Recientemente, hemos sido testigos del bombardeo de Estados Unidos a Irán, dirigido a las instalaciones de procesamiento de uranio, lo que ha captado (y mantenido cautiva) la atención de los medios y de la opinión pública. Sin embargo, en Chile, esta situación ha servido para desviar la atención de los escándalos nacionales. Mientras los noticieros se centran en la geopolítica, los análisis y las tensiones en el Medio Oriente, en Chile, los casos que han remecido nuestra sociedad, en el último tiempo, parecen haber caído en el olvido de los ciudadanos, y lo medios de comunicación.
Cierto es que, en un mundo donde la información fluye a la velocidad del rayo, es fácil perderse entre los conflictos de otros y olvidar los problemas que nos afectan directamente. Debemos ser capaces de estar atentos a todo, enfocando nuestra atención cuando se requiere por un interés superior (el valor de la ética, la responsabilidad social estatal, la confianza, la transparencia). Daniel Kahneman, en “Pensar Rápido, Pensar Despacio” (2011) sostiene que “La inteligencia no es solo la capacidad de razonar; es también la capacidad de encontrar material relevante en la memoria y enfocar la atención cuando se necesita”. Sin embargo, el foco de la atención ya no está en las irregularidades de las fundaciones que manejan recursos públicos, que han sido objeto de denuncias y que merecen un escrutinio exhaustivo. Lo mismo ocurre con las licencias médicas fraudulentas, que se usaron para que empleados públicos viajaron al extranjero, caso que ha quedado relegado a un segundo plano, y que es un tipo de abuso que afecta la confianza en las instituciones y pone en riesgo la salud pública y el bienestar de quienes realmente necesitan atención médica. Por otra parte, el caso de los viajes personales de parlamentarios, utilizando el "truco parlamentario" para justificar ausencias, ejemplo de cómo la falta de ética y transparencia en la política puede pasar desapercibida, también parece haber sido olvidado.
La ciudadanía ha perdido la memoria. Se nos olvidó que, como ciudadanas y ciudadanos rectos, honestos y responsables debemos exigir cuentas, y no permitir que los escándalos internos se diluyan entre los ruidos de las bayonetas de la política internacional, que, aunque relevantes, desvían nuestra atención de las crisis que realmente impactan nuestras vidas cotidianas Y, ¿qué pasa con los casos de casos de presunto abuso sexual y presuntas violaciones, como los de Monsalve y Valdivia? Pues, al parecer, han salido de la conversación pública, dejando a los involucrados en el olvido. Suma y sigue. El gobernador de la Región Metropolitana en entredicho. Los sobresueldos en las municipalidades, Fiscales removidos de sus cargos. Y más. Como sociedad no podemos extraviarnos de la importancia de estos temas. Es preocupante. Es más, incluso el fiasco de Gareca para llevar a Chile al Mundial de Fútbol ha sido eclipsado por la atención mediática hacia conflictos lejanos.
La memoria no existe. Por La memoria no existe, viva la memoria. Por Verónica Zúñiga Carrasco Recientemente, hemos sido testigos del bombardeo de Estados Unidos a Irán, dirigido a las instalaciones de procesamiento de uranio, lo que ha captado (y mantenido cautiva) la atención de los medios y de la opinión pública. Sin embargo, en Chile, esta situación ha servido para desviar la atención de los escándalos nacionales. Mientras los noticieros se centran en la geopolítica, los análisis y las tensiones en el Medio Oriente, en Chile, los casos que han remecido nuestra sociedad, en el último tiempo, parecen haber caído en el olvido de los ciudadanos, y lo medios de comunicación.
Cierto es que, en un mundo donde la información fluye a la velocidad del rayo, es fácil perderse entre los conflictos de otros y olvidar los problemas que nos afectan directamente. Debemos ser capaces de estar atentos a todo, enfocando nuestra atención cuando se requiere por un interés superior (el valor de la ética, la responsabilidad social estatal, la confianza, la transparencia). Daniel Kahneman, en “Pensar Rápido, Pensar Despacio” (2011) sostiene que “La inteligencia no es solo la capacidad de razonar; es también la capacidad de encontrar material relevante en la memoria y enfocar la atención cuando se necesita”. Sin embargo, el foco de la atención ya no está en las irregularidades de las fundaciones que manejan recursos públicos, que han sido objeto de denuncias y que merecen un escrutinio exhaustivo. Lo mismo ocurre con las licencias médicas fraudulentas, que se usaron para que empleados públicos viajaron al extranjero, caso que ha quedado relegado a un segundo plano, y que es un tipo de abuso que afecta la confianza en las instituciones y pone en riesgo la salud pública y el bienestar de quienes realmente necesitan atención médica. Por otra parte, el caso de los viajes personales de parlamentarios, utilizando el "truco parlamentario" para justificar ausencias, ejemplo de cómo la falta de ética y transparencia en la política puede pasar desapercibida, también parece haber sido olvidado.
La ciudadanía ha perdido la memoria. Se nos olvidó que, como ciudadanas y ciudadanos rectos, honestos y responsables debemos exigir cuentas, y no permitir que los escándalos internos se diluyan entre los ruidos de las bayonetas de la política internacional, que, aunque relevantes, desvían nuestra atención de las crisis que realmente impactan nuestras vidas cotidianas Y, ¿qué pasa con los casos de casos de presunto abuso sexual y presuntas violaciones, como los de Monsalve y Valdivia? Pues, al parecer, han salido de la conversación pública, dejando a los involucrados en el olvido. Suma y sigue. El gobernador de la Región Metropolitana en entredicho. Los sobresueldos en las municipalidades, Fiscales removidos de sus cargos. Y más. Como sociedad no podemos extraviarnos de la importancia de estos temas. Es preocupante. Es más, incluso el fiasco de Gareca para llevar a Chile al Mundial de Fútbol ha sido eclipsado por la atención mediática hacia conflictos lejanos.
La memoria no existe
No hay duda que la memoria es frágil. Pero, a pesar que vivimos en un mundo donde la información fluye con rapidez, no debería ser tan fácil que los eventos y problemas que nos afectan directamente queden relegados al olvido. Daniel Kahneman, en “Pensar Rápido, Pensar Despacio” (2011), señala, en general, que la memoria es un recurso limitado y, a menudo, es influenciada por la información que recibimos. Agrega que “Esto es importante, porque algo que ocupa espacio en la memoria operativa reduce la capacidad de pensar”. Esta fragilidad de la memoria es delicada porque permite que nuestros problemas internos, como las irregularidades en el manejo de recursos públicos o los escándalos de corrupción, sean olvidados ante el torbellino de noticias internacionales.
Kahneman también sostiene que la “gente tiende a evaluar la importancia relativa de ciertos asuntos según la facilidad con que son traídos a la memoria, y esto viene en gran medida determinado por el grado de cobertura que encuentran en los medios. Los temas frecuentemente mencionados pueblan sus mentes tanto como otros se escapan de la conciencia. Y viceversa: Lo que para los medios es noticia, corresponde a lo que, según ellos, está comúnmente en la mente del público”. Es decir, estamos a merced de los medios y la información. Mientras más datos recibimos, más datos olvidamos.
La ciudadanía ha perdido la memoria
Esa memoria, que según Tulving (1987), es la capacidad de los organismos de adquirir, retener y utilizar conocimiento o información. Esta definición revela lo importante que es la memoria. La ciudadanía se nutre de los medios y la información para tomar decisiones, respecto de las prioridades. Es importante el conflicto externo. Si. Pero debemos ser capaces de maternos activos en ambos contextos, interno y externo. (Además, si reflexionamos respecto del conflicto EEUU-Irán-Israel, ¿podría generarse una tercera guerra mundial? No creo. Más bien parece un reality.) La información crea realidad.
Tal vez, el problema radica en lo que plantea Zygmunt Bauman, en “Modernidad Liquida” (2003) cuando dice que vivimos en una "sociedad líquida", caracterizada por la inestabilidad y la fugacidad de los valores y las prioridades. ¿Habremos perdido nuestros valores?, ¿Acaso todos dejamos la ética guardada en el baúl de los recuerdos? Es esta inestabilidad de valores y prioridades lo que nos hace vulnerables a las distracciones, especialmente cuando los conflictos de otros (no menos importantes) acaparan la atención mediática y pública. Esta es la “perfecta cortina de humo” que nos aleja de lo que nos afecta en la interna (Gareca). Es más, Manuel Castells reafirma esta idea diciendo que la memoria social se construye a partir de la atención que se le presta a ciertos eventos, mientras que otros quedan en la penumbra.
Por ello, es fundamental que como ciudadanos y ciudadanas mantengamos un enfoque crítico y no permitamos que los escándalos que afectan la confianza en nuestras instituciones se diluyan ante cualquier otra eventualidad. Debemos ser capaces de poner atención a todo.
