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La penetración del Tren de Aragua y la estigmatización de la inmigración venezolana en Chile Fabián Bustamante Olguín

La migración venezolana hacia Chile ha sido uno de los fenómenos demográficos más significativos de la última década en América Latina. Sin embargo, este proceso no ha estado exento de tensiones y desafíos, especialmente en el ámbito social y político. Uno de los factores que ha contribuido de manera decisiva a la estigmatización de la población venezolana en Chile ha sido la penetración del crimen organizado, en particular del grupo conocido como el Tren de Aragua. Este grupo, originario de Venezuela, ha expandido sus operaciones criminales a varios países de la región, incluyendo Chile, donde ha sido vinculado a delitos como extorsión, sicariato, trata de personas y otros crímenes violentos. La presencia de este grupo y sus acciones han generado un clima de desconfianza y miedo hacia la comunidad venezolana, lo que ha acelerado su estigmatización y ha complicado aún más su integración en la sociedad chilena.

El caso del asesinato del coronel Ojeda en un campamento en Maipú es un ejemplo emblemático de cómo las acciones del Tren de Aragua han impactado la percepción pública hacia los inmigrantes venezolanos. Este crimen -en un contexto de silenciar a la oposición venezolana en el exterior por parte del régimen de Maduro y de control de campamentos informales- evidenció la infiltración de sus miembros en espacios cotidianos y aparentemente seguros. Uno de los participantes en el asesinato, quien trabajaba como conserje en un edificio y era descrito como una persona amable y querida por los residentes, despertó sospechas sobre la posible presencia de colaboradores o integrantes del Tren de Aragua en diversos ámbitos de la sociedad chilena. Este hecho, ampliamente difundido por los medios de comunicación, alimentó la narrativa de que cualquier ciudadano venezolano podría estar vinculado a actividades criminales, lo que ha contribuido a la generalización de estereotipos negativos hacia toda la comunidad.

La estigmatización de la población venezolana en Chile no puede entenderse únicamente como una consecuencia de las acciones del crimen organizado. También es necesario considerar el contexto político y diplomático entre ambos países. En los últimos años, las relaciones entre Venezuela y Chile han experimentado un deterioro significativo, marcado por el cierre de los consulados chilenos en Caracas y Puerto Ordaz. Este gesto, interpretado como una ruptura en la diplomacia bilateral, ha terminado las vías de comunicación y cooperación entre ambos Estados, dificultando la gestión conjunta de problemas como la migración y el crimen organizado. En este escenario, la falta de diálogo y colaboración ha exacerbado la percepción de que Chile está asumiendo una carga desproporcionada frente a la crisis venezolana, lo que ha alimentado sentimientos de resentimiento y rechazo hacia los inmigrantes.

En este contexto, sostengo la hipótesis de que la intromisión en los asuntos internos de Venezuela por parte del ex presidente chileno Sebastián Piñera tuvo un impacto significativo en la dinámica migratoria y en la percepción de los venezolanos en Chile. Durante su mandato, Piñera adoptó una postura crítica hacia el gobierno de Nicolás Maduro, alineándose con las posiciones de la comunidad internacional que cuestionaban la legitimidad del régimen venezolano. Esta postura, aunque coherente con la política exterior de Chile en materia de derechos humanos y democracia, pudo haber contribuido a que el país asumiera una responsabilidad indirecta en la degradación social y política de Venezuela. Al posicionarse como un actor activo en la denuncia del régimen venezolano, Chile se convirtió en un destino atractivo para miles de venezolanos que huían de la crisis en su país. Sin embargo, esta misma postura también generó expectativas y tensiones, especialmente cuando la llegada masiva de inmigrantes comenzó a ser asociada con problemas de seguridad y convivencia.

La estigmatización de la población venezolana en Chile es, por tanto, un fenómeno que no puede atribuirse únicamente a la presencia del crimen organizado. Si bien es cierto que las acciones del Tren de Aragua han tenido un impacto profundo en la percepción pública, también es necesario considerar el papel de las dinámicas políticas y diplomáticas entre ambos países. La hipótesis de que la intromisión de Chile en los asuntos internos de Venezuela, bajo el liderazgo de Piñera, contribuyó a asumir una responsabilidad en la crisis venezolana, ofrece una perspectiva adicional para entender las tensiones actuales. Esta hipótesis sugiere que la política exterior chilena, aunque bien intencionada, pudo haber generado consecuencias no deseadas en el ámbito interno, especialmente en lo que respecta a la integración de los inmigrantes venezolanos.

En conclusión, la penetración del crimen organizado, encarnado por el Tren de Aragua, ha acelerado la estigmatización de la población venezolana en Chile. Sin embargo, este fenómeno debe ser analizado en un contexto más amplio, que incluya las dinámicas políticas y diplomáticas entre ambos países. La hipótesis de que la intromisión de Chile en los asuntos internos de Venezuela contribuyó a asumir una responsabilidad en la crisis venezolana ofrece una mirada alternativa para entender las complicadas interacciones entre migración, seguridad y política exterior. Por último, la superación de la estigmatización requerirá no solo medidas efectivas contra el crimen organizado, sino también un diálogo constructivo y una cooperación renovada entre Venezuela y Chile. Sin embargo, por el momento, esto se ve difícil.

Fabián Bustamante Olguín. Académico del Departamento de Teología Universidad Católica del Norte Coquimbo

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