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“Honrar al padre" o la literatura en la historia de lo reciente. Por Hans Schuster

La novela en Latinoamérica desde sus inicios, se caracteriza por desarrollar una serie de temas constantes que van desde los conflictos sociales, la descripción permanente de la naturaleza, el dictador y las atrocidades cometidas bajo su capa de sangre, el desarrollo de mitos y leyendas interculturales, el mundo mágico plasmado en toda la riqueza del lenguaje, con giros poéticos en prosa, o entremezclando géneros. Sin embargo, la constante más frecuente de los últimos tiempos, desde el Boom y el post boom latinoamericano, ha sido lo invariable de atragantarse con la historia reciente y convertir el dolor y la amargura en una fiesta, dejando ver que la historia es también un momento de carnaval: en donde el lenguaje es una máscara que habla del lenguaje proyectando los asombros, como una celebración de múltiples sombras en los desafíos de la página donde el disfraz del narrador se hace presente, enjuiciando los horrores de la historia reciente.

De allí que el autor/a, suele utilizar narradores en primera persona, que son quienes le dan el tono realista a la historia, aunque no necesariamente sea el protagonista, y suele ser el más utilizado, dado que cuenta los hechos desde su propia experiencia, o bien relata los acontecimientos en su condición de testigo. Otra forma de narrar, es dirigir los discursos hacia sí mismo, en una suerte de monólogo interior, a ratos flujo de la conciencia, donde las emociones se hacen presentes porque reflexionan y recuerdan, haciendo patente el pasado que se desdobla para contar, entre los sueños, la imaginería y los múltiples niveles de realidad presentados como una segunda voz que apela al lector, entregando variada documentación al modo de epístolas o escritos de diversa índole que vienen a complementar y ampliar los sucesos narrados, como si participara la voz narrativa desde el afuera y le diera cabida a los detalles; a los tiempos en que suceden los hechos, para dejar entrar otro momento en la armonización de la estructura narrativa con el propósito de que sea recibida como una voz que lo sabe todo, de modo que, administrando la información y las voces narrativas, a la manera en que considera que lo que narra tiene carácter de objetivo y que por lo tanto, se vuelca hacia un espíritu de época que pone énfasis en los aspectos psicológicos de los personajes o bien, es parte de la historia, es su protagonista, y trata los asuntos como si la trama fuera la objetiva y él o ella solo da cuenta de los sucesos en la historia que suele sobrepasarlos entre tribulaciones y penurias.

Pero bien, vayamos al autor y la novela que da paso al artículo. Bruno Serrano Ilabaca, poeta, narrador y editor de múltiples libros a lo largo de los años, y que en la inmediatez del ahora, nos presenta su última novela; “Honrar al padre” (Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile, mayo de 2022). Los cuatro capítulos de la novela, vienen acompañados de un glosario de términos y chilenismos. En esta obra, la voz del narrador, que asume varios de los momentos descritos en el párrafo anterior, intenta dar cuenta de su desquite, “Vengar el asesinato del presidente Allende”, así parte la novela, como si lo que va a presentar a los ojos del lector fueran múltiples escritos en desordenados cuadernos, que se reorganizan en orden cronológico y ponen a nuestra disposición hechos y acontecimientos, para ajustar cuentas con quienes cometieron salvajes crímenes de estado durante la dictadura y después de ella.

Pero no es sólo la venganza, lo que gravita en lo narrado, es el espíritu de un héroe, o anti héroe según se refleje en los recuerdos que espejean la memoria. Y así “el viejo”, como apodo o chapa militante, da cuenta de su paso por Bolivia buscando al Che, sus momentos de escolta personal de Salvador Allende y los múltiples sucesos de vida o sobrevivencia clandestina con un realismo que aflora nombrando a quienes fueron emboscados, torturados y asesinados, como a su vez los nombres de torturadores y asesinos, en diversos momentos bien documentados y narrados desde el aquí y el ahora. La novela es ágil, con descripciones de lugares y sucesos que al parecer se apegan a los verdaderos protagonistas de la historia reciente, donde “el viejo” está presente en diversos usos de la voz narrativa y por allí emerge en múltiples momentos que dejan ver el entramado combativo ante una de las 10 dictaduras más sangrientas de Iberoamérica de los últimos 49 años, dado que el próximo 2023 se cumplen los 50 años del asesinato de la democracia en Chile, tras el sangriento golpe de Estado por el que se derrocó al entonces presidente Salvador Allende. La extrema violencia estuvo presente en este régimen desde el principio, para combatir a las ideologías de las izquierdas y para ello se ordenó a las fuerzas armadas y de orden, junto a los civiles cómplices de torturar y asesinar a toda la oposición que apoyaba el régimen de Allende, tanto a nivel nacional como internacional, y de paso a quienes se consideraban molestos a los intereses de terratenientes y empresarios que apoyaron masacres de campesinos, indígenas, obreros y oficinistas en forma selectiva, pues necesitaban apropiarse de sus tierras, o dar muestras de su poder y se aprovecharon del horror para mantener a los trabajadores y trabajadoras con sueldos de miseria. Basta recordar la carestía de esos años y los programas del PEM y POJ con que la élite aumentaba el daño y los perjuicios causados ante un pueblo que había votado por establecer algunos derechos y dignificar la pobreza que era y es mantenida por los dueños del dinero.

