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La raíz del problema y sus ramificaciones: precedentes que dejará el caso de la Universidad San Sebastián. Por Camilo Arredondo Castillo

El sistema educativo chileno perpetúa la inequidad. Al instalar el modelo neoliberal en educación, se diseñaron las condiciones que permitieron a escuelas privadas competir por estudiantes. Esta transformación buscaba reducir la intervención del estado y promover la eficiencia del sector privado, siendo el eslogan de este modelo la libertad de elegir. Sin embargo, este enfoque perpetúa la inequidad cuando no todas las personas tienen las mismas capacidades y oportunidades, tendiendo a beneficiar a familias con mayores recursos, reproduciendo desigualdades socioeconómicas y dejando a estudiantes provenientes de contextos desfavorecidos en establecimientos de menor calidad.

La educación superior no está ajena. Aunque en Chile existe una ley que prohíbe el lucro en la educación universitaria, esto no ha impactado significativamente en la inequidad. Los motivos son diversos: calidad desigual, financiamiento y endeudamiento, y la herencia de desigualdades sociales y su influencia en las oportunidades educativas.

En este contexto, las Universidades son sometidas a criterios y estándares de calidad mediante el proceso de Acreditación. Entre sus exigencias, se espera que toda institución cuente con un cuerpo académico competente e innovador en la docencia, que publique en revistas indexadas de alto impacto, y que además diseñe y ejecute acciones bidireccionales de vinculación con el medio. Todos estos logros categorizan al cuerpo académico, de acuerdo con las políticas internas de cada institución.

Frente a la situación de Marcela Cubillos, es posible desentrañar una serie de irregularidades. Ya hay suficiente espacio de discusión en torno al escándalo de los montos involucrados, las relaciones entre políticos y la USS, así como también los problemas éticos y legales que conlleva. Sin embargo, considerando todo lo anteriormente señalado, la problemática académica apenas comienza a despejarse.

La Universidad San Sebastián está acreditada desde octubre de 2021 hasta octubre de 2026, evaluada con un nivel avanzado por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), en las áreas de Gestión Institucional, Docencia de Pregrado y Vinculación con el Medio. De acuerdo con el dictamen, la CNA señala que la docencia de la USS es coherente con el Proyecto Educativo, el que se sustenta en valores, principios e inspiración Humanista Cristiana. El informe señala que “la Universidad cuenta con políticas que norman el quehacer de sus académicos en materias de selección, evaluación y perfeccionamiento”. Además, se explicita que “cerca del 90% de los académicos de planta está jerarquizado”, y que en su “Política de Investigación (2020) se establecen los lineamientos y directrices para fomentar una cultura de investigación y la creación de conocimiento e innovación”.

Frente a los cuestionamientos, la exministra de Educación se defiende comparando su situación laboral con la de altos cargos gubernamentales y sus logros. También reprueba las acusaciones considerando que es un atentado a la libertad. La alcaldesa Matthei compara la situación con los sueldos de artistas y futbolistas, apelando a que sus ganancias exorbitantes no generan tanta polémica. Pero el problema no es personal, sino institucional. Y es grave por todo lo que compromete.

Ya sea que la Universidad San Sebastián salga ilesa del problema, o se ejecute un fallo en su contra, marcará un precedente sobre el cumplimiento de la normativa vigente. Si la Universidad no enfrenta consecuencias, entonces las instituciones pueden actuar estratégicamente sin rendir cuentas. Si la Universidad pierde la acreditación, la comunidad se vería directamente afectada, lo que podría limitar sus oportunidades educativas y profesionales. Lejos de dejar de hablar del tema, debemos estar expectantes a la resolución y seguir debatiendo sobre la calidad de nuestro sistema educativo.

Camilo Arredondo Castillo, Mg Jefe carrera Educación Artística UCSH

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