El Juramento Hipocrático, desde una perspectiva ontológica y ética, representa no solo una serie de compromisos profesionales para los médicos, sino también una reflexión profunda sobre el significado de la medicina y el propósito existencial del acto de curar. Este juramento, uno de los pilares de la ética médica, se establece como un vínculo que conecta al médico con una realidad trascendente, más allá de las exigencias técnicas o de los resultados inmediatos.
Ontológicamente, el juramento implica un reconocimiento de la dignidad y valor inherente de la vida humana, no se trata solo de la práctica de curar enfermedades, sino de una actitud fundamental hacia el ser humano, considerando la salud como una condición integral que abarca el bienestar físico, mental y espiritual. La ontología del juramento se basa en la premisa de que el médico no es simplemente un técnico o proveedor de servicios, sino un guardián del ser, alguien que respeta la vida en todas sus formas y que se convierte en parte de una tradición que honra el valor de la existencia humana.
El juramento supone una responsabilidad ontológica en la que el médico reconoce que su acción tiene un impacto directo en la vida del paciente, en su historia y en su identidad. Curar, aliviar el sufrimiento y acompañar en los momentos de vulnerabilidad no son tareas meramente técnicas, sino actos profundamente humanos que afectan la existencia de otro ser, quien confía en el médico para su bienestar.
Éticamente, el Juramento Hipocrático establece normas que van más allá de lo legal o de las expectativas del sistema de salud. Estas normas éticas incluyen principios como la beneficencia, la no maleficencia, la confidencialidad y el respeto por la autonomía del paciente. Al recitar este juramento, el médico se compromete a actuar en beneficio del paciente, sin importar presiones externas, y a evitar causar daño, subrayando el compromiso de anteponer el bienestar del paciente sobre cualquier interés personal o circunstancial.
Este compromiso ético es también un llamado a la humildad y a la introspección, invitando al médico a reconocer los límites de su conocimiento y poder, y a actuar siempre con honestidad y en pro del bienestar de sus pacientes. La ética del juramento no solo establece el "deber ser" del médico, sino que también promueve una actitud de constante autovigilancia y reflexión sobre el impacto de sus acciones en la vida de otros.
El Juramento Hipocrático, desde una mirada ontológica y ética, es más que una formalidad: es un compromiso con la esencia de la medicina como una práctica de humanidad, dignidad y respeto por la vida. Es un recordatorio de que la medicina no es solo una ciencia, sino una vocación que exige la unión de conocimientos, valores y respeto por el ser humano en su totalidad.