita con las virtudes de la frescura y lo desopilante.
Reinaldo, el protagonista —que alterna su categoría humana con raptos de inestabilidad emocional en las que se cree Dios (¿o es Dios?)— se enfrenta con una extravagante experiencia.
Los episodios están amenizados con frecuentes diálogos que colaboran con la lectura.
Es una historia de Ciencia Ficción con saltos en el tiempo, para mostrarnos las contradicciones y otras perversidades que nuestra civilización fue adquiriendo en los últimos siglos, referidos a sucesos localizados en Chile, que se hacen extensivos a cualquier otro país de la región, incluso de otras regiones de Occidente.
Reinaldo se encuentra con la responsabilidad de las almas —¿de qué almas se trata?— a su cargo. Pero debe batallar con los conflictos terrenales y los personajes de la política y la economía que el tiempo ordena.
Iván Quezada recurre a íconos de nuestra cultura como mojones para la historia que quiere contarnos.
Vale mencionar la intervención de personajes como Freud y Sócrates en diálogos y conclusiones de potente sugnificado. «En ninguna parte vio (Sócrates) al hombre que anunció, libre de ataduras materiales...».
En la realidad terrenal, un personaje como el señor Iturralde — representante de la clase alta empresarial— expresa en su discurso que «el sentido de nuestra absurda historia universal es la búsqueda de que un solo individuo sea dueño de todo».
Tal vez esta es la frase que devela la intención del autor al escribir esta historia.
Es una novela con un gran significado político, con una concepción altamente sarcástica, delirante, original y contestataria.
Coincido con las palabras del prologuista: «es la novela más cuerdamente loca y acertada de los últimos tiempos».
Olga Laudani
Poeta de Argentina