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La importancia de los buenos relatos sobre el vino chileno: desmitificando la crisis. Por Alex Ibarra Peña

Un relato que se viene imponiendo estos días, es ese de la crisis del vino, cuestión que engloba no sólo al país sino que al mercado global. Vale precisar que cuando se presenta esto de la “la crisis” del vino es un problema que se refiere a su mercado. Siguiendo la visión filosófica de Thomas Kuhn, no toda crisis sería un problema, dado que aquello tal vez sea lo necesario para comenzar la construcción de un nuevo paradigma que represente mejor los fundamentos de una necesaria revolución, este sería el camino del descubrimiento de mejores y “nuevas” teorías, que en ocasiones no son más que postulados que se habían dejado de lado.

Volviendo al punto de “la crisis” en el mercado del vino, se puede observar que se focaliza en el escaso consumo existente de esta bebida. Por lo tanto, una de las preguntas fundamentales y necesaria es por qué se consume poco, aquí una respuesta estandarizada es que los jóvenes están bebiendo menos alcohol y, por otra parte, cierta irrupción comercial de los destilados. Tal vez ambas son respuestas válidas, sin embargo no son las únicas posibles. Creo que este momento no pasa por culpar a las nuevas generaciones y tampoco una estrategia buena sería la “guerra” a los destilados, ambas soluciones exigirían una vía eficiente, pero engañosa que viene a ser la publicidad, cuestión que sólo podrían sustentar las grandes corporaciones y no los pequeños productores.

Una buena estrategia es fortalecer el relato sobre la calidad de los vinos chilenos apostando al cambio de hábito que cae en el consumo de productos que no son de buena calidad y que en muchos casos han desnaturalizado los mostos con criterios industriales apuntando al exceso de producción. Estas corporaciones han instalado una serie de malas prácticas, como por ejemplo, homogenización de los vinos con exceso de aditivos añadidos, colusión de los precios, incluso mal pago del valor de la uva a pequeños productores, publicidad engañosa, etc.

Un relato sobre la buena calidad de nuestros vinos tiene mejor sustento en un movimiento que es visible de pequeños productores que se han tomado con mucha seriedad las buenas prácticas de producción. Un movimiento de viñateros que está conformado por vitivinicultores que has rescatado sus propias historias familiares, otros que han asumido un compromiso honestos con sus convicciones, otros que han realizado un arraigo por el territorio, los que han hecho una apuesta por un mercado más sano, los que valoran principios agroecológicos, los que conocen de la vida campesina, los que valoran una buena alimentación, los que se apasionan con un enología más original, etc.

Tenemos en esta vía de producción varios proyectos que ya son reconocidos por la excelencia de sus vinos y por un compromiso con las buenas prácticas que se han convencido del valor que tienen sus historias y testimonios, por ejemplo, a riesgo de una mala comprensión mía, puedo señalar los que asumieron la línea radical del vino natural como Cacique Maravilla, Herrera Alvarado, Evangelina, Pino Román, Jorge Cotal, La Vieja Parra, Louis Antoine Luyt, Alice Lestrange, Raíces del Chintú, Roberto Henríquez, Huaso de Sauzal, González Bastías, Viñedo Los 5, Mingaco, Max Kutral, etc. Otros que optaron por una vía que respeta lo natural buscando una calidad más compleja Clos des Fous, Ricardo Lowick, Javiera Ortúzar, Cancha Alegre, Casa Hernández, Escándalo, El Rescate, Macatho, Los Chanchitos, Mariana, Montsecano, Tinta Tinto, J.P. Martín, Villalobos, Erizo, La Kura, Garage, Carter Mollenhauer, etc. Entre estos proyectos varios de ellos con enfoques en las cepas más criollas dándole un valor especial a la cepa País, Cinsault, Moscatel, o la gran variedad de cepas existentes en Chile, expandiendo la uniformidad que había instalado la gran industria. En ellos la convicción fundamental es que el vino exprese la fruta que es su principal materia.

El mercado en “crisis” es una buena oportunidad para fortalecer el relato que permita una mayor visualización de los vinos de excelencia que producen, estos y otros viñateros que nos entregan mostos que superan a esos vinos más comerciales y que no tienen ningún futuro, salvo el que les han dado las publicidades engañosas que ocultan además sus malas prácticas. El vino es un alimento noble que acompaña la existencia aportando alegría y bienestar como parte de su misterio. Tenemos aquí un producto noble que apenas se ha empezado a conocer con la profundidad que requiere, por eso es relevante difundir las historias del vino, pero también las formas en las que se piensa, todo esto contribuye a ese cambio de paradigma que viene germinando la revolución del vino en nuestro país.

Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra

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