El reciente informe del 26 de abril de 2024 publicado por la Agencia de Calidad de la Educación de Chile, en el que se describen los principales resultados del Estudio sobre Habilidades Socioemocionales en Estudiantes (SSES, por sus siglas en inglés) dirigido por la OCDE, y aplicado por primera vez en Chile por la Agencia de Calidad, entre el 15 de mayo y el 13 de junio de 2023, logró la participación de 3.631 estudiantes de media, 660 docentes y 1.005 apoderados(as) en 97 establecimientos del país. Uno de los principales resultados es destacado dentro del informe como un resultado alentador para Chile, al describir el hecho de que, en el país, las y los estudiantes adolescentes, pertenecientes a grupos socioeconómicos y culturales desfavorecidos tienen resultados educativos por sobre el 75%, al ser comparados con otros países como Perú, México, Brasil y Colombia; países en los que también se realizó el estudio. Se describe que en la muestra de estudiantes chilenos se refleja el mayor porcentaje de jóvenes resilientes, con un 12.4%, superando el promedio OCDE del 11%. Sin embargo, el mismo informe también destaca algunos resultados necesarios de analizar prioritariamente, pues representan alertas y focos de atención en términos de igualdad de género y salud mental estudiantil.
El informe describe evidencia de la persistencia de una brecha de género, donde las mujeres adolescentes presentan resultados más bajos en la mayoría de las habilidades socioemocionales, si bien, en promedio, ellas reportan mayor tolerancia, motivación al logro, empatía y responsabilidad que adolescentes hombres. El informe también reporta una mayor respuesta de ansiedad frente a las clases y pruebas por parte de los hombres, en relación con las mujeres. En este punto sería interesante conocer si el estudio consideró las condiciones socioemocionales que tributan al resultado educativo de, por ejemplo, estudiantes que se identifican como parte de las diversidades sexo-genéricas, siendo un grupo estudiantil, que también refleja brechas significativas respecto de estas variables, al ser comparados con estudiantes hombres y mujeres. De acuerdo con los resultados de un proyecto financiado por la ANID, desarrollado entre los años 2020 y 2023 en varias comunidades educativas de distintas regiones de las zonas norte y centro del país, en el que participaron alrededor de 1.700 estudiantes, para indagar sobre las condiciones de bienestar psicológico, estrés escolar, relaciones interpersonales en la escuela y rendimiento académico estudiantil, estudiantes que se identifican como pertenecientes a diversidades sexo-genéricas y estudiantes mujeres obtienen promedios de al menos 1,2 puntos más bajos en estos indicadores de salud mental y habilidades socioemocionales.
Volviendo a los resultados del estudio de la OCDE, uno de los aspectos que llama a una profunda reflexión es desde qué perspectiva interpretamos esa resiliencia y su relación con la salud mental estudiantil. ¿Nos situamos desde una mirada alineada con los intereses OCDE, en torno a la relevancia de la productividad y el rendimiento? ¿O podemos optar por otras perspectivas que pongan en el centro de interés otros resultados educativos, como el bienestar?
La resiliencia, vista como un resultado “alentador” desde la perspectiva de este estudio, se entiende como un mayor porcentaje de nuestras y nuestros estudiantes que mantienen un resultado educativo por sobre los promedios internacionales; sin embargo, esta evidencia viene aparejada con la evidencia de niveles altos de ansiedad para enfrentar los desafíos de la vida escolar. Y esto debiese al menos resultarnos paradójico. La literatura relacionada con la salud mental infanto-juvenil plantea una relación directa entre la presencia de indicadores problemáticos de salud mental y su efecto negativo en el rendimiento. Sin embargo, cuando se observan los resultados de Chile del 2020 a la fecha, lo que vemos es una realidad en la que las notas están bien, pero la salud mental está mal; y eso es algo contraintuitivo. Ejemplo de ello lo manifiesta una adolescente de tercero medio entrevistada respecto de este tema: “Yo soy muy autoexigente, y si saco una mala nota me autodestruyo, porque no siempre es fácil el colegio, y hay que mantener buenas notas. Porque las notas son las que miran para seguir estudiando después. Y siento que el estrés que genera el liceo o los estudios en sí no me pueden afectar tanto en eso. Porque, por ejemplo, yo he estado muy estresada o compañeras mías también han estado muy estresadas por temas del liceo, pero no varía en lo que rendimos. Hay que tener siempre buenas notas”.
Cuando se escucha a las y los estudiantes secundarios sobre lo que tienen que decir acerca de sus procesos educativos, la evidencia muestra que efectivamente estamos logrando buenos resultados educativos a costa de la salud mental estudiantil. Y eso amerita una profunda reflexión a nivel país.
Olga Cuadros Jiménez.
Académica-investigadora Universidad Católica Silva Henríquez