“Amores de Cantina” es una obra que forma parte de la historia del teatro chileno, escrita por uno de los mejores dramaturgos chilenos que tuvo la suerte de alcanzar algunos reconocimientos en vida. Esta obra fue coproducida por el GAM y suele ser presentada como su primer fruto creativo, en esta ocasión se conmemoran sus quince años. La puesta es escena es compleja, hay músicos intérpretes y un elenco que se destaca por sus interpretaciones de canto junto a la demanda expresiva que exige la obra.
Una obra de teatro que apela al género de los musicales con una fuerte influencia de esas tragedias propias de la ópera clásica. La música que acompaña toda la obra, es de carácter popular cuecas, cumbias, corridos, tangos y boleros son las melodías que acompañan ese sentimiento de tragedia propio de la cultura marginal, es que junto a sus tristezas, provocadas por el orden económico-político, es decir las que produce la injusticia, se va desarrollando con las alegrías, las míseras emociones del cotidiano, en esa convivencia del dolor, reunido en apariencia por el destino. La pluma de Radrigán no es una escritura inocente, sus textos tienen un explícito contenido político, de ahí que la comprensión de la existencia, no es mero vitalismo. La representación del marginal no es puesta en escena para la diversión, es una demanda que interroga denunciando las causas que incomodan al estatus quo, al relato convencional, por eso es que en esta ocasión sonó fuerte el nombre de la desaparecida Julia Chuñil.
El elenco que participó de esta nueva versión de Amores de Cantina, es un grupo de alta experiencia entre ellos, algunos miembros del elenco de estreno, destacan María Izquiero, Luis Dubó, Claudia Cabezas, Francisco Ossa, Ema Pinto, Ivo Herrera, Iván Álvarez de Araya, Claudio Riveros; en la música y en escena Cristián Bidart, Juan Pablo Muñeco Villanueva, Bernardo Mosqueira y en la dirección Mariana Muñoz. Las actuaciones son notables destacando el canto, la representación de la emociones y esa notable presencia de María Izquierdo de ese espíritu que deambula durante toda la obra luciendo en su performance.
Amores de Cantina es una de las obras que han sido más vistas en sus presentaciones, el arte dramático es notable, su apelación al mundo popular es profunda, la imagen de Chile es certera. La representación de un país que aún no pierde su memoria colectiva, asediado por la tragedia y el dolor, con un corazón abierto a la felicidad, amores y desamores que permanecen en el tiempo. Estamos frente a un acto heroico por la memoria, la representación es de un Chile real, de un tiempo no tan pasado, casi de un presente que actualmente se oculta, por eso es que la obra adquiere connotación poética por la nostalgia de esas formas de vida genuinas que conforman lo que somos, sin esa nefasta pretensión de maquillar para negar, sin intentar la pérdida de la memoria, dado que el arte es también, más allá de lo estético, un acto político, que alcanza mayor valor cuando este se hace colectivo.
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra
