La HIJA de Marilyn y otros cuentos de Claudia Reyes Allendes, Palabra Editorial, Santiago, octubre 2024. Con las magníficas ilustraciones de Karin Ehrmann Blumberg. Frente a 16 relatos en 105 páginas, que traen en la contraportada de Pía Barros, un acercamiento a la autora, en donde concordamos plenamente con lo dicho “…No se puede enumerar todo lo que cabe en este libro porque aquí hay un país…”
En una primera lectura pareciera ser que la mayoría de los relatos se acercan a la literatura hiperrealista, las historias y sus anécdotas resultan de un mecanismo que le permite a la autora la creación de un contexto realista, el cual, proporciona el contraste necesario para acentuar la transgresión, como característica primordial del suceso narrado, entonces aparece un giño, un elemento clave que permite el vuelco hacia lo fantástico, y allí se busca abordar lo imposible: entre los destacados están los estados de perfección, en especial la perfección del espíritu, así como la madurez, y lo que significan ser justo en el trato con los demás, especialmente con los que han cometido una injusticia. Como en el primer relato (VECINAS) de Rebeca y la DINA, o (ARDORA MARINA) en donde la narradora da cuenta de que la búsqueda de estabilidad al nadar es una acción que puede estar en la ficción, en lo real o en los sueños, pero en los tres niveles se busca de igual forma la estabilidad, la permanencia, el estado de lo perfecto que vencerá los miedos y va tras lo banal para encontrar la armonía, es como si la nadadora profesara votos de claridad, pobreza y obediencia, aunque estos dos últimos, no necesariamente en el sentido cristiano, el primero nunca lo ha sido, de allí que se deba hablar de castidad (cuestión que casi forma parte de épica cristiana, pero no de su práctica, clero incluido).
Por otra parte, las historias tienen en el rabillo del ojo ese toque Pop, que entre sus características destaca el dinamismo, la voz que narra es rápida, pero delicada en cuanto a detalles por lo que lo que dice va cambiando y mutando de acuerdo con las necesidades de los grupos humanos, es así como la cultura Pop se presenta en las diversas manifestaciones del arte. En este sentido, en el hiperrealismo no suelen haber huellas o pinceladas sueltas que aborden pequeños espacios de lo material, una de sus características es borrar o eliminar todo vestigio de lo material, llegando incluso a intentar borrar toda emoción o sentimiento, con tal sutileza, que permite que lo narrado cale en lo profundo de una angustia ensimismada, un acecho que escapa a los espejos y que, sin embargo, sigue allí en la nimiedad.
Desde el punto de vista de la imagen, en el hiperrealismo chileno, el maestro es Claudio Bravo quien fusionó la técnica clásica de los pintores barrocos españoles con un toque de surrealismo al estilo de Salvador Dalí, de modo que bien puede pasar por un pintor fotorrealista, dado su perfeccionismo al momento de retratar personas u objetos; cortinas, papeles, alfombras o jarrones. Lo que conserva el detalle, al igual que el retrato humano que parece que gira la cabeza o hace una mueca, porque en su exageración pareciera estar vivo. El super-realismo, en cambio de los relatos de Claudia Reyes Allendes también traen aparejada la tristeza, las pérdidas y ese amor en desalojo que cae desde sus propias redes de soledad inflamada por el abandono. No obstante, también está presente la dignidad humana en todos los bordes y esquinas de cada relato, hay puntos de valor intrínseco en las reflexiones de los personajes, aunque breves sobre la condición de las personas por el simple hecho de serlo. Pero también se reconoce la maldad como elementos externos a los personajes, que en su mayoría son femeninos. También se consideran diversos momentos de la dignidad humana en varios relatos como valor fundamental de la conducta y de ella nacen las tareas de protección, el respeto, la paz y la tranquilidad, que están presentes en la base de sus derechos inalienables.
