Se puede ser Quijote, pero el flaco José Tohá, francamente se parecía. De 1.94 metros de altura, ingenioso, ameno, conversador infatigable, librando a menudo batallas perdidas, contra no pocos molinos de viento.
Nos conocimos a fines de los años 40 del siglo pasado, participando en las campañas electorales de la FECH, que radicales, socialistas y comunistas, enfrentamos unidos en el FAU: Frente de Avanzada Universitario. Durante esos años, la FECH se constituyó en un serio desafío a las políticas represivas del presidente traidor González Videla, con el flaco Tohá electo presidente de la institución durante dos años consecutivos.
Pero también tuvimos iniciativas alegres y culturales, que conmovieron a nuestra capital, como fue el renacimiento de la Fiesta de la Primavera, iniciativa originada en la FECH de los años 20. Carros alegóricos y corsos recorrieron Santiago en noviembre de 1950, confluyendo al Estadio Nacional, en cuya explanada exterior se congregó una muchedumbre, disfrutando con los ingeniosos stands y las actividades programadas por alumnos de las diferentes escuelas universitaria.
En la madrugada de ese mismo día, la capital amaneció con la noticia alarmante trasmitida por las radios de la capital, informando la presencia de un Ovni posado en las faldas del cerro San Cristóbal, que permanecía acordonado al público por carabineros, en connivencia con nosotros. Lo construimos por piezas, que unimos en la medianoche de dicho día y lo transportamos encubierto, hasta posarlo en las faldas del cerro, a la altura de Pedro de Valdivia Norte.
El suspenso nacional, se mantuvo hasta las cinco de la tarde, momento en el cual se abrió la escotilla de dicho Ovni, del cual emergió sonriente el flaco Tohá, del brazo de la bella Gloria Leguizos, elegida Reina de la Primavera.
Recuerdo a Tohá, en las amenas tertulias sostenidas en el diario vespertino Última Hora, del cual fue su fundador y director durante muchos años y también lo recuerdo en las tardes dominicales, ambos instalados en la tribuna Pacífico del Estadio Nacional, celebrando los goles del imbatible ballet azul de los años 60.
Tohá, presidente de la Juventud Socialista el año 1952, se mantuvo junto a Allende, cuando éste rechazó el apoyo de su Partido a la candidatura presidencial del ex dictador Carlos Ibáñez del Campo, y levantó su propia opción. Desde entonces, Tohá participó en todas las campañas presidenciales de Allende, quién lo designó Ministro del Interior de su primer gabinete. Fue removido de este puesto a raíz de una acusación constitucional presentada en su contra, por la Democracia Cristiana, en la cual se le imputó supuesta tolerancia frente a la existencia de grupos armados. Allende le confirmó su confianza, designándolo su Ministro en la cartera de la Defensa Nacional.
El flaco no vaciló en acompañar al Presidente en La Moneda el 11 de septiembre de 1973, no habiendo hecho uso jamás de algún arma de combate. Fue detenido tras el asalto a La Moneda, junto con otros altos funcionarios, y confinado, más tarde, en Isla Dawson.
La estadía de Tohá en la Isla fue un verdadero calvario. El violento golpe de estado, la resistencia en La Moneda y la muerte del Presidente, le generaron un alto grado de depresión. Sometidos al régimen de trabajos forzados y a una alimentación muy deficitaria, fue debilitándose rápidamente. Durante 62 días solo tuvimos de almuerzo una modesta ración de lentejas y ocurre que el flaco no había comido nunca lentejas. Nuestro delegado, Hugo Miranda, obtuvo de los cocineros, que, al plato del flaco, le gotearan en las lentejas algunos granos de carne molida, al igual que al personal uniformado, pero, aun así, las consumía escasamente.
Tohá se fue debilitando en tal forma, que, al salir de Dawson, a comienzos de marzo de 1974, un hombre de 1,94 de estatura, pesaba 49 kilos. No era capaz de amarrase solo, los cordones de los zapatos. El comandante del campo lo engañó, al comunicarle que viajaba en libertad de regreso a Santiago, por lo cual, se despidió de cada uno de nosotros, prometiendo que visitaría personalmente a cada una de nuestras esposas.
Esa misma noche, lo vi esforzándose infructuosamente por tallar una las piedras negras que recogíamos a orillas del estrecho, actividad que se había generalizado entre nosotros. Al observar sus dificultades, me acerqué y le dije: Flaco yo te ayudo a tallarla. “No”, me respondió con energía. “Quiero que Moy sepa que yo la tallé”. Permanecí un momento a su lado y me miró como diciéndome: ¿qué haces aquí?, con lo cual, opté por retirarme.
