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La filosofía como pensamiento límite en la “Idea de filosofía” de Jorge Millas. Por Alex Ibarra Peña.

A la memoria de Gastón Gómez Lasa.

“Hay en Chile quienes creen saber
cuáles son los filósofos fundamentales,
y de ellos, cuáles son sus “obras fundamentales”.
¿Llorar o reír?.
(Patricio Marchant)

Quiero partir con algunas evidencias. Millas se dedicó a la filosofía profesional, sin embargo esto no le impidió desarrollar un pensamiento, de prueba están sus textos. Es importante ir a los textos, es siempre una importante aventura. La filosofía más genuina se trata de la experiencia del pensar. Suele manifestarse, ya sea como un buen o un mal hábito, de forma escrita. El ya citado Marchant en su desconocido artículo “Sobre la necesidad de fundar un Departamento de filosofía en (la universidad de) Chile” (1985), decía: “Breve, primera seña hacia otro origen. La historia que existe porque el libro existe, la historia, el libro, como ritmo de respuestas y preguntas. Y de este modo: origen del preguntar, el libro, luego, la serie de preguntas, creando, dándole figura, a la letra, a las preguntas, desarrollo del libro; preguntas y respuestas infinitas…”. Dejemos en la memoria esto del libro, las preguntas y las respuestas.

Sobre la relación de Millas y la filosofía, también están los testimonios de una comunidad filosófica, como también historiadores que suelen reconocerle en cuanto filósofo (Carla Cordua, José Jara, Humberto Giannini, Patricia Bonzi, Miguel Vicuña, Ricardo Salas, Eduardo Devés, Iván Jaksic, Cecilia Sánchez, Marcos García de la Huerta, Frederic Smith, Maximiliano Figueroa, Carlos Peña, Eugenio Yáñez, Patricio Peñailillo, Ferrater Mora, etc). Al respecto señala Roberto Escobar, en su intento más completo de historiar la filosofía chilena, lo siguiente: “…era un notable orador a la vez que en su aspecto escritural se expresó en poesía y prosa, siendo estos escritos no solo literarios sino fundados en su propio pensamiento” (2010). Aunque, para muchos, parezca limitada esta fuente, coincide con el testimonio que han aportado algunos de los discípulos más cercanos de Jorge Millas.

Los textos de Millas no son de simple reiteración de planteamientos de otros filósofos del canon de la tradición, en esta línea siguiendo a Eduardo Devés se puede considerar: “Para Millas esa misma conciencia es también la carga de un ser humano que siente nuevos pesares y nuevas exigencias” (2008). Por otra parte, en el importante libro de Maximiliano Figueroa sobre Millas, Humberto Giannini sentencia en el prólogo: “Millas estuvo siempre atento a la conexión que debe establecer el ser humano entre lo que puede llegar a saber y lo que, entonces, tiene derecho a aspirar” (2011).

Por otra parte, en el prólogo de “Idea de la filosofía”, libro que cumple ya cincuenta años de publicación, afirma sobre la filosofía: “El pensar filosófico es entendido como ejercicio del pensamiento en el límite del preguntar y del responder- y como reconstrucción conceptual de la experiencia por medio de conceptos límites” (1969). En el mismo prólogo agrega: “No hay en verdad recurso mejor para iniciar a alguien en los estudios filosóficos que inducir en él, por la vía del ejemplo y hasta del contagio, el pathos de la conciencia que cuestiona e intenta responder”. El mismo Millas anuncia su libro desde las preguntas y las respuestas, es un intento con clara pretensión filosófica. Pretensión que era compartida por otros filósofos, por ejemplo Juan Rivano, en aquel Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile en las décadas 50, 60, hasta el hecho nefasto de nuestra historia. Como se ve, a partir de lo dicho, Marchant reitera alguna de las ideas de Millas.