No olvidemos que "la memoria es un acto de resistencia"(Arundhati Roy).Nada nos puede distraer de las injusticias, inequidades, “sinvergüenzuras” que ocurren en nuestra propia casa. La responsabilidad de mantener la memoria de los problemas locales recae en cada uno de nosotros. Y, Cada uno de nosotros aporta su cuota de memoria para formar una memoria colectiva, que, luego, da origen a nuestra identidad. Es más, Castells en “La Era de la Información: Economía, sociedad y cultura, Volumen II: El Poder de la Identidad” (2000) sostiene que todas las identidades son construidas. Agrega que la construcción de las identidades utiliza entre otros, la memoria colectiva y las fantasías personales, los aparatos de poder, per los individuos, los grupos sociales y las sociedades procesan todos esos materiales y los reordenan en su sentido, según las determinaciones sociales y los proyectos culturales implantados en su estructura social y en su marco espacial/temporal.
Viva la memoria.
No hay duda que la memoria es frágil. Pero, a pesar que vivimos en un mundo donde la información fluye con rapidez, no debería ser tan fácil que los eventos y problemas que nos afectan directamente queden relegados al olvido. Daniel Kahneman, en “Pensar Rápido, Pensar Despacio” (2011), señala, en general, que la memoria es un recurso limitado y, a menudo, es influenciada por la información que recibimos. Agrega que “Esto es importante, porque algo que ocupa espacio en la memoria operativa reduce la capacidad de pensar”. Esta fragilidad de la memoria es delicada porque permite que nuestros problemas internos, como las irregularidades en el manejo de recursos públicos o los escándalos de corrupción, sean olvidados ante el torbellino de noticias internacionales.
Kahneman también sostiene que la “gente tiende a evaluar la importancia relativa de ciertos asuntos según la facilidad con que son traídos a la memoria, y esto viene en gran medida determinado por el grado de cobertura que encuentran en los medios. Los temas frecuentemente mencionados pueblan sus mentes tanto como otros se escapan de la conciencia. Y viceversa: Lo que para los medios es noticia, corresponde a lo que, según ellos, está comúnmente en la mente del público”. Es decir, estamos a merced de los medios y la información. Mientras más datos recibimos, más datos olvidamos.
La ciudadanía ha perdido la memoria
Esa memoria, que según Tulving (1987), es la capacidad de los organismos de adquirir, retener y utilizar conocimiento o información. Esta definición revela lo importante que es la memoria. La ciudadanía se nutre de los medios y la información para tomar decisiones, respecto de las prioridades. Es importante el conflicto externo. Si. Pero debemos ser capaces de maternos activos en ambos contextos, interno y externo. (Además, si reflexionamos respecto del conflicto EEUU-Irán-Israel, ¿podría generarse una tercera guerra mundial? No creo. Más bien parece un reality.) La información crea realidad.
Tal vez, el problema radica en lo que plantea Zygmunt Bauman, en “Modernidad Liquida” (2003) cuando dice que vivimos en una "sociedad líquida", caracterizada por la inestabilidad y la fugacidad de los valores y las prioridades. ¿Habremos perdido nuestros valores?, ¿Acaso todos dejamos la ética guardada en el baúl de los recuerdos? Es esta inestabilidad de valores y prioridades lo que nos hace vulnerables a las distracciones, especialmente cuando los conflictos de otros (no menos importantes) acaparan la atención mediática y pública. Esta es la “perfecta cortina de humo” que nos aleja de lo que nos afecta en la interna (Gareca). Es más, Manuel Castells reafirma esta idea diciendo que la memoria social se construye a partir de la atención que se le presta a ciertos eventos, mientras que otros quedan en la penumbra.
Por ello, es fundamental que como ciudadanos y ciudadanas mantengamos un enfoque crítico y no permitamos que los escándalos que afectan la confianza en nuestras instituciones se diluyan ante cualquier otra eventualidad. Debemos ser capaces de poner atención a todo.
No olvidemos que "la memoria es un acto de resistencia"(Arundhati Roy).Nada nos puede distraer de las injusticias, inequidades, “sinvergüenzuras” que ocurren en nuestra propia casa. La responsabilidad de mantener la memoria de los problemas locales recae en cada uno de nosotros.
Y, cada uno de nosotros aporta su cuota de memoria para formar una memoria colectiva, que, luego, da origen a nuestra identidad. Es más, Castells en “La Era de la Información: Economía, sociedad y cultura, Volumen II: El Poder de la Identidad” (2000) sostiene que todas las identidades son construidas. Agrega que la construcción de las identidades utiliza entre otros, la memoria colectiva y las fantasías personales, los aparatos de poder, per los individuos, los grupos sociales y las sociedades procesan todos esos materiales y los reordenan en su sentido, según las determinaciones sociales y los proyectos culturales implantados en su estructura social y en su marco espacial/temporal.
Viva la memoria.