La Historia del Despojo. El origen de la propiedad particular en el Territorio Mapuche Martín Correa Cabrera, Ceibo Ediciones, Edición al cuidado de Equipo Pehuén, Primera Edición 2021, Santiago. 359 págs.
El concepto de despojo desde la filosofía dice relación con aquello que trasciende de su definición legal o material para convertirse en un concepto complejo que aborda desde la pérdida de la tierra, la identidad, la pertenencia, hasta las condiciones de la vida digna. La noción de despojo se viene explorando en varias corrientes filosóficas, incluyendo la ontología, la ética, la filosofía política y la teoría crítica. La noción filosófica de despojo en América Latina se refiere fundamentalmente a la expropiación histórica y continua de bienes materiales e inmateriales (tierras, conocimientos, culturas, identidades) que vulnera la existencia y la autonomía de las comunidades, especialmente indígenas y campesinas. Este proceso se vincula al extractivismo y a la acumulación por usurpación, donde la lógica capitalista está por sobre la naturaleza y las personas ya que todo, sin excepción, debe ser considerado y convertirse en simples recursos. El despojo no solo afecta al sujeto con la pérdida de sus medios de subsistencia, sino que también implica una afectación ontológica, oprimiendo su propia capacidad de ser y su identidad, lo anterior implica la pérdida de los territorios, los recursos naturales (minerales, energéticos, agrícolas, marinos) y todos los bienes comunitarios, entre ellos los bienes inmateriales, los conocimientos, las culturas, las identidades y las formas de vida ancestrales, buscando imponer una visión de mundo hegemónica. Allí, el despojo se convierte en un mecanismo estructural ya que se relaciona con la intensificación de la acumulación del capital, a través de la violencia que ejercen los grupos armados del Estado, el narcotráfico, empresas, los grupos políticos de guerrilla y narco-guerrilla junto a la imposición de modelos de desarrollo que no son consultados con las comunidades locales. Frente a estos procesos, emergen formas de resistencia y re-existencias que van desde la permanencia en el territorio hasta la recuperación de los saberes ancestrales y la creación de alternativas de desarrollo, como y para, el Buen Vivir, por otra parte, el extractivismo minero, forestal o salmonero y el narcotráfico, se cruzan, afectando de manera integral a las comunidades, lo que hoy ocurre en la Amazonía y en Wallmapu, que son el resultado de las ineficientes políticas de Estado, cuyas raíces históricas vienen con la conquista y la colonización de América, como parte del proceso de acumulación capitalista, dejando a través de los siglos diversos tipos de esclavitud, hoy a través del mercado, cuya violencia inherente, pasa por el pago en exceso de; contribuciones, el pago por desplazamientos, peajes concesionados en Chile, impuestos por uso de recursos naturales para la vida, agua, electricidad, y la comida entre otros, porque un agricultor o ganadero debe pagar impuestos por su propio consumo familiar, dejando entrever un problema ético, es decir, el despojo en términos de justicia, moralidad y la violencia del Estado, si no se pagan las contribuciones se rematan los bienes, no así con los dueños del dinero, los grupos económicos y el narcotráfico, junto a las colusiones de las industrias –el pollo, confort, pasajes de buses interurbanos, entre otros- y la salud privada, cuyo sobre precio no está regulado,-el mercado no se regula solo, sólo se colude solo- tanto en medicamentos como en prestaciones.
Estudios decoloniales y feminismos comunitarios han ampliado la comprensión del despojo, visibilizando su impacto en las subjetividades, los cuerpos y el territorio, y las formas de resistencia que surgen en las comunidades. El despojo no solo se enfoca en la pérdida de la propiedad, sino en la pérdida de la condición del ser. Quienes son despojados pueden perder su pertenencia al mundo, la capacidad de autorrealizarse, sus identidades colectivas y, en última instancia, las condiciones para una vida digna. Dado que el despojo se enmarca en procesos sistémicos. Filósofos y teóricos críticos ven en el despojo una de las más fuertes y oscuras manifestaciones de la injusticia social y de la estructura de desigual de poder, -ya hace rato, informes internacionales establecieron que en Chile existen dos justicias- David Harvey, por ejemplo, utiliza el concepto de acumulación por desposesión, o despojo, para describir la manera en que el neoliberalismo acumula riqueza al expropiar bienes públicos y privados. Desde la Filosofía de la liberación, Enrique Dussel, entre otros, analiza el despojo desde la perspectiva de las asimetrías del poder y la dominación.
