Este 2024 se cumplirán cinco años de lo que se denominó Estallido o Revuelta Social, desplegada ese octubre del 2019. En otra oportunidad, quien suscribe esta opinión, describió varias contradicciones sociopolíticas, socioeconómicas, socioculturales y socio-territoriales que explicaban la situación de efervescencia social y, que, cuál curso fluvial en el tiempo geológico, las mismas se fueron sedimentando capa por capa, por lo menos desde la recuperación de la democracia, teniendo como consecuencia la precarización de la calidad de vida de un amplio número de familias chilenas[i].
Entre esas contradicciones precarizadoras de la calidad de vida de las familias chilenas, se encontraban las prestaciones de Salud y Educación, deterioro del Medio Ambiente vía pasivos y conflictividades socio-ambientales, Pensiones de la Indignidad Humana, centralización y desbalanceo del Estado que atenta contra la mejor gestión de los recursos financieros escasos, además, en una centralización que vulnera, hasta la cohesión social en un contexto de urgente y, a la vez, postergada reforma y modernización del estado.
Qué indicar del largo “expediente-prontuario” de corrupciones que recorre la institucionalidad política chilena, pero también civil (CAVAL, SOQUIMICH, MOP-GATE, pacogate, milicogate, papel confort y derivados, entre otros, pero, además el desfonde la Iglesia Católica vía escándalos de pedofilia, entre otros). Por otra parte, ahora, gracias al caso “Audios – Luis Hermosilla”, se nos recuerda el cómo la relación entre “las elites y la no elite”, incuba un modo de ser y relación entre las diferenciadas posibilidades sociales y del poder en la patria, NO SANO, siendo el Poder Judicial, en estos días, el telón de fondo del vaciado de confianza sobre una expresión institucional que había gozado de cierto ‘valor simbólico positivo’ de prestigio, tras la recuperación de la Democracia. Y en estos días, se agregan los $17.000.000, los cuales es imposible cuadrar en una institucionalidad universitaria nacional cuando de sueldos se refiere. Marcela Cubillos es la punta del iceberg, dado que existirían fundadas aprehensiones al debido cumplimiento de la ley universitaria por parte de la Universidad San Sebastián, por lo menos en este aspecto.
Esta sedimentación de contradicciones (unas pasadas, otras vigentes) navegó en una relación entre la “institucionalidad – sistema político” y movilización social “habitual-normal”, permitiendo la canalización sistémica de la relación, hasta que en la década de los 2010, irrumpe un modo de movilización social, no necesariamente canalizada en profundidad por el sistema político, a la que se le denominó, por parte de quien suscribe esta opinión, Geografía de la Multitud, la cual, en cuanto acción colectiva de alguna ciudadanía, asumiendo inorgánicamente la protesta, se desplegó en variedad de repertorios territoriales o espaciales en los dolores sedimentados durante décadas, donde se dieron las contradicciones antes dichas, en escalas que fueron desde lo barrial-local, a lo nacional, pasando también por las regionales, esto es, en un contexto de inter y multiescalaridad.
Esta geografía de la multitud, fue la consecuencia no sólo del detrimento de la calidad de vida de las personas-familias en las contradicciones sedimentadas, sino que también la fuente de programas de gobiernos del periodo (desde Bachelet I a Piñera II, principalmente), que, con todas las críticas endosadas por sus diseños (propuestas) de políticas públicas, instaló posibilidades de conducción y materialización de políticas para contener los altos grados de desconfianzas transversales en la sociedad chilena, intentando un sistema contra-democrático, como indica Pierre Rosanvallón, lo más equilibrado posible, en orden a que las desconfianzas no se incrementaran, a un punto, que reinase la impolítica o la ingobernabilidad sistémica (Pilar Solidario, PGU, Gratuidad, Avances en la democratización del país vía reformas políticas desde la descentralización hasta la electoral, pasando por la de partidos políticos, entre otras).
