La derecha chilena, plena de contradicciones y dividida internamente por el control y manejo futuro del poder en Chile, en un momento de cambios de la realidad y hegemonía mundial, envalentonados por la irrupción de Trump, con su faceta de un imperialismo dictatorial, reaparece frente a las futuras elecciones presidenciales y parlamentarias aplicando su ya conocida receta. Por una parte promueve el negacionismo, respecto a su rol decisivo en el golpe de estado de 1973 y de la instauración a balazos de la dictadura civil militar y por otra, desempolvando teorías conspirativas utilizando el anticomunismo como caballito de batalla, el que fue utilizado por la dictadura de Pinochet para perseguir a la izquierda chilena y a quienes por su visión progresista y opositora al dictador fueron declarados “culpables de asociación”, deteniéndoles, torturándoles y asesinándoles bajo el rotulo de comunistas.
La candidata de la derecha niega todo esto y lo hace corriendo la cortina del negacionismo para tapar el pasado reciente, un pasado del cual (su padre) el general Fernando Matthei fue protagonista, como director de la Academia de Guerra de la Fach, uno de los principales centros de tortura de la dictadura, como comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile y como integrante de la Junta Militar de gobierno la que se apodero violentamente del poder después del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.
El afirmar públicamente que el golpe de Estado de 1973 "era necesario, si no, nos íbamos derechito a Cuba. O que no había otra alternativa” y por lo tanto que “fue bien inevitable que hubiera muertos", en rigor asesinatos, es un acto de negacionismo y tergiversación, así como un atropello a la memoria de miles de asesinados durante el régimen terrorista de Pinochet. Afirmaciones que, oficiales y suboficiales que en la fuerza aérea nos opusimos al golpe de estado y que no aceptamos ser parte de las aberraciones que los altos mandos ordenaron realizar, valiéndose del ejercicio de la verticalidad del mando y alegando que lo hacían por el bien de chile, rechazamos y le recordamos a la Sra. Matthei lo siguiente:
Que el golpe de Estado de 1973 no fue producto de una intervención militar improvisada, o de la ocurrencia de los militares para “salvar a Chile del comunismo”, muy por el contrario, las evidencias lo que demuestran es que el golpe de estado fue el resultado de un proceso que duro al menos tres años. Periodo durante el cual la derecha, las elites políticas y empresariales, coludidas con la cúpula de mando de los militares, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, intervinieron para crear las condiciones políticas y económicas que facilitarían el derrocamiento de un gobierno democráticamente elegido y legalmente constituido.
Con el paso de los años los responsables del golpe de Estado, sobre todo la elite política y empresarial, incluido el gobierno de Estados Unidos de la época, han tratado de ocultar sus responsabilidades argumentando o generalizado la idea de que el golpe fue una acción inevitable, un pronunciamiento como se dijo en su momento, de las FF AA para salvar a chile del comunismo”. Pero, lo que muestran las evidencias Sra. Matthei, es que el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular fue el producto de acciones planificadas y ejecutadas por una coalición política y militar antidemocrática, la que planificó y alentó el golpe de estado preparando con antelación las condiciones para el ataque militar a la población desarmada.
No fue Salvador Allende el que intento o quiso llevar al país a una guerra civil, no existen antecedentes de ello, sin embargo, si hay personajes políticos que tienen responsabilidades por las atrocidades cometidas por los militares y que nunca las han asumido, escondiéndose detrás de la pantalla de luchar para salvar a Chile del Comunismo. Entre ellos están Agustín Edward, el dueño de El Mercurio, los dirigentes del comercio y del transporte de la época, el derechista Onofre Jarpa y Patricio Aylwin, entre otros, este último presidente del PDC en 1973, quien declaro a medios españoles que “el gobierno de Allende había agotado, en el mayor fracaso, la ‘vía chilena hacia el socialismo’, y que se aprestaba a consumar un autogolpe para instaurar por la fuerza la dictadura Comunista”. “Que la Unidad Popular había internado en el país miles de armas, con las que podría desarrollar un ejército paralelo con un poder de fuego equivalente a 12 regimientos regulares y con la presencia activa de más de diez mil extremistas extranjeros”.
Afirmaciones mentirosas e irresponsables que, quienes fuimos militares que no traicionamos nuestro juramento y nos mantuvimos firmes en nuestros principios y convicciones rechazamos, porque fuimos testigos de lo sucedido y de la campaña de guerra sicológica destinada a crear las condiciones para que los mandos militares, movidos por el fanatismo anticomunista, arrasaran con un enemigo que nunca fue militar. El enemigo que atacaron fue la población desarmada que nunca tuvo armas ni estaba preparada para enfrentar el poder de fuego y de organización de las FF. AA, una agresión cobarde y a mansalva que se simboliza en el ataque aéreo a la Moneda realizado por aviones de la Fuerza Aérea de Chile, ataque que termino con el asesinato del presidente de la república, declarado convenientemente como suicidado, quien defendió con su vida y en desigualdad de condiciones al gobierno elegido democráticamente por los chilenos y chilenas.
Los muertos de los cuales habla la Sra. Matthei no perdieron la vida en enfrentamientos con las FF AA, las evidencias demuestran que la mayoría de las víctimas de la persecución dictatorial son hombres y mujeres asesinados cobardemente en cámaras de torturas, algunos de ellos y ellas en la academia de guerra aérea, lugar del cual su padre fue director en 1974, el mismo centro institucional en el que los militares de la Fach fuimos brutalmente torturados.
Por más de cincuenta años la derecha y otros interesados le han mentido al país y lo siguen haciendo, la derecha heredera de la dictadura civil militar continúa diciendo que los militares intervinieron para “eliminar de raíz el marxismo y el comunismo” desplegando todo el poderío militar y del estado “para aniquilar a quienes fueron arbitrariamente identificados como los enemigos de Chile”.
Hoy a más de cincuenta años desde el golpe de estado la derecha y otros interesados continúan repitiendo las mismas aberraciones para justificar la marginación del que piensa distinto, en particular levantando el trasnochado anticomunismo. Pero lo que no pudieron ni podrán ocultar es que los enemigos que definieron a su conveniencia, fueron hombres y mujeres que durante los tres años del gobierno popular construyeron país, con organización social y política, creando una base de organización política y de conciencia social a lo largo de Chile, una base de apoyo político y social que la derecha destruyo a balazos, utilizando a las FF.AA., como la prioridad para consolidar el golpe de estado y llevar a cabo la refundación del país.
Finalmente, la verdad señora Matthei es que el golpe de Estado no fue para salvar a los chilenos y chilenas del comunismo, la derecha en 1973 con sus aliados, lo que hizo fue derrocar al gobierno de Allende para refundar Chile imponiendo una ideología neoliberal que ha dominado nuestras vidas y limitado nuestro futuro desde entonces. Y los muertos de los que usted habla, fueron los perseguidos y perseguidas por pensar distinto, cuyos crímenes se han intentado limpiar con el cuento de salvar a chile de transformarse en una nueva Cuba, asesinados entre los cuales se encuentran Oficiales y suboficiales de las FF.AA, militares como su padre, quienes a diferencia de lo que el hizo se opusieron a ser utilizados para reprimir a su pueblo.
Enrique Villanueva M
Exonerado de la Fuerza Aérea por oponerse al golpe de Estado de 1973