El mega incendio del 2 y 3 de febrero pasado en la Región de Valparaíso puso en evidencia que el cambio climático, convertido ya en crisis climática, tiene impactos directos en la sobre vivencia humana, en este caso por los incendios forestales en las zonas de interfase urbano rural. El balance dramático y aterrador son 133 muerto, una o varias decenas de personas desaparecidas, más de 7.000 viviendas incendiadas y unas 15.000 has. rurales quemadas.
Con esta catástrofe ha sido constatable que el estado en sus múltiples instancias políticas y administrativas ni ha comprendido ni asumido la gravedad de esta crisis climática, ya que pese a contar aquel con la información pública y científico técnica suficiente, no fue capaz ni de concebir medidas preventivas, ni de diseñarlas, ni de implementarlas, ni de financiarlas, ni de ejecutarlas o hacerlas ejecutar. Ante esta situación universal de crisis climática el estado de Chile ha mostrado su incapacidad de gestión del fuego. Cuando hablamos aquí de las responsabilidades políticas referimos al Poder Ejecutivo, al Congreso de la República y al Poder Judicial, las responsabilidades administrativas son del gobierno nacional, los gobiernos regionales y los municipios de las ciudades, además, hay responsabilidades administrativas y técnicas específicas para la gestión del fuego que son: CONAF (Corporación Nacional Forestal) y SENAPRED (Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres), la primera dependiente del Ministerio de Agricultura y la segunda del Ministerio del Interior y Seguridad Pública.
Esta catástrofe urbana y humanitaria tiene su origen tanto en el mal manejo forestal como en la expansión urbana descontrolada, que el mercado sabiamente resolvería, se dijo, en esto Viña del Mar es proverbial, es la ciudad con la mayor cantidad de campamentos de todo el país, su prestigio de “buena ciudad” es un atractivo migratorio, con grandes urbanizaciones improvisada en su ocupación territorial invasiva, el diseño urbanístico es por acuerdo vecinal y autoconstrucción “con lo que se pueda”, la provisión de agua potable, alcantarillado y red eléctrica es “así no más”. Lo mismo ha acontecido antes en los altos de Valparaíso y, complementariamente, ahora en las quebradas de Quilpué y Villa Alemana. El mal manejo forestal se debe principalmente a la sustitución de especies nativas por plantaciones comerciales de pino y eucaliptus, que son grandes consumidores de agua, también debido al mal manejo de los tendidos eléctricos y, sobre todo, a las quemas de rastrojos agrícolas y forestales o simplemente de basura.
Las peculiaridades incendiarias de esta región eran ya bien conocidas por los pueblos originarios que la llamaron Alimapu, tierra quemada. En el presente reciente la primera manifestación local de la crisis climática se hace su aparición con el mega incendio en los altos del puerto el 12 de abril del 2014, ya no sabemos si la causa fueron unos jotes despistados que chocan contra unos tendidos eléctricos, o simplemente la no separación de estos del bosque lo cual provocaron unas chispas que generan un incendio en El Vergel, Fundo los Perales, a la entrada de Valparaíso que llevado por el impertérrito viento sur avanza cerro abajo quemando 1.000 has. de bosques, 3.000 viviendas, con 17.000 damnificados y 16 muertos en los cerros: Mariposas, la Cruz, Merced, Las Cañas, El Vergel, Ramaditas, Pajonal, Rocuant y El Litre.
