Algo sabemos –no todo aún- de lo cruento del imperialismo estadounidense por los archivos desclasificados de la CIA. Algo sabemos, igualmente, de la cooperación irrestricta de los servicios de inteligencia brasileños para con la CIA y los servicios secretos chilenos durante la gestión del golpe y las operaciones de persecución y exterminio sobrevenidas durante gran parte de la dictadura[1].
Pero menos se sabe acerca de la implicación de Israel en la dictadura de Pinochet. Se sabe menos no solo por el lobby israelí que siempre es fuerte y que despliega la “hasbara” (la propaganda victimista israelí- en Chile y en diferentes partes del mundo, sino porque el propio Estado sionista no ha desclasificado sus más de 19 mil archivos a pesar que dos de sus ciudadanos (David Silbermann, hijo de un desaparecido y Lily Traubmann, hija de un ejecutado político) han solicitado desclasificarlos, sin éxito[2].
La cuestión resulta relevante, sobre todo, a 50 años de la conmemoración del golpe de Estado en Chile, puesto que si algo tendría que ser decisivo en dicha conmemoración es la aclaración del papel jugado por las fuerzas imperialistas que estuvieron involucradas en la gestión del golpe y la consolidación de la dictadura.
En el caso israelí, todo resulta clave, sobre todo, si consideramos que su industria securitaria que produce, básicamente, tecnologías anti-terroristas, ciberseguridad y entrenamiento de servicios de inteligencia, se consolidó durante la dictadura de Pinochet como la principal industria militar y de seguridad[3]. Rol que ha tenido hasta el día de hoy en que las empresas israelíes siguen siendo las proveedoras más importantes.
Para comenzar, habría que referir a que en 1975 llegó a Santiago de Chile una delegación israelí liderada por Nahum Admony, en ese entonces, director del Mossad para entrevistarse con Manuel Contreras e intercambiar una cabeza de exocet por entrenamiento israelí a los servicios de seguridad del régimen (DINA)[4]. Habría que deshilvanar más la naturaleza de esta singular “cooperación”, sobre todo, en lo que respecta a la formación de la DINA y de la relevancia que ello tuvo en la política de exterminio ejecutada por el régimen de Pinochet.
Sin embargo, un momento clave para la consolidación de la relación entre Israel y el régimen de Pinochet, fue lo que tuvo lugar en 1976: los senadores demócratas liderados por Edward “Ted” Kennedy, impulsaron el embargo de armas a Chile (al que se unión Gran Bretaña y Francia) a través del Congreso norteamericano, bajo lo que se denominó la “enmienda Kennedy”: la “ayuda militar” que los Estados Unidos proveía a Chile sería suspendida y sus FFAA y de Orden no podrían adquirir equipamientos bélicos (esa relación solo se restituyó en 1990 con la restitución de la democracia). La situación geopolítica chilena era complicada: las tensiones con Bolivia y Perú crecen, pero, sobre todo, lo harán las tensiones con Argentina por el conflicto del Canal Beagle en 1978[5]. Bajo esta situación, Chile no puede recurrir abiertamente a los Estados Unidos para obtener armas y, como ha sido costumbre, Israel suplirá su lugar constituyendo en el proveedor más importante de armamento y de entrenamiento: “Israel no solo entrenó personal chileno para ayudar la represión contra su propio pueblo –señala Antony Loewenstein- Después del embargo de armas contra Chile aprobado por el Congreso estadounidense en 1976, un cable desde la embajada estadounidense en Chile muestra que Israel era el mayor distribuidor de armas a Pinochet. Otro cable estadounidense, del 10 de abril de 1984, indica que la subsecretaria de estado estadounidense señalaba que Israel era uno de los distribuidores de armas más importantes al régimen.”[6] Aunque Israel comienza a vender su material bélico desde 1974 al régimen de Pinochet, no será sino hasta la puesta en juego del embargo que dicha relación se profundizará. Desde 1974 Israel comienza a vender su material a Chile, pero será después de la célebre “enmienda Kennedy” que se convierta en el principal proveedor hasta la actualidad. De hecho, el segundo gobierno de Sebastián Piñera fue el gobierno que mayor armamento compró desde 1990[7].
Que Israel haya estado involucrado en el fortalecimiento de la dictadura no es casualidad. Su industria securitaria, que se prueba día tras día en los territorios ocupados palestinos (territorios que, desde la resolución 242 y 338, Naciones Unidas exige a Israel su devolución al pueblo palestino), se ha convertido en la más importante del planeta, nutriendo a regímenes como la Sudáfrica del apartheid donde Israel fue el principal socio comercial, hasta la Guatemala de Ríos Montt: cada vez que los Estados Unidos se ve complicado al apoyar a un determinado régimen para proveerle de armas, se suple o complementa con la industria israelí que constituye un conglomerado muy profundamente imbricado, sin embargo, con la propia industria estadounidense. Por eso Israel no quiere “solucionar” la cuestión palestina (sobre todo, no quiere dejar de asediar a los territorios palestinos ilegalmente ocupados desde 1967), pues ella le provee de un laboratorio para probar sus últimas tecnologías.
Tal como las resistencias, también los imperialismos fueron trasnacionales. Estas últimas, como Elbit Systems, IAI o Rafael se han convertido en las empresas de seguridad más importantes del planeta. Y Chile sigue siendo proveído por ellas sin que pueda conocerse detalles de la cooperación israelí desde la dictadura chilena. Y qué cabría decir respecto de la democracia, donde su arsenal sigue comprándose para aplastar, entre otras situaciones, a nuestra Gaza chilena: Wallmapu.
En este sentido, cabe abrir la pregunta por la participación de Israel y sus empresas en el fortalecimiento de la dictadura de Pinochet y en el de las diferentes dictaduras latinoamericanas. Pregunta que adquiere cuánto mayor sentido a propósito de la actual conmemoración de los 50 años del golpe de Estado.
[1] Tanya Harmer El gobierno de Allende y la guerra fría interamericana. Ed. UDP, Santiago de Chile, 2013.
[2] Antony Loewenstein The Palestine Laboratory. How Israel exports the technology of occupation around the World. Ed. Verso, London 2023.
[3] Joel Beinin The Us-Israeli Alliance. En: Joel Beinin, Bassam Haddad, Sherene Seikaly (eds)A critical political economy of the middle east and north africa. Ed. Stanford University Press. 2021.
[4] Hugo Harvey Las relaciones entre Chile e Israel. 1973-1990. La conexión oculta. Ed. RIL editores, 2011.
[5] Idem.
[6] Antony Loewenstein The Palestine Laboratory. How Israel exports the technology of occupation around the World. Ed. Verso, London, p. 20. (traducción mía).
[7] Sofia Alvarado El militarismo israelí en Chile. Ed. Movimiento BDS Chile, Santiago de Chile 2012.