Para el día 23 de octubre la Fuerza Aérea de Chile anuncio a través de su Comandante en Jefe, general Hugo Rodríguez, la realización de un acto “por la restitución del honor militar”, en los párrafos principales la invitación señala “ la convicción de que es el momento de hacer gestos concretos de reconciliación con muchos camaradas que fueron afectados por las acciones ejecutadas en esos tiempos de división y odiosidad política".
Declaraciones valientes, que rompen con el negacionismo y el hermetismo con el cual las FF.AA y carabineros han tratado su participación y sobre todo, las responsabilidades que recaen sobre ellos en las violaciones a los derechos humanos y en los crímenes de lesa humanidad que se cometieron durante la dictadura civil militar. Esto a pesar de que los hechos y las denuncias de víctimas y testigos son indesmentibles, muchos de los cuales están debidamente denunciados en la justicia y registrados en las investigaciones realizadas en las comisiones Retigg y Valech, los que dan cuenta de los terribles casos de abuso que cometieron militares violentando su juramento constitucional y sobrepasando los límites del deber militar, del honor y de la ética.
No se podría no estar de acuerdo entonces con la convocatoria que nos hace el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, entendiendo lo necesario que es para el pais y para la institución iniciar un proceso que más allá de las reflexiones y las formalidades, haga prevalecer la verdad, la justicia y concrete la reparación para todos quienes fueron perjudicados en la vida personal, laboral y familiar, es decir de todos quienes fueron expulsados de la Fach en fechas posteriores al golpe de estado. Hoy no hay justificación o excusas para no hacerlo, los argumentos o acusaciones de traición a la patria, de faltar a los deberes militares entre otros, que justificaron la arbitraria decisión de cortar la carrera futura y escogida por la mayoría de los jóvenes aviadores afectados, fueron anulados por la Corte Suprema de Justicia.
Asi sucedió tambien con las sentencias de cárcel dictadas en los años 1974 y 1975 por los Consejos de Guerra de la Fuerza Aérea de Chile en el caso caratulado “Aviación contra Bachelet y otros”, la justicia chilena elimino y declaro nulas las condenas que afectaron a decenas de efectivos de la institución por habernos opuesto al Golpe de Estado de 1973. Fueron pasos importantes en cuanto a conseguir la verdad y la justicia pero que aún deja pendiente la reparación justa y debida por parte de la institución a los afectados, la que hasta hoy solo se limita a una pension de gracia y no a una jubilación como debería ser el caso para todos quienes fueron arbitrariamente expulsados de la institución.
Ciertamente que no existe un procedimiento legal o político que vuelva las cosas a su lugar original, que elimine los sufrimientos provocados por la tortura, la cárcel o el exilio o, lo que vivieron junto a sus familias quienes no fueron expulsados al exilio y se mantuvieron en Chile, padeciendo los efectos de ser señalados como traidores, soportando la persecución, la cesantía y sus duros efectos en sus vidas y en la de sus familiares.
Por eso es por lo que insistimos en que la restitución del honor tiene que ver con obtener la verdad, justicia y la reparación por los ilícitos y los abusos cometidos en nuestra contra, para aportar a garantizar la no repetición de lo sucedido en ninguna circunstancia, lo que se constituye en un punto importante, porque no se trata de asistir a un borrón y cuenta nueva, sino que a una convocatoria que sirva para aprender del pasado. Lo que implica no continuar negando lo acaecido, el golpe de estado y los crímenes de lesa humanidad que se cometieron durante la dictadura en nuestro pais, sin reconocer esto difícilmente se puede hablar de la restitución del honor militar lo que para nosotros es una cualidad moral. Que fue lo que en un momento de nuestras vidas nos llevó a oponernos a ordenes que contradecían nuestro juramento institucional, nuestros valores, en el entendido de que cumplir los deberes militares asume el respeto de los derechos de nuestros compatriotas y de nosotros mismos.
Creemos que esta es la posición de principios que hoy invita a la realización de este acto de reparación, como lo señala el Comandante en Jefe de la Fach, general Hugo Rodríguez, “de gestos concretos de reconciliación con muchos camaradas que fueron los afectados por las acciones ejecutadas en esos tiempos de división y odiosidad política", una decisión que necesariamente separa a la institución y a los mandos actuales de la Fach, de las responsabilidades aun no asumidas de los generales y mandos superiores que llevaron a sus subordinados a cometer atrocidades en contra de sus compatriotas.
Una realidad que ya no se puede ocultar, tal como lo han señalado múltiples fallos de la justicia, tanto nacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque hay responsabilidades que no se han transparentado de militares y carabineros en las violaciones a los derechos humanos y que no se pueden obviar. Recordar esto no significa una mirada revanchista o estancada en el pasado, todo lo contrario, lo que implica es que no se oculten detrás de la institución quienes fueron los que incitaron y llevaron a cabo la persecución y que infringieron las torturas y malos tratos a sus compañeros de armas y a miles de compatriotas.