La libertad de los personajes y su responsabilidad ante sus actos los hace aparecer como indisolublemente unidos al concepto de dignidad, que va más allá del lugar que ocupa el concepto de dignidad en la teología cristiana, que se ven asociados a los conceptos de culpa, pecado, expiación y perdón, dado que no podría existir la culpa sin la libertad de elección y en ese sentido los personajes actúan bajo el libre albedrío, en cambio, en la mirada cristiana y musulmana la idea de libertad y conceptos similares a la dignidad, como el honor, están ligados a condiciones sociales determinadas y no a todo ser humano, de modo que hay en estas miradas un sesgo de fanatismo que se enciende fácilmente y que permite acusar al otro de impío y con ello declarar su exterminio, algo similar establece el judaísmo radical y la iglesia ortodoxa cristiana, que no reconoce en la práctica la igualdad de lo humano, y a ratos ni siquiera al reconocimiento jurídico de la dignidad personal, introducido pasada la segunda Guerra Mundial, con la Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada en 1948. En el despojo que hoy sufren numerosos grupos de la población durante las 56 guerras en curso (Entre ellas; Wallmapu, Israel-Gaza, Ucrania-Rusia, Israel-Líbano, Israel-Irán, Burkina, Faso, Somalia, Myanmar, Nigeria y Siria, por nombrar algunas), está latente la esperanza de que estos sangrientos episodios como los que estamos sufriendo no vuelvan a repetirse, pero la Declaración Universal de Derechos Humanos invoca en su preámbulo la «dignidad intrínseca (...) de todos los miembros de la familia humana», y luego en el artículo 1° afirma que: «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos»., sin embargo, estos desaparecen en las zonas de conflicto sobre todo en niños/as y civiles que sólo participan como víctimas bajo las armas de estos hechos genocidas.
Pero volvamos a los relatos de Claudia Reyes Allendes, en donde hay momentos en que el o la narrador/a intentan explorar el mundo del subconsciente, los sueños, la imaginación y la irracionalidad, y en consecuencia terminan por cuestionar las normas establecidas del lenguaje y la realidad, y con ello se presentan los relatos como partes de una reflexión para cambiar la vida a través del arte, se nota allí, un desgarro que va más allá del o la narradora (hay párrafos en plural) y se asoma un rasgo de estilo propio, como en “historias de WhatsApp” donde se proponen distintos narradores, todos personajes anclados al mensaje de WhatsApp, voces femeninas que se entraman con lo dicho y lo no dicho al modo de juegos en una teoría de lo inconsciente y de lo irracional como medio para cambiar la vida, lo que se dice del yo y de la sociedad, en donde se comenta sobre el arte y la humanidad en torno a la revolución inconclusa, en la que Salvador Allende era el guaripola. Pero no son conversaciones sin tiempo y espacio, sino con un ahora, en donde todo parece descontextualizado y ad temporal, sin embargo, el pasado es recurrente y de allí que exista un dejo de terapia en las conversaciones del relato.
La literatura suele aportar doblemente en términos de salud mental, por una parte, le permite al escritor hurgar en el tipo de narrador y/o relato que va a enfrentar y por otra, el lector/a se ve desafiado ante una manifestación de arte con diversos momentos del emocionar, incluso cuando aquello que siente le incomoda, de allí que el arte sea en sí mismo un momento de terapia al modo de liberar emociones reprimidas, comunicar pensamientos difíciles de expresar o intentar comprender sentimientos y acciones humanas, al límite, que le eran extraños. Por otra parte, los momentos terapéuticos pueden variar según los grados de empatía, con los personajes, las acciones o el contexto, de modo que se hace posible pensar en la literatura como una manera de comprenderse y conocerse mejor a uno mismo, de allí que la creatividad hace posible encontrar diversas oportunidades para problemas educativos y psicológicos y con ello aumenta la capacidad para analizar y valorar nuevas ideas, resolviendo desde diversas formas los problemas que se presentan en el transcurso de la vida al ser humano y los desafíos que se exhiben en distintos planos que van desde lo mágico, lo espiritual, lo religioso, lo académico y lo cotidiano. Es curioso que en las recientes elecciones, junto con aumentar considerablemente la votación de blancos y nulos, los partidos se sienten ganadores y eso que la mayoría fue como independiente, en fin, algo pasará en estas nuevas formalizaciones que se le vienen a los políticos, desde los depredadores sexuales hasta los ideológicamente falsos, como las boletas y facturas de las estafas Lavinescas, los relatos de Claudia Reyes Allendes, sobrellevan el super-realismo, en cambio, las vueltas en bicicleta de la política nacional pedalean contra la probidad, ya lo sabremos con los nuevos alcaldes y concejales que descubrirán más de una facturita bajo la alfombra. Aunque Desbordes antes de asumir se le ve desbordado, amenazando a la directora del INBA, a sus alumnos. No nos olvidemos que él se formó en plena represión y tal vez piense que llega a la comisaria y no a la alcaldía. No necesitamos a un Bukele en miniatura, aunque ideológicamente más hinchado. Por ahora me quedo con los relatos y en hora buena hay otros cuentos junto a la hija de Marilyn.
Hans Schuster escritor.