Parece que ya está todo decidido, la derecha chilena no tendrá primarias para definir una candidatura presidencial única para las elecciones presidenciales de noviembre de este año. Tendrá al menos tres candidatos en primera vuelta: Evelyn Matthei por ChileVamos (UDI+RN+Evópoli), José Antonio Kast (Republicanos), Johannes Kaiser (Partido Nacional Libertario), o quizás más: el Rojo Edwards (Partido Social Cristiano), Franco Parisi (Partido de la Gente), o el ex alcalde Carter[1].
La justificación de Kaiser para no participar en una primaria con Matthei se basa en su oposición a la Reforma de Pensiones y por el acuerdo al que llegó ChileVamos con el gobierno, este simple motivo implicaría que no habría un mínimo de bases ideológicas para llegar a un acuerdo en materia presidencial. [2] Aunque también es probable que, en la medida que las encuestas han proyectado un aumento en la popularidad del diputado, éste haya optado por continuar con una campaña presidencia a todo evento.
Lo anterior también ha obligado a la candidata de “centro derecha” a endurecer su discurso para lograr competir con las medidas extremistas que defienden Kaiser y Kast. Por eso, Matthei ha debido salir de su zona de confort y plantear medidas tanto o más duras que sus competidores. Así la hemos visto proponiendo la reposición de la pena de muerte, a pesar del Tratado de San José de Costa Rica firmado por nuestro país en 2001. [3] También ha planteado que, de ganar, adoptaría medidas muy similares a las de Milei en Argentina, para reducir el gasto fiscal como reducir los ministerios.[4]
Por su parte, el partido Republicano también cerró la puerta a una posible primaria con ChileVamos. Su presidente, Arturo Squella, cuestionó el optimismo de ese sector y de su candidata, pues creen que “esto está ganado”, y tampoco ve viable la posibilidad de una lista única parlamentaria.
Todo lo que está ocurriendo en la derecha no es algo nuevo, de hecho, esta división es algo histórico en este sector, y les ha costado perder elecciones presidenciales más de una vez: En 1946 la derecha tenía todo a su favor. La alianza gobernante era el Partido Radical y sus eventuales aliados, ya habían pasado los gloriosos años de Frente Popular con Aguirre Cerda. El presidente Ríos había fallecido en pleno ejercicio de su mandato, obligando a realizar elecciones anticipadas. La derecha deseaba retornar a La Moneda, sin embargo, tal como ha ocurrido tantas veces, en su seno había una pugna entre sus “dos almas”, una representada por el Liberalismo y otra Social Cristiana que representaba parte del Partido Conservador. Se presentó la disyuntiva si apoyar a Fernando Alessandri, heredero de Arturo Alessandri o al doctor Eduardo Cruz-Coke. Aunque Alessandri logró un apoyo muy amplio (Desde Ibáñez del Campo a Marmaduke Grove), la piedra de tope fue Cruz-Coke, quien se planteaba como un dirigente atípico en la derecha, que se guiaba por las encíclicas de la Iglesia y era muy crítico del liberalismo económico, cuyos efectos afectaban a los más pobres por lo que recibió el apoyo de la Falange Nacional: “Los falangistas hacían hincapié en el carácter nacional y no derechista de esta candidatura, insistían en que ésta se ubicaba más allá de la derecha y de la izquierda”[5] El partido Conservador en tanto, se halló dividido ante esta opción presidencial, pues gran parte de ellos estaba muy cómodo con el modelo económico, sin embargo, finalmente optaron por apoyar al doctor Cruz-Coke de modo que la derecha llevó dos candidatos a las lecciones de 1946[6].
“El resultado de la elección puso a Gabriel González Videla con un 40,1%, a Eduardo Cruz-Coke con el 29,7% y a Fernando Alessandri, con un 27,2%. Es decir, la derecha sumó más del 56% de los votos y unida habría obtenido un holgado triunfo. Debido a que ninguno de los candidatos había obtenido la mayoría absoluta de los votos, la decisión de elegir a cualquiera de las dos primeras mayorías relativas para asumir como Presidente, correspondía al Congreso Pleno”[7]
Pero no hay que remontarse tanto para ver cómo la derecha se dispara a los pies y le da el triunfo a su adversario. A comienzos del año 2003, Joaquín Lavín figuraba como la persona con mayores probabilidades de suceder al presidente Lagos, pero la popularidad de Lavín comenzó a desgastarse debido a una larga campaña de varios años, y, a la aparición de figuras carismáticas como Michele Bachelet. Dentro de Renovación Nacional comenzó a surgir un grupo que pretendía levantar la candidatura de Sebastián Piñera. Así, el 14 de mayo de 2005, ante el Consejo Nacional del partido, Piñera fue elegido como su candidato a la presidencia de la República. Aunque se especuló en la posibilidad de efectuar una primaria abierta al interior de la derecha, Piñera anunció que solo se enfrentaría a Lavín directamente en la primera vuelta electoral del 11 de diciembre. Finalmente, en primera vuelta Bachelet logró el 45,9% de los votos, en tanto que Piñera obtuvo 25,4% y Lavín el 23,2%, es decir, la suma de ambos era de un 48, 6%. De este modo, el voto de una derecha unida habría estado más próxima de haber superado el 50% +1 necesario para ganar la presidencia, sin embargo, el oportunismo y avidez de Piñera terminaron por favorecer a la candidata de la Concertación, que se impuso en Segunda Vuelta.
Hoy la oposición se encuentra ante una disyuntiva parecida, además, las primarias generan dos efectos que favorecen a quienes participan en ellas: por un lado, logran movilizar a los militantes, se logra medir la real fuerza política de los partidos, por otro lado, el acto político de las primaras visibiliza a los candidatos, logra posicionarlos a través de los medios y acerca sus programas de gobierno a la ciudadanía. Si la derecha no realiza primarias quedará como mero observador, y toda la atención mediática estará enfocada en el proceso que lleve a cabo el oficialismo. Hace un par de meses, Evelyn Matthei era la figura indiscutida de la política nacional, pocos dudaban que sería la futura presidenta. Hoy, el panorama es distinto, a pesar de contar con el apoyo de importantes partidos, su futuro político se ve cuesta arriba. Si los partidos de gobierno actúan de modo mancomunado e inteligente, y realizan sus primarias y conforman una lista única parlamentaria, se pueden quedar con la presidencia… Aunque deben considerar la historia para aprender de los errores que comete su adversario.
Cristián Martínez Arriagada
Cientista Político
[5] “Discusiones entre Honorables: las candidaturas presidenciales de la derecha entre 1938 y 1946”; Moulián, Tomás y Torres Dujisin, Isabel. Flacso, Santiago; 1985. Pág 333
[6] “Discusiones entre Honorables: las candidaturas presidenciales de la derecha entre 1938 y 1946”; Moulián, Tomás y Torres Dujisin, Isabel. Flacso, Santiago; 1985.
[7] https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-95213.html