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Jorge Burgos: la odiosidad imposible de una clase política domesticada por el sistema de reglas del dictador. Por Marco Silva Cornejo

La contingencia derrama y desborda la estructura de un relato político (Nueva Mayoría) que pretendió levantar e instalar en el Chile postransicional un conjunto de reformas sentidas en lo más profundo de nuestro pueblo y expresado en las demandas específicas de un conjunto de actores y sujetos que se aglutinaron en lo que muchos denominan movimiento social. Al centro del desmantelamiento emerge de manera facilista la gestión de la figura presidencial, sin embargo la necesidad de un análisis de mayor profundidad nos permite observar con claridad que la Nueva Mayoría como alternativa de gobierno continente en su ADN una tensión irreconciliable vinculada con los sentidos profundos con que algunas de sus estructuras políticas han generado con el núcleo económico, valórico y cultural del modelo que heredaran en el periodo transicional inmediato a la dictadura.

En este contexto, el ex ministro Jorge Burgos, emerge solo como el síntoma de un malestar vinculado a la coalición de gobierno que tuvo la posibilidad real de generar cambios profundos a la matriz hegemónica del modelo económico. Más allá de las ambiciones personales y políticas del ex ministro, más allá del tono pedante y muletero de sus apariciones públicas, más allá de su descanso en Londres. Lo que verdaderamente devela el discurso de Burgos, es en primer término la dependencia conservadora y clasista de un sector importante de la Democracia Cristiana. El segundo término nos permite observar con una evidencia dramática como los dispositivos de regulación del modelo económico operan de manera profunda desde los núcleos políticos de aquellos llamados en su programa de gobierno a dar forma y contenido a los cambios estructurales que el conjunto de la nación demanda.

El domesticamiento encantado e impune con el que la clase política transicional gobernó el país, ha configurado un estilo de funcionamiento que les asegura a los “elegidos” la perpetuación sin tiempo ni remordimiento en la compleja red de influencias y co-dependencia creada a lo largo de los últimos 25 años, posibilitando transiciones aleatorias entre los espacios de poder económico y político, desdibujando los sentidos más puros del ejercicio republicano.

La molestia de Burgos con el P.C. no se explica tan solo por su consanguinidad de clase con la derecha económica y política, sino que también se explica por qué la presencia del PC en la coalición de gobierno ha implicado una porfiada presencia que empuja el programa de gobierno y por tanto las reformas consagradas en él. A estas alturas, es claro que un sector no menor de la D.C. el P.S. y en alguna medida el PPD se sienten cómodos y complacidos con lo que han capitalizado a lo largo de estos 25 años de democracias de acuerdos y determinada por la medida de lo posible.

La pataleta de Burgos, su malestar y sus puñaladas por la espalda a la administración a la que juro lealtad, solo develan el continuismo abusivo al que nos invitan los concertacionistas, solo reedita la experiencia sediciosa de los socialcristianos cuando chile vivió otro periodo histórico de cambios. En días en que nos encontramos próximos a la conmemoración de los 51 años de la fundación del MIR parecen hacer sentido contingente las palabras de Miguel en el discurso del Caupolicán, cuando acusaba a la DC de ser el verdadero motor de la sedición golpista “los Aylwin, los Frei, son los que están tras la intentona golpista”.

Es prioritario ir más allá del malestar coloquial con Jorge Burgos, es necesario poner en tensión y desenmascarar los sentidos profundos que su actuación contienen. Evidenciar el carácter clasista y reaccionario de un sector importante de la DC y disponerse en la generación de una correlación de fuerzas que no renuncie a los anhelos transformadores, pero por sobre todo que tenga la conciencia de impedir que esta clase política trasnochada y domesticada por los beneficios del poder que les diera la administración del estado vuelva a ser gobierno.

Marco Silva Cornejo
Mg Ciencias Sociales Aplicadas UFRO

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