El despojo también ha sido estudiado desde la perspectiva de la resistencia y la transformación social. El concepto de "re-existencias" se utiliza para describir las respuestas de las comunidades que se organizan y resisten. Estas re-existencias buscan recuperar lo que se les ha arrebatado, defender sus identidades y formas de vida, y cuestionando a fondo el modelo que perpetúa el despojo, dado que el despojo se ha expandido incluyendo la destrucción de la naturaleza. El teórico, Adolfo Gilly, viene hablado del despojo de los "cuatro elementos; tierra, agua, aire y fuego (la energía)”, para referirse a la manera en que el modelo de desarrollo neoliberal destruye las condiciones ambientales que permiten la vida. Y hoy en día el negacionismo se ha apoderado incluso de organismos internacionales y de gobiernos, que se niegan a aceptar el calentamiento global y el cambio climático, dado que la destrucción a través de la naturaleza, tifones, ciclones, inundaciones, incendios provocados, entre otras acciones de cambio climático, son vistas como parte de los negocios a futuro, gracias a la destrucción, esto implica y lleva en sí otra violencia, esta vez bajo la concomitancia de los dueños del dinero que ven en la tragedia humana su mejor negocio, de allí la mantención de las guerras y la explotación de océanos y mares desregulados, al igual que la contaminación de arsénico y otros metales pesados y venenosos en la minería, las zonas de cultivo de las salmoneras en Chile traen el deterioro del medio ambiente por la alfombra de contaminantes, léase pellet y vacunas para salmones, junto a otros químicos que desintegran el ecosistema del fondo marino, para no decir nada de la industria forestal, cuyas formas de cultivo han llevado a la quema de ciudades, las principales ciudades afectadas por incendios forestales recientes en Chile son Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Limache en la Región de Valparaíso (febrero 2024), que sufrieron una destrucción masiva y un gran número de víctimas mortales. Además, el incendio de octubre de 2023 impactó las comunas de Florida, Hualqui, Santa Juana y Tomé en la Región del Biobío, y en la Región de La Araucanía se vieron afectadas las comunas de Galvarino y Lautaro y gran parte de la provincia de Malleco. En marzo de 2025, la comuna de Traiguén en La Araucanía también experimentó incendios que amenazaron zonas urbanas, y las políticas públicas descansan en los bolsillos de los legisladores que reciben el cariño de las empresas que aportaron a sus campañas y a sus familiares directos. En resumen, la noción filosófica de despojo es una herramienta crítica que permite analizar las dinámicas de poder, la justicia, la violencia y la resistencia, más allá de la mera pérdida material, para abordar la desintegración del ser y la injusticia sistémica. De allí las posibilidades de revuelta, que filosóficamente es un acto de negación radical y espontánea contra una opresión, y que se diferencia de la revolución por su carácter limitado, su horizonte de corta duración y su objetivo de cambiar personas más que estructuras sociales. Filósofos como Albert Camus la consideraron como un acto de afirmación de la libertad y la conciencia humana frente al absurdo, mientras que pensadores como Julia Kristeva la abordan desde la crítica literaria como una forma de resignificar y renovar el vínculo con el ser y la sociedad. Pero bastaría con recordar la filosofía de Karl Marx que frente al despojo en la cultura occidental centrado en la noción de acumulación originaria y alienación, donde el capitalismo crea una clase proletaria despojada de sus medios de subsistencia y de su trabajo, y que pasa a ser externo y ajeno a su ser, bajo la ideología y el derecho del burgués, en cuyo contexto se legitima el despojo, mientras que la cultura se convierte en una manifestación de ese dominio y del malestar social, que solo puede superarse mediante una revolución que establezca una sociedad sin clases. Por otra parte, el despojo obliga a vender la fuerza de trabajo para sobrevivir, creando así la base de la explotación capitalista-neoliberal-mercantilista, la formación del capitalismo no se basó en una etapa natural de desarrollo, sino en un proceso de acumulación originaria, es decir, un despojo violento de los medios de producción de la población campesina, los obreros y los pueblos originarios .A pesar de las adversidades históricas, como el despojo territorial y la discriminación, el pueblo nación mapuche – al igual que otros pueblos nación indígenas- han logrado adaptar y renovar su cultura, utilizando tanto prácticas ancestrales como nuevas tecnologías para mantener y expresar su identidad. La memoria es fundamental para la identidad, y la lengua es clave para la cosmovisión y la transmisión cultural, permitiendo así la continuidad de su cultura en el presente y en el futuro. La espiritualidad es una parte integral de la identidad mapuche, con una profunda conexión con la tierra (Mapu) y los seres que la habitan, lo cual se refleja en su cosmovisión y prácticas diarias. El desplazamiento forzado a las ciudades ha llevado a una adaptación de las prácticas culturales. En la ciudad, se crean nuevas dinámicas de transmisión cultural, con la creación de las artes y en especial la música que fusiona lo urbano con lo tradicional. La memoria colectiva se preserva y se transmite a través de la oralidad, los relatos, las ceremonias y las prácticas culturales, entre otras, el palin, asegurando que las generaciones futuras conozcan su historia y sus orígenes. La memoria conecta a las personas con sus ancestros y la tierra, fortalece el sentido de pertenencia y la continuidad cultural.