Millas busca convertirse en filósofo abandonando su intento previo en la escritura poética. En ambos géneros de expresión del pensamiento logra un estilo y forma notable. En cuanto a su filosofía, Carla Cordua en una reciente edición de “Idea de la individualidad” escribe: “Millas aborda con audacia el problema difícil y grave de lo humano y lo hace, no por el lado de la esencia que la tradición le ha atribuido por siglos al ser del hombre, sino tomando una senda novedosa recientemente inaugurada en Europa por algunos filósofos: comprender al hombre a partir de su condición más ordinaria, de sus ocupaciones cotidianas, de las ambiciones y los sentimientos que la embargan para bien y para mal…” (2009). Considero que Carlos Peña también entiende esto cuando afirma: “Esto es lo que quiso decir Jorge Millas cuando caracterizó a la filosofía como un pensamiento al límite y es lo mismo, o casi, que insinúa Ludwig Wittgenstein en un párrafo de sus Investigaciones Filosóficas donde sugiere una imagen de la filosofía como la de quien está cavando hasta que su pala se retuerce y ya no puede seguir, aunque quiera” (2018).

¿Cuál es la idea de filosofía? ¿La de una actividad? Para Millas la filosofía es el ejercicio de pensar la experiencia yendo siempre más allá, llevándola al límite, así lo expresa: “El auténtico saber del mundo se apoya en la experiencia, pero justo para rebasarla y alcanzar aquello que se muestra incompletamente en ella, o que, como sucede con la experiencia futura, no se muestra en absoluto” (1969). El límite es el lugar en donde la experiencia se ve rebasada por el pensamiento que se desborda, en palabras del filósofo chileno: “Lo expresado es siempre un corte convencional en el continuo de un saber tácito más vasto y profundo, gracias al cual rebasamos la experiencia efectiva por todas partes” (1969).

Es esta experiencia del pensar la que se ve interpelada por la razón, hay una defensa de la racionalidad, por eso afirma: “La racionalidad del pensamiento realiza la integración racional del saber, pero no, por modo necesario, la concepción racionalista de las cosas” (1969). Fundamental es la distinción entre el saber práctico y el saber teórico, por eso dice: “El conocimiento práctico sirve por modo inmediato a los requerimientos urgentes de la vida: ésta es acción y la reclama (…). Mientras la teoría invita a la contemplación cautelosa, a la disolución del caso particular en la universalidad de la ley y del género…” (1969).

Creo que no sería exagerado aceptar que la filosofía se vive desde la experiencia, el pensamiento tiene naturaleza experimental. El pensamiento contiene un contexto que circunda al sujeto que piensa. Por eso es que ésta pretendida escritura filosófica queda determinada, situada. Expresa Millas: “Este libro se propone hacerlo en la hora, en el país y en el mundo en que se escribe” (¡969)

¿Cuál es este contexto en la filosofía universitaria? Son los años previos al Golpe Militar y a la terrible dictadura. Hay un país dividido entre las visiones marxistas que buscan la transformación del orden social desde la opción revolucionaria; y las antimarxistas que apoyan el capitalismo u otras alternativas de populismo democrático. La institucionalidad universitaria está más cercana a esta últimas.

Creo que puedo afirmar que Jorge Millas, aparece como un filósofo racionalista situado y antimarxista. Rasgos que se pueden ver en distintos intelectuales de América Latina, por ejemplo es un caso similar el de Enrique Dussel por aquellos años. Dicha visión de la filosofía no es la única al interior de la universidad, ya que existen otros planteamientos filosóficos más radicales. En el caso chileno, esta perspectiva se puede encontrar en libros como el “Punto de vista de la miseria” (1965) y “Cultura de la servidumbre” (1969) de Juan Rivano. Es una invitación necesaria la revisión de los textos producidos por nuestros filósofos que no sólo escribieron para el tiempo en el que vivieron, es necesario recuperar nuestra tradición de pensamiento, hay momentos en que hemos pensado con “cabeza propia”.

Alex Ibarra Peña.
DR. Estudios Americanos.

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