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Juan Nepomuceno Espejo Bravo. Un rebelde con causas. Por Patricio Bustos Pizarro

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Las historias de las sociedades tienen esa enorme riqueza de encontrar personajes que probablemente no tuvieron significativa gravitación en su época pero al escarbar, buscar y desentrañar sus vidas suelen mostrar sus grandezas y los aportes que realizaron en su momento.

Juan Nepomuceno Espejo Bravo es uno de esos personajes casi anónimos, olvidados o simplemente invisibilizados cuyas reflexiones, pensamientos y acciones permitieron generar condiciones para que algunos alcanzaran notoriedad o para que otros pudieran cambiar sus condiciones de vida.

¿Pero quién fue Juan Nepomuceno Espejo Bravo?

Si fuera posible resumir en pocas palabras una vida intensa, desafiante y comprometida con ideales y convicciones profundas, tendríamos que decir que fue un luchador, una persona que se formó a sí mismo, que le ganó a la vida y a las dificultades, que enfrentó con decisión y valentía la adversidad y que desde la profundidad de sus convicciones y de sus acciones contribuyó a cambiar su entorno y el de los demás. Fue un rebelde con causas.

Juan Nepomuceno Espejo Bravo nació en Talca un jueves 17 de mayo de 1821, en el seno de una antigua familia constituida en Chile en el año 1641

Su niñez transcurrió sin mayores sobresaltos en la sureña ciudad y en ella cursó sus primeros años de estudios hasta que motivado por su carácter impulsivo, decidido y aventurero, en 1838 se incorporó al batallón de voluntarios del Ejército, a la edad de 16 años, con el rango militar de Subteniente, para formar parte del ejército expedicionario que viajaría al Perú a enfrentar a la Confederación Perú – Boliviana. Sin embargo, el triunfo del ejército chileno en la batalla de Yungay el 20 de enero de 1839 puso término al conflicto bélico con los vecinos del norte haciendo innecesaria la existencia del batallón, disolviéndose definitivamente el mes de abril de 1839. Privado de participar en la guerra decidió continuar sus estudios de humanidades ingresando al Instituto Nacional con el apoyo y la protección del destacado intelectual liberal José Victorino Lastarria Santander. Para financiar sus estudios fue alumno y a la vez inspector del establecimiento educacional que lo recibió.

Su carácter entusiasta, su alegría, su agudeza y la fuerza que ponía a sus estudios y en sus labores, junto a una inteligencia ágil y práctica, lo hicieron sobresalir y en el año 1842 José Victorino Lastarria comenzó a llevarlo a las sesiones del Congreso Nacional para redactar los temas tratados para luego publicarlos en El Semanario de Santiago, un periódico centrado en temas legislativos, literarios y relacionados con los ideales que en la capital de la República promovía el liberalismo. Probablemente fue en este periódico donde encontró su vocación y por lo mismo comenzó a desarrollar sus habilidades y destrezas como diarista o periodista que lo convertirían con el transcurrir del tiempo en un hábil contrincante político y en un avezado polemista. Su doble condición de estudiante y de trabajador sin dudas templó su carácter y su personalidad para transformarlo en un sujeto con una especial sensibilidad social, con un enorme espíritu emprendedor, un aventurero, un luchador, un tipo de convicciones profundas, amistoso y de buen humor. Estos rasgos de su personalidad fueron fundamentales para desempeñar el oficio de periodista; oficio que lo convirtió en un líder de opinión y en un referente más del reformismo y del progresismo que avanzaba a paso firme en algunos sectores de la sociedad chilena.

Su agudeza y su valentía para plantear los temas en conflicto o las diferencias sociales y políticas existentes en la época derivaron en que a los veinte años se incorporara al movimiento intelectual que comenzó a cristalizar en el país a comienzos del año 1842.

