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La ética del cuidado en la sociedad chilena: Reflexiones desde el Estallido Social y la pandemia. Por Maritza Ramos y Daniel Fuentealba

  • El 18 de octubre del 2019 ocurre en Chile el Estallido Social, el cual marcó un antes y un después en la historia de nuestro país. Las calles de Santiago y otras regiones se llenaron de manifestantes, quienes exigen cambios estructurales al gobierno de turno, gestado por el sentimiento de desigualdad social que tenía la gente. Los cambios que pedía la ciudadanía no sólo eran en nombre propio, sino en nombre de aquellos que estaban en posiciones vulnerables frente al Estado, tales como los jubilados, trabajadores en condiciones precarizadas y estudiantes.
  • El Estallido Social se caracterizaba por la sensación de un despertar colectivo que puso sobre el debate público el concepto de dignidad, pero no pensado en lo que podría ser digno solo para mí, sino que para la sociedad chilena en su conjunto. Esto nos reveló un profundo malestar e indignación frente a la realidad nacional, pero que, al mismo tiempo, nos mostró el cuidado del otro. Entre represión policial y gases lacrimógenos, surgieron gestos naturales y cotidianos de protección mutua y solidaridad. Las manifestaciones denunciaban la violencia estructural, pero también evidenciaron el compromiso de los ciudadanos de cuidarse los unos a los otros, de proteger sobre todo a quienes no eran escuchados o no tenían los medios para defenderse mediante una lucha social que buscaba una igualdad justa para todos.
  • Meses después, comienza la pandemia del COVID-19, lo cual evidencia las dinámicas de cuidado que ya se estaban gestando desde el estallido social, llevando así el cuidado a un nivel de reciprocidad poco visto antes. Las calles de la ciudad quedaron vacías; y los hogares confinados. Esto provocó a corto plazo la aparición de redes de apoyo comunitario, donde los gestos de cuidado se manifestaban en llevar una mascarilla extra por si a alguien le faltaba, prestar desinfectante a otro, repartir alimentos a quien lo necesitara. De manera que estas acciones fueron un signo de resistencia y construcción de las propias dinámicas de las comunidades. Dónde la mascarilla se presenta como un símbolo, no solo de usarla para cuidarse uno mismo, sino que era, realmente, para cuidar a un otro no necesariamente conocido.
  • Tanto el Estallido Social como la pandemia invitan a pensar estos actos solidarios de interdependencia desde la ética del cuidado como un principio fundamental, el cuidado no se reserva sólo al ámbito privado, sino que se establece como un punto de partida organizador de la vida individual, social y política en su conjunto. En este contexto, el cuidado deja de ser un gesto aislado o personal, para convertirse en actos colectivos de transformación social. Y no solo eso, si bien uno puede pensar la ética del cuidado como algo lejano y que podría ser no conocido por uno. El estallido social y la posterior pandemia dan indicios de que una sociedad en dónde las personas, organizaciones y el mismo Estado se preocupe por el otro, es factible. No es necesario tener que esperar otra crisis social o de salud, para hacer cambios profundos dentro de la dinámica social.
  • El Estallido Social y la pandemia revelaron la necesidad de institucionalizar el cuidado en Chile. El año 2023 se presenta el Sistema Nacional e Integral de Cuidados "Chile Cuida". Este proyecto busca reconocer y redistribuir el trabajo de cuidados, remarcando el rol del Estado en su organización. Uno creería que los gestos de cuidado emergieron con fuerza desde la pandemia, pero en Chile, ocurrió desde antes con el Estallido Social. El desafío es mantener estas propuestas de cuidados vivas, reconociendo al otro mediante el bienestar colectivo que es, en primera instancia, uno de los mayores actos de justicia.
  • Maritza Ramos y Daniel Fuentealba
  • Filosofía Universidad Alberto Hurtado

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