Quiérase o no entonces este acto “por la restitución del honor militar”, que aboga por gestos concretos de reconciliación con quienes fuimos afectados por las órdenes y acciones de los mandos militares de la Fach de la época, es tambien un acto de rechazo a quienes valiéndose de la cadena y verticalidad del mando, ordenaron la realización de acciones que bajo ningún argumento se justifican. La detención arbitraria, la tortura y los asesinatos de compatriotas, son actos de suma gravedad que se cometieron en las instalaciones de la Fach, en particular en la Academia de Guerra Aérea (AGA) transformándola en uno de los principales centros de detención y tortura del pais, miles de chilenos y chilenas sufrieron los tormentos y vejaciones en ese lugar, entre los cuales nos encontrábamos todos los oficiales y suboficiales quienes nos opusimos al golpe de Estado.
Fue allí donde sufrimos en carne propia las consecuencias de la deshumanización de los torturadores, oficiales y suboficiales de la de Fuerza Aérea, quienes actuaban negándonos la condición de ser humano y de humanidad, su premisa era hacer hablar al prisionero y prisionera y al precio que sea. En un ambiente de irracionalidad como la que imperaba en la AGA, donde la “confesión” era el indicador de la competencia del torturador, constituyéndose en un mérito dentro de sus funciones y la demostración del cumplimiento esmerado de las órdenes de sus superiores, acciones premiadas por condecoraciones otorgadas a quienes en ese momento se sintieron los salvadores de la patria.
Las invocaciones de “extirpar el marxismo y eliminar a los comunistas, para salvar a Chile del comunismo” eran las órdenes directas para los torturadores, asi como, la orientación para los oficiales encargados de crear el clima, que asegurara el compromiso de los efectivos de la Fach en el despliegue del espiral de violencia que fue comprometiendo a unos y otros. Son los mandos institucionales de la época los responsables de ubicar al frente de las unidades de asalto y de los allanamientos a capitanes, tenientes, sargentos y cabos que se lanzaron con los conscriptos y el personal a su mando a las calles y a los campos en todo el pais a perseguir enemigos inexistentes, encontrando una población civil desarmada a quienes torturaban y perseguían sin más ley que la que ellos representaban.
Es difícil olvidar la suerte de mesianismo que se adueñó de la institución en esa época, lo que genero los espacios para cometer abusos indescriptibles e inimaginables, aunque explicables por el narcisismo y elitismo de algunos de sus oficiales. Quienes llevaron a la práctica un sórdido sentimiento de superioridad y de creerse especiales, lo que les volvió sordos y ciegos violentando los derechos de las personas y excusando con argumentos mentirosos sus propias faltas y debilidades.
Así entonces es necesario reconocer este acto de buena voluntad, porque es una iniciativa que abre la puerta a buscar los mecanismos para saldar una deuda con la historia y que busca reparar a los afectados por las arbitrariedades cometidas. Es una acción por la verdad, la justicia y que debe ser extendida como una respuesta al clamor de nuestros compatriotas, en particular al permanente llamado de los familiares de los asesinados y desaparecidos, que aún esperan respuestas de las FF.AA y de carabineros por la ubicación de los restos de sus seres queridos.
Entendemos por lo tanto que la validez del esfuerzo planteado por la Fuerza Aérea para la realización de este acto, como un gesto importante de reconciliación con quienes fuimos afectados por decisiones arbitrarias e injustas, es ciertamente una manera de aprender del pasado y un reconocimiento de los errores cometidos. Es también un acto de verdad y justicia pero que debe adentrarse decididamente en la reparación de todos quienes fuimos las víctimas del abuso generalizado que llevo a las FF.AA a irrespetar y atropellar los derechos humanos, que son el sustento ético de la carrera militar.
Lo anterior será significativo en la medida en que los actos de represión y abuso que se cometieron, en los cuales estuvieron involucrados oficiales y suboficiales de la Fach se conozcan y se comprendan a cabalidad por sus miembros, en todos sus niveles, para así crear la conciencia que garantice la no repetición de violaciones de los derechos humanos en el futuro. Acciones que deberían estar asociadas con lo que hace el Estado de Derecho y sus instituciones, lo que constituye la única vía válida para garantizar el respeto de los derechos humanos y su contribución al mantenimiento de la paz y el desarrollo.
Finalmente, la mayoría sino todos quienes fuimos afectados por las arbitrariedades cometidas hace 50 años, somos personas que caminan con dificultad sobre los 70 años, otros ya octogenarios, para quienes la acción de ser reparados íntegramente por el hecho ilícito que se cometió en contra de cada uno adquiere validez real y efectiva. A todos nosotros y en particular a los más jóvenes, en esa época, se nos cortó la carrera profesional militar, se nos expulsó de la institución calificándonos de traidores a la patria, se nos flagelo y se nos encarcelo por no haber adherido al golpe de Estado.
A cinco décadas de lo sucedido, habiendo la justicia anulado todos los cargos y condenas que falsamente nos atribuyeron, lo que corresponde entonces a la institución, es un acto de reparación de la magnitud del ilícito cometido, lo que significa el reintegro simbólico a la Fuerza Aérea, como un paso significativo para crear conciencia de no repetición en sus filas y es a la vez, un acto de reparación sustantiva, otorgando los beneficios de jubilación a cada uno de los afectados, optando a los grados que hubiésemos podido alcanzar en la institución.
Enrique Villanueva M.