Pareció que gracias a aquel desastre y otros habían lecciones aprendidas, así en julio de ese año un grupo vecinos e intelectuales de Valparaíso publican un libro, “Memoria de la Ceniza” que recogen variadas reflexiones sobre tan terrible suceso y que entre otras cosas recomienda construir corta fuegos en la zonas de interfaces que sigan la línea del Camino de la Pólvora acompañados de un continuo de estanques de agua que recojan las lluvias de invierno y permitan usarlas en el control los incendios de bosques y matorrales durante el verano; también se propuso construir un conjunto de cuarteles bomberiles a lo largo de esas zonas de interfase campo ciudad, para su próxima y rápida intervención en caso de alarma. Por su parte, desde el Senado, en junio del 2015, con la participación de múltiples instituciones relacionadas al asunto, en el “Informe de la Comisión Especial sobre Catástrofe por Incendio en Valparaíso”, se propone por iniciativa de CONAF la construcción urgente de los siguientes cortafuegos sugeridos por comuna cuya: “… longitud es en Valparaíso de 68.275 metros; en Viña del Mar, de 85.070 metros; en Quilpué, de 22.000 metros; en Villa Alemana, de 24.300 metros, y en San Antonio de 20.910 metros. Lo anterior arroja un total de 270.555 metros”, vale decir, 68 kilómetros en los altos de Valparaíso y 271 kilómetros de cortafuegos en toda la Región. Asimismo, el Cuerpo de Bomberos de esa ciudad pide instalar en esa misma línea de interfase un continuo de múltiples pozos de agua. Luego, con cierta periodicidad aparecen más informes y propuestas sobre el tema de los incendios forestales.
Recientemente, en el año 2021 la CONAF le entrega a la Municipalidad de Viña del Mar la propuesta “Plan de Protección contra Incendios Forestales”, que entre otras medidas preventivas contempla principalmente la construcción 115 kilómetros de corta fuegos. Es de destacarse que las áreas de mayor riesgo de incendio establecidas en ese informe, coinciden con las áreas efectivamente incendiadas entre los días 2 y 3 de febrero pasado en Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana. En breve, el estado no fue capaz de hacer la gestión del fuego ante un incendio anunciado y bien situado en los mapas.
La gran cortina de humo ante este desastre institucional han sido los “incendiarios de siempre”, los incendios inducidos, supuestamente por agentes de las inmobiliarias, de las forestales, por los subversivos, o simplemente pirómanos, psicóticos o bomberos locos, maridos celosos, etc. No obstante, la Fiscalía encargada de investigar estos sucesos dice no tener pruebas sobre la intencionalidad de estos incendios. Así, las pavesas activas de los incendios de bosques se convierten en incendiarios en busca de autores, ya sea de izquierda o de derecha, a gusto del cliente contrario. Así tenemos que personalidades políticas tan diversas y relacionadas al tema como el Gobernador de Valparaíso, Rodrigo Mundaca, quien se lo achaca a la derecha para desprestigiar a las alcaldesas de izquierda, el Ministro de Agricultura Esteban Valenzuela que no orienta autoría política, pero si asegura la voluntad incendiaria, mientras que el urbanista Iván Poduje, declarado discípulo de Piñera y líder de la propuesta de reconstrucción de la derecha, se lo atribuye a la izquierda, a esa misma que condujo el “estallido social” y que hoy gobierna. El mejor argumento de la “intencionalidad incendiaria” es que se han detectados cuatro focos distintos a 1.700 metros de distancia entre ellos, bien sabemos que el coautor natural del incendio fue el viento sur, el mismo que encumbra los volantines, que ahora con más de 60 kl./h. lleva las pavesas activas a grandes distancias, por eso bueno es preguntarse: ¿Quién intento quemar las palmeras de uno norte con seis poniente, o puente Ecuador, en Viña del Mar más tarde? También, se asegura que se han encontrado trazas de gasolina o parafina en los focos incendiarios, pero el Fiscal a cargo de la investigación dice que no hay pruebas aún.
Nos encontramos nuevamente con discursos públicos donde se atribuyen la responsabilidad no asumida de la gestión del fuego a los otros, entre el gobierno central y sus delegaciones regionales frente a los municipios, siguiendo el mismo criterio de dilución de responsabilidades que acontece en la prevención de la seguridad ciudadana ante la delincuencia común. En el caso de los incendios que se originan en las zonas de interface urbano rural las responsabilidades son claras, en su prevención y control de la CONAF, en cuanto a la prevención y protección de la población amenazada y afectada es de SENAPRED. Todo esto debe ser debatido ampliamente por la ciudadanía, las organizaciones sociales y políticas, junto con los responsables políticos, técnicos y administrativos de la gestión forestal y de los desastres, hasta que el estado se aprenda a hacer gestión del fuego en los tiempos de la crisis climática.
Ibán de Rementería
Corporación Ciudadanía y Justicia