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La decadencia toca fondo. Por Luis Mesina

La decadencia de la política esta tocando fondo, las recientes denuncias contra los diputados Cristóbal Urruticoechea y Claudia Mix de mal uso en las tarjetas para cargar combustible favoreciendo a sus familiares, devela como esta institución, poco a poco, comienza a desmoronarse ante los ojos incrédulos y atónitos de millones de ciudadanos que observan la obscenidad de la corrupción que ha alcanzado niveles tóxicos en esta institución.

Ya no hay recato, no hay vergüenza. Al contrario, la farandulización de la política pareciera no tener límites al punto que, con tal de ganar una portada en un medio, o ser trading topic en las redes sociales, se estaría dispuesto a cualquier obscenidad que en el pasado la política jamás hubiese permitido.

Resultaría pretencioso hablar o exigir comportamientos éticos a la actual casta política, pues en realidad su empeño cotidiano es la inconsistencia de su hablar y su conducta, mal entonces, podría pedírsele ética a algo que ya, está descompuesto.

Lo confirmamos en el tratamiento que actualmente el congreso y los partidos políticos le están otorgando al proceso constituyente. Desconociendo de manera impúdica las promesas previas al plebiscito de rechazar para reformar, hoy, unos más, otros menos, se pertrechan en las paredes mal olientes del congreso, para desconocer la voluntad popular que exigía un cambio constitucional y terminan arrogándose competencias, para ser ellos los supuestamente erigidos para redactar una nueva constitución. El pueblo fue claro en el plebiscito de entrada, no los quiere ni en comisiones mixtas ni de ninguna otra forma escribiendo una nueva carta fundamental. Ellos no cuentan con la confianza del pueblo.

Y aunque el pueblo exprese de mil formas su descontento con la actual clase política, esta no entenderá, son muchos los privilegios que poseen para querer terminarlos de la noche a la mañana. Quienes configuraron esta forma de funcionamiento y regalías de las que goza actualmente el congreso, lo hizo pensando, quizá, maquiavélicamente en eso, es decir, generar tantos privilegios para los “honorables” que fuera imposible el día de mañana que estos, motu proprio, decidieran renunciar a ellos, pues eso, exigiría de una conducta excelsa que, por cierto, la mayoría de los actuales congresistas no la posee.

Chile está mal, nuestro país está mal, las y los trabajadores están pasándola mal y, probablemente el año que se aproxima la cosa pueda ser peor. Una crisis económica que muchos pronostican como más compleja, con alto desempleo, con caída de los salarios, con aumento de la inflación tornaran el escenario mucho más irascible, escenario que por cierto solo favorece aquellas posturas que hace de la política el caldo de cultivo del populismo y la demagogia.

La democracia puede verse en serios aprietos en el futuro inmediato, la corrupción que crece, puede matarla. Pero también puede hacerlo, y de hecho ya esta comenzando a minar su confianza en la ciudadanía, es el aumento de la delincuencia y el narcotráfico que se apodera de los espacios públicos.

La política corrupta, la delincuencia y el narco son el mejor aditivo para el resurgimiento de posturas totalitarias. La única forma de combatirla y salvar la democracia con todas sus imperfecciones es rearticulando al movimiento social, en particular, a los que hacen posible la riqueza y engrandecimiento de las sociedades; los y las trabajadoras, sin ellos, sin su activa participación todo puede estar en peligro. Ha llegado la hora entonces de ponerse de pie y comenzar a colocar en el centro de la sociedad, al mundo del trabajo, de lo contrario todo puede estar en peligro.

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