La literatura es una zona de libertad: por eso a veces quiero escribir un ensayo y me sale un cuento, y otras veces empiezo escribiendo un poema y me termina saliendo una novela.
Alejandro Zambra
Para ser sincero, antes de comenzar a escribir este texto, me puse a ver varias sesiones de la Cátedra en homenaje a Roberto Bolaño, impartida por la Universidad Diego Portales, buscando alguna que tuviera relación con el nombre del ramo. Quería encontrar a un poeta, y que además fuera chileno. Pero terminé dejándome llevar por otras charlas: vi la de Camila Fabbri, narradora argentina; la de Tamara Tenenbaum, también narradora y argentina; y la de Mohamed Mbougar Sarr, que ni siquiera es latinoamericano. Así fui saltando de un autor a otro, hasta volver a Alejandro Zambra, como si regresara a la semilla, al punto de partida de mi camino como lector.
No quería volver a Zambra porque sentía que sería una excusa fácil trabajar con él, considerando que solo ha publicado dos libros de poesía frente a una decena de obras narrativas. Pero la verdad es que es mi lugar seguro, el autor con el que me siento más cómodo. Y, como última excusa, puedo decir que su libro más conocido se llama Poeta chileno. De hecho, en su presentación, Rodrigo Rojas lo compara con algunas de las voces más importantes de la literatura chilena: Parra, Lira, Lihn —todos poetas—, y también con Roberto Bolaño, quien se definía como poeta y vago.
Zambra comienza la cátedra leyendo un ensayo titulado Tema libre durante cuarenta minutos. Al terminar, un estudiante le hace una pregunta que no tiene relación con el texto leído: le pregunta qué pasó con Roberto Bolaño. El chico, algo desconcertado, comenta que pensaba que esto era un homenaje a Bolaño. La sala estalla en risas, incluidas las de Zambra y Rodrigo Rojas. Es este último quien entrega la respuesta más institucional: no es obligatorio hablar de Roberto Bolaño. El homenaje, explica, consiste en darles espacio a escritores de distintas partes del mundo para que hablen de lo que quieran.
Pero Zambra decidió darle en el gusto y habló sobre Roberto Bolaño. Para él, Bolaño fue un autor importante porque logró desordenar la división entre poesía y prosa. «A mí no me gustaba la narrativa contemporánea, pero leía mucha poesía. Teníamos esa arrogancia de los poetas chilenos de decir que la narrativa era aburrida porque la poesía era suficientemente intensa para mantener todas las historias» (Zambra 55:52), explica el autor de Formas de volver a casa. Luego menciona el ejemplo de Ezra Pound, quien decía que escribía poemas cortos porque eran «la parte buena de una novela muy larga».
Fue La literatura nazi en América (1996) quien sacó a Zambra de su mala racha como lector de narrativa contemporánea, al ser una novela, en palabras de él, «rarísima», fuera de lo convencional y alejada de los clásicos. Esto también se debe a que, para Bolaño, la poesía era muy importante, con un énfasis especial en la poesía chilena. Es sabido que fue un lector acérrimo de Parra, Lihn, Huidobro, Gonzalo Rojas, Neruda, entre otros. Lo sabemos porque Bolaño es un autor que siempre está mencionando a otros escritores en sus libros y entrevistas. «No escondía su naipe, sus influencias» (Zambra 57:54).
En definitiva, mi recorrido por la Cátedra Abierta en Homenaje a Roberto Bolaño no solo me llevó de vuelta a Alejandro Zambra, sino también a una forma de leer en la que la poesía y la narrativa no están en competencia, sino en constante diálogo. Zambra reflexiona que, al final, un escritor es alguien que fue malo en alguna otra cosa: un mal cantante, un mal futbolista, un mal luchador. Lo importante, entonces, no es publicar, sino escribir. Formar un hábito. Hacer del lenguaje un modo de entender ciertas cosas en el ámbito de lo privado. Porque quizás no hay otra forma. Porque, tal vez, escribir es lo único que queda cuando todo lo demás falla.
Bibliografía
Zambra, Alejandro. Cátedra en homenaje a Roberto Bolaño con Alejandro Zambra. Universidad Diego Portales
[1] Este texto proviene de apuntes tomados en el curso Seminario de poesía chilena, impartido por Gastón Carrasco.