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La historia como resultado del voto del pueblo. Por Nicol A. Barria-Asenjo

¿Cuál es la dirección que la Historia de Chile ha tomado en relación con el voto del pueblo chileno? ¿Por qué es tan complejo aceptar la potencia que el pueblo tiene? ¿Cuál son los factores no considerados que hicieron que desde el 2019 al actual 2022 el pueblo chileno adoptará posiciones externamente radicales? ¿Cuál es la propuesta de la Nueva Constitución Política que el pueblo espera? ¿Por qué el discurso popular advertía en las calles del 4 de septiembre que el triunfo del rechazo era un triunfo para la historia del país? A días después de la votación masiva en el marco del “Plebiscito de Salida” hemos de entender que hay movimientos subterráneos que escapan a la intelectualidad y que implosionan nuestra afectividad a la luz de los giros inesperados que el pueblo toma, con sabiduría persiste históricamente la transgresión de las masas populares a cualquier análisis o estadística, el pueblo chileno nos demostró con su actuar y decisión las contradicciones que lo componen, y es menester poner atención a aquellas contradicciones que van configurando el devenir de la historia del país, estamos frente a una nueva opción, algo nuevo, sobre todo para quienes solo veíamos en el escenario de la política chilena una sola opción en relación con el porvenir del país.

Si desde el posmodernismo se anunció con ilusión y esperanza “El fin de la Historia”, “El Fin de los Metarelatos”, y una diversa lista de finales esperados que confiaban en el establecimiento definitivo e inevitable de la maquinaria capitalista con sus respectivas ramificaciones a todas las áreas de funcionamiento de las sociedades actuales y futura…En Chile, desde el 2019 esperábamos con ansias la contracara: observábamos el devenir chileno como un profundo cuestionamiento por los engranajes del capitalismo y se anunciaba la disolución del modelo que lleva décadas causando estragos de los más letales.

Ahora bien, el abordaje económico de los fenómenos sociales (Boltanski & Chiapello, 2002; Foucault, 2007; Dardot & Laval, 2013; Paltrinieri, 2017) es una perspectiva en uso con frecuencia creciente, este giro investigativo guarda relación con los resultados mediatos de algunas de las prácticas neoliberales. Por mencionar algunos ejemplos hemos de identificar que es posible pensar al sujeto en relación al valor o intercambio que este puede adquirir con la venta-promoción y explotación de si mismo (Fisher, 2009; Marauy, 2019) por esto ha sido objeto de estudio el manto neoliberal y los procesos de transición de una hegemonía a otra o las acciones de los poderosos en tanto toma de decisiones con implicancias globales. Es menester evidenciar que son diferentes las perspectivas y saberes de las Ciencias Sociales y Humanísticas (Giddens 1987; Gaeta et al, 2007; Bolcourf 2007) que han intentado analizar o aproximarse a los engranajes socio-políticos e ideológicos que se agencian detrás del significante capitalismo-neoliberal.

Si las grandes multinacionales lograban generar y mantener su acumulación del capital, ahora lo incrementan a propósito de las estrategias de difusión haciendo uso de los cuerpos de los trabajadores y una regulación de lo humano; se da un uso político-económico a la vida de las personas (Foucault, 2006) mediante dispositivos discursivos que responden y se adhieren a la urgencia tras la política neoliberal (Foucault, 1994; Ayala-Colqui, 2022). Mucho se puede hablar de diferentes perspectivas teóricas, sin embargo, lo importante a mi parecer en nuestra actualidad, son los vuelcos de la historia en relación con las decisiones de las capas populares, el hecho se repitió en Chile, aunque con dolor algunos hemos cuestionado la voz y potencia del pueblo, no hay dudas de que ellos saben algo que no nosotros ignoramos.

No es casualidad que comunas empobrecidas, la región de la Araucanía con una alta cantidad de población mapuche y las regiones del extremo norte y extremo sur con población indígena hayan votado masivamente por el Rechazo, allí hay algo que es urgente estudiar ¿Qué es lo vio el pueblo chileno y que otros nos hemos negado a ver? ¿Por qué es más sencillo tratar al pueblo de ignorante y no detenernos a reflexionar en lo que nos han dicho millones de personas? ¿Por qué la mayoría en este caso está equivocada o fue influenciada por las fake news siendo esa la única explicación ante el resultado final? En efecto, indudablemente la batalla de la información tuvo algo de relación, pero no es el único factor que determinó en que con una desproporciónalo mayoría el rechazo haya sido victorioso.

Para iniciar con un breve recorrido histórico del la noción Historia, consideraremos a Friedrich Hegel (2006) en tanto filósofo que haciendo uso de la “Dialéctica” afirmó que la historia es una repetición profundamente marcada por errores, donde la linealidad es una ilusión producida por la aparición de los opuestos que conforman a su vez la aparición de la historia, de manera apriorística postula lo que es una suerte de “la filosofía universal de la historia” configurando lo que sería la matriz hegeliana respecto de lo que el pensador entendería por historia y su acontecer.

Posteriormente, el revolucionario e intelectual Karl Marx (1975) reconfiguró su noción e hizo un retorno dialéctico a la historia. Marx y Engels (2014) en “la ideología alemana” rompen con todo esquema suprahistórico y, por lo demás, todos sus desarrollos los llevan a tomar la posición de fundadores de la concepción materialista de la historia (Melotti, 1974).

Otro punto interesante y relevante en tanto contradicción desde las lecturas posibles desde Hegel son las de Von Cieszkowki (2002) y los escritos de la juventud de Marx, en relación al primero encontramos una perspectiva critica en relación con la nula contribución de Hegel al futuro y siguiendo el análisis de Ezequiel Litvinoff (2016) la realización de la historia no es el resultado de la materialización a propósito del futuro si no la disolución de las ataduras en implicancia “del presente” (p. 52), Si es posible hallar algunas propuestas discursivas y teorías que anuncian un fin de la historia, la nula importancia que se debe entregar al futuro, aquí afirmaremos que llevamos siglos conviviendo en lo que es la configuración presente de una nueva historia , una historia que toma los hilos del pasado, los altera y moldea en el presente para trazar el horizonte del futuro. Solo en la medida en que nos posicionamos en el presente, dejando la idealización de las estructuras temporales podemos reelaborar un pasado histórico y mediante el trabajo en el presente construir un futuro divergente.

La urgencia de nuestros tiempos se caracteriza por la imposibilidad de responder a la demanda y la necesidad de construir estrategias y comenzar a hilar nuevas transformaciones que asegurar un futuro que sea propicio. Es en esa desesperación que nos produce la crisis ecológica, los antagonismos políticos, los retos pendientes en relación con lo socio-cultural, lo que nos adhiere un velo ideológico que en la medida que nos prohíbe la visión de un más allá nos arrastra a permanecer en la ideología dominante. El giro histórico que estamos presenciando tiene elementos nuevos desconocidos y desde ese desconocimiento, empero, necesitamos posicionarnos desde lo que hay para reflexionar…. ¿Hemos de negar y silenciar la voz del pueblo o despertaremos de nuestra prepotencia para oír el mensaje que las calles nos gritan en la cara?

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