A su llegada a Santiago, Tohá fue internado en el Hospital Militar y sometido a severos interrogatorios, que tenían lugar en el siniestro subterráneo de la Academia de Guerra Aérea, uno de los peores centros de tortura en esos días, adonde era conducido clandestinamente durante las noches. Este tratamiento, terminó por minar las pocas energías que le quedaban y, sobre todo, lo derrumbó psicológicamente. Su esposa Moy, pudo constatarlo en las visitas que le autorizaron.
El 15 de marzo de 1974, Moy recibió un telefonazo del Hospital Militar, donde le comunicaron que José Tohá se había suicidado, colgándose con su cinturón de la barra de un closet y podía venir a retirar sus restos.
Al observar el cadáver de José, Moy constató de inmediato que no se trataba de un suicidio. “Yo trabajé 13 años en el laboratorio de la policía técnica de Investigaciones, y vi muchos cadáveres de suicidas por ahorcamiento. Esos rostros no los voy a olvidar nunca. Pero no tenían nada que ver con el rostro de José. Él tenía su cara pálida, tranquila, relajada. Tenía una gotita de sangre en la nariz y en el borde del cuello, casi imperceptible, una marca delgada como de un hilo, no de cuerda ni de cinturón, sino de un hilo. Era de color rojo”. ( )
Alfonso Chelén, médico forense de la Policía de Investigaciones en esa época, fue citado para certificar la muerte de Tohá. “Por su experiencia anotó todas las huellas que le indicaron que no hubo suicidio sino muerte por estrangulamiento con participación de terceros. Un montaje”.( ) Chelén añadió que el cadáver de Tohá tenía quemaduras de cigarrillos en los brazos. “Él fue torturado, física y sicológicamente”( ). Al negarse a suscribir el certificado de defunción, el doctor Chelén fue exonerado de su cargo.
Cuando se enteró de la muerte de José, el general Carlos Prats le envió a Moy una carta encabezada con estas palabras: “Querida Moy: Escuché tu triste mensaje y creo poder dar respuesta a las dudas que tanto te atormentan y que -lo comprendo muy bien- hacen más dolorosa la herida incicatrizable que, para ti y tus hijos, constituye la pérdida de José. ¿Por qué ellos se ensañaron con José? Porque a cada uno de los cómitres de hoy les torturaba la evidencia de que, dentro de la UP, José era quien mejor los conocía. Los observó humildes y obsecuentes, los vio hacer genuflexiones y supo de sus miserias íntimas, de sus celos inter armas, de su concupiscencia y frivolidad, de sus limitaciones intelectuales y culturales y de la farsa de su lealtad” ( ).
En 2010, el gobierno interpuso una querella criminal en contra de quienes resultaran responsables por la muerte del ex ministro José Tohá. La familia de éste, se hizo parte de dicha querella, presentada por el abogado Nelson Caucoto. Se realizaron tres peritajes ordenados por el Ministro en visita Jorge Zepeda, el último de los cuales sostiene “que el otrora secretario de Estado no se suicidó, sino que fue asesinado por estrangulamiento. Su cuerpo fue sepultado por tercera vez el 19 de noviembre de 2012. El 4 de diciembre de 2015, el ministro en visita Jorge Zepeda condenó a los coroneles en retiro de la Fuerza Aérea, Ramón Cáceres Jorquera y Sergio Contreras Mejías, a tres años de pena remitida, como responsables de torturas a Tohá. Dicha condena fue confirmada el 18 de enero de 2017” ( ).
Esta así llamada transición a la democracia, demoró 43 años, en confirmar una verdad indiscutible desde el día mismo en que fue asesinado José Tohá, condenando a funcionarios menores del Hospital Militar y dejando impune a sus verdaderos autores.
Ahora, cuando estamos recordando los cincuenta años del golpe cívico militar, que puso fin al gobierno del Presidente Allende, es imposible olvidar la estrecha amistad que ligó a Allende con José Tohá, así como el rol fundamental que éste jugó a lo largo de todas sus campañas, durante los palpitantes días del gobierno popular y en las horas dramáticas del asalto al Palacio de La Moneda, el tesoro patrimonial más importante de nuestro país, bombardeado sin piedad por traidores a su uniforme y a su Patria.
Miguel Lawner.