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La lucha por el espacio y el territorio. Por Ana Pizarro

Cuando estamos interpelados por la extrema dureza de la invasión rusa en el territorio ucraniano y observamos en las pantallas en directo sus horrores, pasa a segundo plano la batalla que ha comenzado a librarse en el espacio. La expresión trae el eco de Huidobro: ”Qué combate se libra en el espacio? ¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?” Con la vía láctea como hábitat poético, el chileno previó como nadie la apertura de fronteras que ya en el siglo XXI se transformaría en carrera de las grandes potencias, con efectos en los países menores. La Segunda Guerra Mundial pondría en evidencia no sólo la nuclearización sino también sus efectos.

Santiago de Chile se vuelve hoy escenario de esta dinámica. La semana próxima tiene lugar aquí la Audiencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la sede del Tribunal Constitucional. Se discutirá allí los días 26 y 27 un tema que en Chile conocemos poco, porque en general tenemos poca información sobre Amazonía y sabemos menos sobre las comunidades quilombolas, también llamadas cimarronas. Sin embargo el tema que se tratará en esa sesión no debiera sernos ajeno.

Estas comunidades se encuentran en distintos lugares de América Latina y el Caribe, pero especialmente en la Amazonía, en este caso brasileña. Ellas surgen a partir de grupos de esclavos llamados cimarrones, esto es que han huido de sus amos, antes de 1888, tardía fecha de la abolición de la esclavitud en ese país. Ellos formaron comunidades en el interior de la selva, en lugares en general de acceso secreto. Algunas de ellas sobrevivieron, se desarrollaron hasta hoy y en varios casos han logrado la delimitación y títulos de propiedad de las tierras que han ocupado durante siglos. En el caso que se discute la semana próxima se trata de las comunidades de Alcántara, que se ubican próximas a la base espacial sobre la que se firmó el acuerdo de Brasil y Estados Unidos. Esto tiene en vilo a las familias quilombolas, que ya una vez fueron desplazadas por su construcción y ahora ven nuevamente el peligro de su extensión. Pero hay más : la nueva carta de intenciones de la cooperación espacial habla de conservar la biodiversidad y promover el desarrollo sustentable de la Amazonía brasileña, lo cual “ conduce a la suposición que Alcántara podrá ser convertida en un portal de entrada para monitoreo ambiental, vigilancia y posible control digital de la región amazónica” de parte de Estados Unidos, de acuerdo al estudio y la publicación del Prof. Alfredo Wagner director gran del proyecto “Nueva cartografía social de la Amazonía” y Premio de la Fundación Ford por su trabajo con las comunidades. El investigador no deja de visualizar los efectos estratégicos de la presencia militar que esto implica también para Centro y Sudamérica.

La carrera espacial pone en vilo a comunidades territorializadas desde hace siglos. Las comunidades cimarronas nada tienen que ver con el lanzamiento de cohetes, satélites o eventualmente con el turismo espacial de las élites, y el desarrollo de este campo no les aporta beneficio sino el drama de la ruptura con su medio, sus hábitos, su relación con el entorno que hace siglos han hecho suyo. Esperemos que la lucha por la Vía Láctea y sus alrededores no les trastorne ni a ellos ahora , ni a nosotros más adelante, la vinculación con el territorio en que nos desenvolvemos para ser nuevos exiliados de nuestra historia.

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