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La invitación de Gabriel: la irrupción de los colectivos y el protagonismo de las comunidades como estrategia de construcción política para el nuevo Chile. Por Marco Silva Cornejo

Bienvenida la esperanza y las utopías que renacen al fragor del gobierno liderado por Gabriel y la larga marcha callejera que lo acompaña desde ya antiguas lunas al compás de murgas, barricadas, descontento y feminismos. Sin duda, el quiebre de sentidos que plantea la nueva administración de gobierno , con profundos ribetes en la epistemología política constituyen una posibilidad real de avanzar en las transformaciones que Chile y las comunidades que lo constituyen reclaman desde hace tantos años.

Resituar el sentido colectivo y alterizado, como estrategia de acumulación y correlación de fuerzas para fisurar la matriz cultural y económica del neoliberalismo y sus dispositivos de reproducción. Los que desde el individualismo y el consumo operan como garantes y perpetuadores de la hegemonía global parecen ser una exploración necesaria y pertinente para todas esas subjetividades que hoy convergen en la policromía de las izquierdas que nos constituyen y de las minorías activas que durante años han resistido de manera activa, pero sin haber logrado hasta ahora articular las sinergias y convergencias que se vislumbran en el actual teatro operativo.

Gabriel nos invita a corresponsabilizarnos y a comprender que el principal activo de nuestras mayorías ciudadanas y populares reside en la unidad y en la participación activa de la comunidad en la transformación del Chile que se comienza a construir bajo la actual carta de navegación liderado por un grupo de actores políticos cuya cuna tiene sabor a calle y olor a lacrimógena. Una manada política hermanada en el sentido de barrio, con la humildad urgente de una marraqueta recién horneada y con el desafío de poner la dignidad de los más, de los postergados tan alta como la codillera de los andes.

Irrumpen entonces los colectivos, la comunidad como sentido del Chile que busca un mejor vivir marcando una distancia activa con los años transicionales y sus camarillas trasnochadas que terminaron reproduciendo una acción política al servicio de caudillos y liderazgos personalistas que terminaron consolidando el proyecto político de la dictadura y de paso consolidando una matriz de desarrollo nacional fundada en la desigualdad, el lucro y el abuso, cuyo colapso se expresa en la sintomatología manifestada en la revuelta de octubre conocida como el estallido social.

Gabriel y su equipo político parecen haber comprendido la necesidad de resituar y reinventar las formas de desarrollar la acción política de los cotidianos, comprendiendo la urgencia de reconstruir los sentidos de reciprocidad, apoyo mutuo y cuidados alterizados. Expresando también con profunda claridad que las coherencias y la necesaria praxis que nos reclama el presente implican que los discursos deben estar sostenidos en prácticas que sean congruentes con las epistemologías políticas que las sostienen. Coherencia y congruencia en el actuar político, ejercicio del poder colectivo y sentido de transformación son los pulsos que se deben sostener para transformar un Chile que reclama desde lo profundo un mejor vivir.

Marco Silva Cornejo _Mg Ciencias Sociales Aplicadas UFRO

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