Pues bien, ello se concretó, haciendo que la Geografía de la Multitud se emplazara-intensificara por todo el territorio nacional (en lo simbólico), siendo los días que van desde el 18 al 25 de octubre proyectados a noviembre 12 de ese año (paro nacional convocado por la Mesa de Unidad Social)[ii], un momento de quiebre y clivaje insoslayable que más allá de no haberse consolidado en los proyectos constitucionales esbozados los años 2022 y 2023, sobre todo el del año 2022 (tras acuerdo del 15 de noviembre del 2019), instaló en el imaginario nacional que, las personas, en multiplicidad de aspectos como los socioeconómicos, sociopolíticos, socioculturales y, por defecto entonces, socio-territoriales en los que se disponen, son capaces de contrapuntear el cerrojo de las desigualdades, que intentando ser canalizado, sobre todo del año 2022, mantiene aún, no sólo la potencia, sino que el alcance de transformación demandada. Conviene indicar que el efecto del COVID-19, desde la perspectiva de los enclaustramientos-cuarentenas, también fue factor para tales efectos de contención del proceso multitudinario. Pero nunca hay que olvidar, cómo los municipios de Chile, canalizaron asertivamente este momento entrópico de la relación entre lo público-institucional y lo público-no institucional (geografía de la multitud), forzando acuerdos nacionales y consulta nacional de escala local[iii]
Conviene indicar, que conocidos los resultados del informe del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo titulado “¿Por qué nos cuesta Cambiar? Conducir los Cambios para un Desarrollo Humano Sostenible”, queda en claro que las bases que explicaron el Estallido – Revuelta Social se encuentran en lo sustancial, aún muy vigentes, agregándose, además, que en la actualidad la percepción de inseguridad pública transversal y tensionamiento severo del Poder Judicial a causa del Caso Audio – Abogado Luis Hermosilla, instala otro vector de desconfianza, hastío y descrédito al sistema político democrático del país… qué indicar con la cuestión de las elites.
La necesidad de canalizar las brechas socioterritoriales (disminuyéndolas-eliminándolas), hoy por hoy, se transforma en una urgencia estructural, donde la indolencia del sistema político para procesarlas, tiene que ceder, de lo contrario la movilización social, en una clave de Geografía de la Multitud, hará pagar costos, como siempre, a los menos solventes financiera, social, política y culturalmente, pero que, ante la no respuesta, es la movilización social la que queda ejecutar (la historia lo corrobora). Los dos ensayos constitucionales que se entendieron como consecuencia del despliegue de esta Geografía de la Multitud terminaron no modificando conductas, ni tampoco generando políticas públicas que resolvieran el tema de pensiones (aun discutiendo la administración del 6%), salud (está por verse con los proyectos de ley que se discuten), los temas de descentralización, si bien avanzaron en un primer momento de movilización, se han terminado estancando, esperándose ahora conocer una Política Nacional de la Descentralización, en cuanto resultado de los acuerdos logrados entre las asociaciones gobernadora/es y alcaldes/as de las escalas subnacionales[iv].
Hoy, indican varios diagnósticos – el PNUD 2024, entre ellos –, se encontrarían bases similares y complejizadas, además, con nuevos casos de corrupción e intensa inseguridad ciudadana-pública, para explicarse un nuevo Estallido o Revuelta Social y, con ello, entonces, la rearticulación de una Geografía de la Multitud movilizadora. A esta altura del proceso socioterritorial-político-económico-cultural, no se gana con sólo criminalizar lo que fue octubre 2019 (no tolerable, por cierto en la violencia cruzada experimentada), sino que urge colocar en valor la indignidad en la cual aún viven una mayoría de familias en Chile, en el afán de proponer soluciones concretas posibilitadoras de esperanza y solidaridad, cultivando una tolerancia crítica sobre y entre quienes toman decisiones e impactan en la vida de las personas, devolviendo el sentido de comunidad y proyecto político colectivo, como también de desarrollo nacional-regional-local para incrementar la calidad de vida de las personas y fortalecer de este modo la democracia.
[i] Ver en https://www.elquintopoder.cl/ciudadania/la-geografia-de-la-multitud-tras-la-polis-justa/
[iii] Ver en https://www.elquintopoder.cl/municipales/geografia-de-la-multitud-y-la-asonada-municipal/
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José Orellana Yáñez, Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Integrante del Centro para el Desarrollo Comunal Padre Hurtado.