Las mañanas de los años ochenta, en los pueblos del sur de Chile, para los jóvenes liceanos en los mediados de la adolescencia, significaba despertar con la cortina de la “Radio Cooperativa” que encendía la mamá antes de amasar el pan, cuya masa rebosante había cumplido el trabajo de fermentación que duraba toda la noche.
Los pasos dirigían al liceo, haciendo el quite a los charcos que se producían con la garuga del invierno, a veces se pasaban los zapatitos heredados de los hermanos que no imponían género, mucho menos una moda, mojados los pies, el frío en las manos, congelaban la letra que se debía hacer al tomar nota en las asignaturas que se imponían, en aquel liceo numerado.
Así pasaban los días, el despertar con la cortina musical de la radio que emitía “…el diario de cooperativa, desde las seis hasta las ocho y media de la mañana informándoles…”, encendida antes de amasar el pan, el cual ni siquiera podíamos comer porque era para el almuerzo, era “medidito”, siempre lo recalcaba la mamá. El cual, era un almuerzo de matriarcas por un lado la abuela que no permitía risas fuertes en la mesa, porque era falta de respeto, y la mamá que servía un almuerzo elaborado con el esfuerzo de la viuda sin recompensas.
La cortina de la radio, la masa del pan una mañana dieron su significado, cuando el oído atento pudo traducir el verdadero sentido de aquel ritual, era la radio que abría la cortina de la otra realidad, aquella que se estaba viviendo, que se estaba sufriendo, que se estaba transgrediendo para miles de chilenas y chilenos. El comprender que existía una realidad que entregaba las respuestas de una vida de pobreza, de miseria, de barro, de frío, de hambre se estremeció el silencio al esperar la explicación del sentir si éramos merecedores de tanta maldad. Al preguntar el ¿por qué?, la explicación de mamá fue un levantar los hombros, con una mirada perdida solo salió un nosé…
A pesar de que en el año 1983 la dictadura militar quiso silenciar sus transmisiones mediante el Decreto Supremo 593 firmado por el ministro del Interior de ese entonces, Sergio Onofre Jarpa con apoyo de DINACOS[1] cuyas razones fueron la tergiversación de la información respecto a las agitaciones del once de mayo que habría realizado la emisora, a través de entrevistas, comentarios, noticias y transmisiones de toda índole, con la clara intencionalidad política de crear un clima artificial de agitación y de efervescencia pública. Ante esto la ciudadanía se levantó a través del Colegio de Periodistas, la Comisión de Derechos Humanos, los estudiantes de la Universidad de Chile, las asociaciones gremiales, e incluso la Iglesia católica, hicieron causa común por recuperar la voz de una de las radios con más auditores a lo largo de Chile[2]. De cierta forma se había instalado en el imaginario como la radio de todas las chilenas y chilenos, con la intencionalidad de que se les devolviera el sentido de pertenecía, después de habérseles arrebatado todo.
La radio Cooperativa diseñó sus estrategias comunicativas, o perfil como medio a partir de un discurso basado en la objetividad periodística, es decir, un relato de los acontecimientos que sean válidos para todos y no solo para un grupo de personas. Formato alineado al estilo Liberal de las radios modernas, instalándose como una radio “neutral”, cuyo fin era informar a la comunidad sin importar el partido político al que pertenezca, sin embargo, el clima político que se vivía develaba una realidad que ante los ojos de cualquiera era solo una, la devastación. Por lo tanto, lo que para la dictadura militar era una amenaza, para la sociedad era una forma de resistencia y esperanza.
La radio es considerada el medio de comunicación de masas con mayor alcance, llegando a casi todos los hogares, permitiendo una interacción entre los encargados de la transmisión y la sociedad, de manera que se pueda lograr una dinámica informativa entre los radios escucha, lo que para Romo Gil (1987) sería una radiodifusión.
Antes del golpe militar en Chile, a diferencia de la prensa escrita, que desde sus inicios estuvo ligada a la política, la radio por su estructura comercial, cumplía un rol de entretenimiento, lo que para Jesús Martín Barbero estaba asociado a la cultura de masas. Desde la década del sesenta se dio una tendencia progresiva hacia la democratización del orden comunicativo, lo cual llevó a que en 1973 se contara con un sistema de comunicaciones plural y abierto a todos los sectores de opinión[3], fue así como la radio reivindicó su lugar social como una forma efectiva de creación de opinión pública [4], sin embargo, la dictadura miliar durante los 16 años se encargó de perseguir, debilitar y eliminar.
Los medios de comunicación y en forma particular la radio, son detonadores y permiten despertar la memoria[5], aquella que encuentra una imagen en el tejido del archivo personal y va hilando sentido para presentar una escena del pasado que encuentra su lugar en el presente, dadas las condiciones políticas, los cincuenta años del golpe militar. Esto fue la cortina de la radio Cooperativa un entender el presente en el pasado y un presente en el ahora.
[1] La Dirección Nacional de Comunicación Social del Gobierno (DINACOS) fue un órgano dependiente de la Secretaría General de Gobierno creado por la Junta Militar, entre cuyas funciones se encontraba la de asesorar al ministerio en la formulación de políticas de comunicación, y la de "supervisar la fundación, edición y publicación, circulación, distribución y comercialización en cualquier forma de nuevos diarios, revistas, periódicos e impresos en general". En la práctica, ello significaba que DINACOS, además de fiscalizar los contenidos que se publicaban, también era la encargada de otorgar o negar los correspondientes permisos para el surgimiento de los medios de comunicación.
[2] Archivo de la Vicaría de la Solidaridad. Resumen de Prensa 1983. "Suspensión de los informativos de la Radio Cooperativa", 28-30. Para efectos de abreviatura, el respectivo archivo se enunciará con la siguiente sigla AVSCH.
[3]Alfredo Riquelme, "El debate ideológico acerca de las Comunicaciones de Masas en Chile: 1953-1973", CÉNECA, Santiago, Agosto, 1984.
[4] Todos los partidos y grupos políticos participaron, directa o indirectamente, del espacio radial: el Partido Comunista (Radio Magallanes), el Partido Socialista (Radio Corporación), los simpatizantes del gobierno de Allende (Radio Portales) el MAPU (Radio Candelaria), la Central Única de Trabajadores (Radio Luis Emilio Recabarren) y el MIR (Radio Nacional)
[5]En este sentido, hay una sobreabundancia de memoria que se presenta centralmente en los medios de comunicación masivos (principalmente la prensa escrita) los cuales, como vehículos o vectores de memoria constituyen un espacio donde se manifiestan las memorias (Huyssen 2008).