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¿La Salud Mental para cuándo? Por Nicol A. Barria-Asenjo

En el presente documento se pretende abordar de manera general un dilema que desde temprana data ha prevalecido como reto pendiente en la sociedad chilena: El suicidio. Si bien, en el terreno de la medicina, la psicología y en general en la salud mental ha prevalecido un notable progreso, no obstante, las cifras de suicidio siguen en aumento y este dilema se ha convertido en un problema de salud que alarma al mundo entero.

En el mundo, actualmente cada 44 segundos se suicida un individuo, a propósito de este reto pendiente, y, de la necesidad de poder estudiar y delimitar el fenómeno, en 1976 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió al intento de suicidio como: “todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión o un daño, con un grado variable en la intención de morir y en el conocimiento del verdadero móvil. Por otro lado, el suicidio se considera como un síntoma observable en diversos trastornos mentales. En el Estado de Chile, el panorama no es diferente a las tristes cifras mundiales previamente expuestas, de hecho, Chile se encuentra entre los países miembros de la OCDE con mayores tasas de suicidio: pasó de estar en el lugar 17, con una tasa de 11 muertes por cada 100.000 habitantes, en el informe de 2011 (OCDE, 2011) [1].

En el presente 2020, con la llegada de la pandemia y las medidas de confinamiento obligatorio, muchas personas comenzaron a tener impactos severos en la salud mental, los afectados por angustia, crisis de pánico, ansiedad y depresión no solo tocaron a la ciudadanía, sino, también, en una gran proporción a los trabajadores de la salud, los factos de riesgo fueron aumentando y frente a este dilema solo se guardo silencio.

A nivel nacional contamos con variadas definiciones, protocolos, manuales y un amplio abanico de especialistas en el terreno de la salud mental, psicología, psicoanálisis, psiquiatría, empero, esto no ayuda a que las cifras se reduzcan, sino que, en la medida en que el aparente progreso nacional avanza, que año tras año egresan cientos de nuevos profesionales en este campo, también en forma paralela aumentan las cifras de casos de suicidio y de diferentes patologías que generan una interrupción en el funcionamiento o en el extremo terminan con la vida de cientos de personas. Todo este complejo escenario, requiere pasar al acto y comenzar a analizar desde perspectivas más reducidas y específicas para intentar encontrar las diferencias y modalidad de confrontar el problema, sin dejar de lado las características propias que la ciudadanía presenta.

 En Chile, y quizás en otros tantos países de la región latinoamericana, los dilemas de salud mental también están colisionando constantemente con temas ideológicos, políticos, económicos. Estos problemas que aquejan a la ciudadanía son meras consecuencias de los modelos imperantes de extremo a extremo en el país. Esta problemática emerge desde un punto clave, la acumulación del capital, la elite política y económica requiere de máquinas sin emoción, sentimientos, sin capacidades de sentir ni mucho menos intensiones de vivir, por lo cual, la dominación y la colonización que penetra y perfora la subjetividad va exhibiendo cada vez con más potencia y deshumanización las consecuencias que la especie debe tolerar.

Conociendo el panorama, los retos pendientes, y sobre todo, al atravesar por un escenario cargado de incertidumbre, necesitamos abrir espacios de reflexión enfocados en la salud mental, dejar siempre para el último una de las bases fundamentales, afrontar la difícil situación por la cual cientos de individuos deben tolerar día a día.

Quizás, un punto de partida para comenzar a ahondar en este dilema que lleva décadas presente en nuestra sociedad y que avanza de manera desproporcionada y silenciosa o un punto de luz en medio del caos y abismos pendiente sea el proceso político que ha dado paso a una construcción o reconstrucción del edificio social, a partir de aquí, los 155 constituyentes que tomarán la responsabilidad de esbozar las directrices de la Nueva Constitución Política, por supuesto, que tendrán que considerar este terreno. La responsabilidad ético-política de nuestros tiempos, es mantenernos despiertos, continuar trabajando, continuar con la difusión de todas aquellas deficiencias que predominan en nuestro país, porque la Salud Mental, no puede continuar siendo un reto pendiente, no puede seguir siendo uno más de lo dilemas que afectan a la población.


[1] Información recuperada de: https://politicaspublicas.uc.cl/wp-content/uploads/2015/07/N%C2%B0-79-Aumento-sostenido-del-suicidio-en-Chile.pdf publicado por el Centro de Políticas Publicas UC, “Aumento sostenido del suicidio en Chile: un reto pendiente”. Nota al pie de página en el documento:

El borrador de este documento fue presentado en un seminario realizado el 14 de abril de 2015 en el que participaron como panelistas el Dr. Tomás Baader, académico del Instituto de Neurociencias Clínicas de la Universidad Austral; Irma Rojas, asesora del Departamento de Salud del Ministerio de Salud; el Dr. Alejandro Gómez, director del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Sur de la Universidad de Chile; y que fue moderado por el Dr. Álvaro Jeria, académico de la Facultad de Medicina UC, quienes entregaron valiosos comentarios

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