Al año siguiente ingresó a la Sociedad Literaria, organización a la que pertenecían José Victorino Lastarria, Pedro Palazuelos, Manuel Antonio Matta, Salvador Sanfuentes, Álvaro Covarrubias, entre otros, y que surgió con el propósito de promover y fomentar la creatividad y la originalidad de los escritores nacionales, la necesidad de vincular la literatura con la realidad social y de alejarse de la influencia de los modelos literarios extranjeros.

Juan Nepomuceno Espejo Bravo dedicó parte importante de su vida laboral a la actividad periodística, al trabajo con la prensa y a promover la creación de medios de comunicación escritos que permitieran difundir las ideas liberales, desentrañar los conflictos propios de la sociedad de la época, evidenciar las contradicciones de la elite en el poder y promover los necesarios cambios para alcanzar una sociedad más libertaria, justa, solidaria y fraterna.

Sus primeras herramientas en el periodismo las adquirió en el medio El Semanario de Santiago, fundado en el año 1842. En las páginas de La Gaceta del Comercio de Valparaíso alcanzó su mayor desarrollo y notoriedad como periodista y como ingenioso y valiente opositor al gobierno de Manuel Bulnes Prieto. Su tenaz oposición significó que el periódico perdiera la subvención que recibía y la encarcelación de Espejo Bravo por aproximadamente cuatro meses al ser acusado de formar parte de una conspiración contra el gobierno. En 1846 participó en la ciudad de Valparaíso activamente en las campañas parlamentarias, viéndose involucrado en algunos incidentes que terminaron con él nuevamente en la cárcel, ahora por un periodo de un año.

Recuperada su libertad gracias a las gestiones realizadas por el ministro de Interior y Relaciones Exteriores, Manuel Camilo Vial Formas, en marzo del año 1847 fue invitado a incorporarse a El Progreso, primer periódico fundado en Santiago, un jueves 10 de noviembre de 1842 y que en los primeros años Domingo Faustino Sarmiento fue su principal redactor y con quien además Juan Nepomuceno Espejo Bravo se habría trenzado a golpes años antes. Los conocimientos, la experiencia y la habilidad periodística de Espejo Bravo hicieron que entre los años 1847 y 1849 el diario aumentara en forma significativa su circulación y que se transformara en un referente informativo de importancia en el país.

Después de permanecer por cinco años fuera del país desempeñando diversas y variadas ocupaciones en 1854 regresa a Chile desde Estados Unidos y de inmediato se incorpora a las contiendas políticas y electorales, sin descuidar sus actividades industriales. El miércoles 12 de marzo de 1862 los hermanos Guillermo y Manuel Antonio Matta Goyenechea fundan el periódico La Voz de Chile e invitan como colaborador a Espejo Bravo, transformándose en poco tiempo en uno de los más destacados promotores y defensores de las ideas del radicalismo.

Con el pasar de los años fue tomando mayor contacto y cercanía con quienes promovían y difundían las ideas liberales y ello le permitió desarrollar un pensamiento político más mesurado y menos impulsivo. Sin embargo, la magnitud y el peso que el conservadurismo religioso y político ejercía sobre el desarrollo de la sociedad chilena, y puntualmente en la capital, lo fue conduciendo paulatinamente a asumir posiciones más de avanzada, más radicales, que en lo medular planteaban reducir la influencia de la religión y de iglesia católica en la sociedad y limitar y restringir el ejercicio del poder político de las autoridades conservadoras del país.

Juan Nepomuceno Espejo Bravo se encuentra entre las figuras públicas y políticas que concurrieron con su conciencia y voluntad a la fundación del Partido Radical de Chile que comenzó a constituirse a partir de la realización de la asamblea radical efectuada en la ciudad de Copiapó el domingo 27 de diciembre de 1863.

Fundado el Partido Radical comenzó a ser reconocido como uno de los más comprometidos y entusiastas colaboradores en las tareas organizativas, de formación y de difusión de la nueva institución política del país. El nuevo partido de inmediato comenzó a buscar mayores niveles de coherencia y de consistencia política para construir una fuerza social y política capaz de enfrentar con éxito las elecciones parlamentarias del año 1864.