Pero ese tiempo, de la historia contada en la novela, y que no forma parte del argumento, permitió que las nuevas grandes fortunas se hicieran dueñas de los recursos humanos y naturales creando sistemas amparados por las leyes (todo legal) que hasta el día de hoy permiten los abusos de la banca, inmobiliarias, AFP, ISAPRES y otras graves y grandes irregularidades, por decir lo menos (recuerden todo legal), en minería, plantaciones forestales, agricultura, pesca, transporte, por donde se mire: la legislación ha blindado situaciones graves, como salud y educación pública, vivienda y otros cuantos asuntos que tienen bajo su potestad, bajo la supuesta eficiencia de lo privado en desmedro de lo público, al mínimo sueldo con la gran mayoría, que se enferma y se ve obligada/o a regalar sus horas de traslado para mantener los privilegios de los dueños de dinero, que cuando se ven atrapados por la corrupción o unas de las tantas fechorías monetarias sólo son sancionados con cursitos de ética.

Tal vez por ello es que hoy en día, sus esbirros están en la campaña de las noticias falsas, al modo de Axel Kaiser, quien, en una carta publicada en El Mercurio realizó 17 afirmaciones infaustas acerca de lo que había aprobado el órgano constituyente, o desde el raspado de olla al que se vino a sumar el senador de Evópoli, Felipe Kast, quien ha incurrido, al menos en seis ocasiones, en la divulgación de noticias falsas a través de sus redes sociales, manteniendo su acostumbrada virulencia y odiosidad por la pérdida de privilegios, o Harry Jürgensen (RN), quien en seis ocasiones ha publicado contenido falsos así como Marcela Cubillos (ex-UDI), quien en cuatro ocasiones ha divulgado contenidos falsos acerca del proceso constituyente y fue sancionada por el Comité de Ética de la Convención con el 5% de su dieta y un gran número de parlamentarios de Chile Vamos, caben destacar: Diego Schalper, Iván Moreira, Camila Flores, Javier Macaya y Rojo Edwards. En la lista también se repiten otros ex convencionales de derecha como Martín Arrau, Bernardo Fontaine, Ruggero Cozzi, Rocío Cantuarias, Ruth Hurtado, Arturo Zúñiga, Teresa Marinovic, Ricardo Neumann y Eduardo Cretton, además del ex PPD Felipe Harboe. A los que se suman a la nómina rostros de distintos sectores como José Francisco Lagos, Soledad Alvear, Iván Poduje, entre otros. Y gracias a reportajes sobre las noticias falsas, como lo publicado en el desconcierto.cl, podemos desenmascarar a los divulgadores, cuestión que en la televisión abierta les siguen dado cabida con más minutos al des Apruebo que a quienes dicen la verdad de lo aprobado en el texto constitucional recientemente entregado a la ciudadanía. Quienes sin duda serán objeto de próximos relatos, porque el arte y la literatura se hizo cargo de la historia y de poner de manifiesto a personajes que como antihéroes tienen sus límites paradójicos y una moral contradictoria, basta leer la carta de Lagos, y recordar su imperio de concesiones y sobresueldos. Porque supuestamente sufren por no cruzar ciertas líneas, y al cruzarlas tienen un conflicto interno, para no decir nada de los conflictos de intereses, por ello se acercan a las características de los villanos quienes son los que actúan (todo legal, pero sin moral como las zonas de sacrificio) y son capaces de actuar de forma ruin o cruel, ante la esperanza de una primavera digna con todos los pueblos de la República.

Pero volvamos a la novela, que a ratos trae consigo el encanto y desencanto de la utopía, y al mismo tiempo narra y se involucra en los hechos de la historia reciente, en un gesto en que “Honrar al Padre” es reconocer las ideas en donde la decencia humana es algo más que un momento ontológico y/o moral, es una realidad adquirida por los hechos y las consecuencias de la historia personal ante la gran historia, a la cual el 4 de septiembre estamos obligados a votar.

Hans Schuster
Escritor
Fundador del Colectivo de Arte: Látigos de Fuego
Co-fundador del Colectivo de Artes y Humanidades Filopoiésis. Coordinador área de Gestión de las Culturas y Patrimonio-UCSH.

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