El libro de Martín Correa Cabrera, da cuenta de “los hechos acontecidos hace ya más un siglo y medio, para presentarnos una correlación de acciones y hechos que permitan al lector juzgar con antecedentes la verdad respecto de la demanda territorial mapuche actual, tantas veces cuestionada, vilipendiada y tergiversada” Prólogo de Rodrigo Curipan Levipan, Werken lof Rankilko-Zona Bajo Malleko (pág. 13), luego de una introducción en la que se da cuenta entre otras cosas de las legislaciones internacionales que se contraponen a la Ley Indígena N°19.253, que sólo registra aquellas tierras reconocidas por el Estado, incluso ante el negacionismo de los propios títulos de merced entregados por el Estado Chileno entre 1884 y 1929, tanto los empresarios, el parlamento y los gobiernos centrales mantienen el conflicto sin reconocer las usurpaciones, crímenes y ocupación territorial. El Capítulo I da cuenta del territorio de indígenas al territorio de colonización. La construcción de las grandes haciendas en el territorio Lafkenche: La costa de Arauco. Capítulo II. El territorio Pehuenche del Alto Bío Bío: La compra de acciones y derechos y la constitución del latifundio. Capítulo III El avance de fronteras: Los remates y la radicación/reducción en las provincias de Malleco y Cautín. Capítulo IV. La usurpación en el Huillimapu: Las tierras del sur. Capítulo V. El territorio Huilliche de la Buta Huapi Chilwe: de los potreros realengos a la gran inscripción fiscal y el remate de las tierras ancestrales. Capítulo VI. La expulsión de las tierras antiguas: “Audiencia de Horrores”, Epílogo y Referencias bibliográficas. Las verdades presentes en el libro ponen de manifiesto los engaños, crímenes y robos, y siendo octubre del año 2025, todavía la situación se mantiene con el flagelo de leyes miserables cuyos cómplices están en todas las esferas del poder, al punto que permiten los asesinatos de defensoras ecologistas, en el 2020 la ONG Global Witness, cifró en 227 las muertes contra dirigentes ambientales en donde tres de cada cuatro muertes ocurrieron en Sudamérica y El Caribe. Las últimas asesinadas en Chile son Macarena Valdés, ahorcada por su lucha contra una central hidroeléctrica en el río Tranguil y Nicolasa Quintremán ahogada en la represa artificial Ralco de ENDESA, y la más reciente Julia Chuñil, secuestrada, asesinada y quemada, mientras rotan los fiscales, hoy el fiscal Calfil, junto al fiscal nacional deben dar explicaciones –mientras la policía sonríe en especial con el caso Huracán que consistió en la manipulación y falsificación de pruebas para incriminar a comuneros mapuche en actos de violencia rural, pero ahora no nos olvidemos, que en la zona, continúan las malas prácticas de LABOCAR al mando del suboficial José Arriagada, mientras las abogadas de la familia Chuñil, entre otras cosas, no tiene acceso a revisar la investigación. El despojo no sólo continúa, sino que se ve amparado por las grandes familias y las industrias forestales, mineras y salmoneras, en tanto que el gobierno del presidente Boric, no logra dimensionar que durante su período también desaparecen personas, mientras el fiscal nacional, los jueces, y toda la camarilla de cómplices se ponen la mano en el corazón cada vez que cantan el himno nacional.
Hans Schuster, escritor