Gobernaba el país el militante del Partido Nacional José Joaquín Pérez (1861 – 1871) cuando en un contexto de relativa tranquilidad y de no intervención electoral gubernativa se realizaron las elecciones generales los días domingo 27 y el lunes 28 de marzo de 1864. En aquella ocasión las fuerzas de avanzada llegaron al Parlamento con 23 representantes, de los cuales cinco procedían de las filas del recientemente fundado Partido Radical. Pedro León Gallo, Manuel Antonio Matta Goyenechea, Ricardo Claro Cruz, Manuel Recabarren Rencoret y Juan Nepomuceno Espejo Bravo ingresaron al Parlamento como diputados titulares.

En la elección parlamentaria del año 1864 Espejo Bravo fue electo diputado propietario por Itata, para el periodo legislativo 1864 – 1867, correspondiente a la legislatura N° 19 de la nación. Con posterioridad, en las elecciones parlamentarias del 27 de marzo de 1870, fue electo diputado suplente, por Cauquenes, para el periodo legislativo 1870 – 1873. Diputado suplente por Coquimbo en las elecciones parlamentarias del 30 de marzo de 1873, para el periodo legislativo 1873 – 1876. Y diputado propietario, por Chillán, en las elecciones parlamentarias del 26 de marzo de 1876, para el periodo legislativo 1876 – 1879.

En el año 1865 Espejo Bravo, fiel a sus convicciones, tuvo en el Parlamento una destacada participación en el proceso de discusión de la reforma al Artículo 5° de la Constitución Política del año 1833 referida a la tolerancia religiosa. Participó también activamente en el proceso de elaboración de una ley del año 1867 que aprobó la reforma de 19 artículos de la Constitución Política y que debían ser revisados en la legislatura a elegir en el año 1870. Además, formó parte de los 86 personajes que conformaron la conocida Constituyente de 1870. Sin embargo, la legislatura de 1870 solo logró aprobar la reforma del periodo presidencial, prohibiendo la reelección inmediata del presidente.

Si bien la Constituyente de 1870 no logró avanzar en reformas profundas a la Constitución de 1833, si promovió el debate, facilitó el surgimiento de consensos políticos importantes, incorporó a otros actores políticos a la escena nacional y generó las condiciones para avanzar en la dictación de las denominadas leyes laicas que caracterizaron a la década siguiente.

El jueves 11 de mayo de 1876 Juan Nepomuceno Espejo Bravo falleció luego de una prolongada agonía. Fue el primer masón iniciado en la capital de la República y toda su vida luchó por la libertad de conciencia y por la necesidad de disminuir la influencia de la fe religiosa y de la jerarquía de la iglesia católica en los asuntos de la sociedad y en el ejercicio del poder democrático en la República. Apoyó toda iniciativa que fuera en tal dirección. Por ejemplo, lo hizo en el año 1871 cuando junto a otros personajes acompañó a Juan Agustín Palazuelos Ramírez a registrar en una notaría pública de Santiago su voluntad de contraer matrimonio desafiando abiertamente con ello a la sociedad conservadora de la época y abriendo el camino para lo que años después sería el matrimonio civil.

Formó familia con Luisa Varas Marín. Tuvieron tres hijos. Isabel, una de las primeras escritoras que reflejó con especial agudeza y sensibilidad la realidad social y las diversas discriminaciones existentes en la sociedad chilena. Luis, un médico cirujano notable que llegó al Parlamento y que impulsó con decisión la reforma a la educación en Chile, Y Juan, un abogado progresista que dedicó prácticamente toda su vida a la docencia y a la formación de jóvenes ejerciendo la Rectoría del Instituto Nacional por cerca de cuarenta años.

Ese fue Juan Nepomuceno Espejo Bravo, un periodista, un político, un constituyente, un luchador; es decir, un rebelde con causas.

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