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La última batalla del General Baquedano. Por José Bengoa

En todos los procesos de cambio cultural se produce una batalla por la memoria. Mucho más en las Revoluciones Culturales. Lo que ocurre en nuestro país es algo cercano a ello. Vimos caer estatuas en todas partes del mundo. En una imagen surrealista los campesinos rusos miraban pasar en una barcaza una enorme efigie de Lenin rumbo al desguazadero. Se sacaban el sombrero. (Vergoupoulos). En Chiapas lo primero que hicieron fue tirar al suelo al Conquistador. El Comandante en jefe del Ejército los ha acusado de anti patriotas. Habría que decir que el concepto mismo de Patria está en disputa. Los españoles cantaban:

Dicen que la Patria es
Un fusil y una bandera
Mi Patria son mis hermanos
Que están labrando la tierra

En lo personal adheriría a esa hermosa canción. No es la única condición de “patriota” la que tiene en su mente el Comandante. Hay muchas otras. Y sin duda la de él pertenece más al siglo diez y nueve que al veinte y uno.

BAQUEDANO EN EL SUR

En la mitad del siglo diez y nueve se produjo un fuerte movimiento anti militarista en Chile que incluso llevó al cierre de la Escuela Militar. Los contingentes activos eran casi exclusivamente los del Ejército de la Frontera, acantonados de Concepción al sur, para guerrear con los mapuches. A partir de 1866, con Cornelio Saavedra al mando, se va a producir una guerra de exterminio contra ellos. Baquedano me aparece en la Historia del Pueblo Mapuche el año 1867, en ese verano maldito, comandando una de las huestes armadas que se internaban en el territorio cruzando el Bío Bío y llegando casi hasta lo que hoy es Temuco. Las entradas se hacían en el verano y consistían en quemar las sementeras de trigo para hambrear a la población mapuche, quemar las casas (Rukas), arrear con los animales (ahí están las cifras bastante grandes), y también arrear con mujeres y niños que muchas veces eran enviados al centro del país. Era una guerra del todo irregular y de pillaje. A algunos a veces no le iba tan bien. El famoso Pedro Lagos que se toma con chupilca del diablo mediante y corvos asesinos el Morro de Arica, fue derrotado por los mapuches en esa guerra y en esos años. Eso de jamás vencido señor Comandante, debía ser revisado.

BAQUEDANO EN EL NORTE

Como es bien sabido la Guerra del 79 no fue querida por la mayor parte de la población hasta los hechos de Iquique con Arturo Prat, que produjeron una enorme marea nacionalista. De ahí fue su importancia. El ejército de fue armando con nuevos contingentes y la mayor parte de los oficiales venía del sur. Como anécdota está el momento en que se sube a los buques la tropa en Valparaíso. El despelote fue máximo y demoraron más de una semana en hacerlo. Urrutias, Lagos, Barbosas, Saavedras y Baquedano estaba acostumbrados a esas guerras irregulares y sabían poco de estrategia y táctica, esto es de ejércitos de línea contra ejércitos también de línea.

Francisco Antonio Encina inapelable historiador conservador, nacionalista y patriota en el sentido del Comandante en Jefe, detalla esta guerra del modo más increíble. Vale la pena que lo lean. Señala que si no hubiese estado al mando de todo el ejército en la práctica un civil como Rafael Sotomayor, Ministro de Relaciones Exteriores, (Plaza Sotomayor de Valparaíso) la guerra se habría perdido irremediablente. Muestra las peleas e intrigas en el alto mando que significaron serios reveses en las tropas chilenas invasoras. Los cambios en el mando se aceleraron y finalmente cuando ya se llegaba a Lima cayó en manos de Manuel Baquedano. Encina no lo trata demasiado bien.

Las tropas eran de miles de soldados. Baquedano los tiraba al ataque con poca consideración de sus vidas siendo por tanto las bajas enormes. Había una idea oligárquica de la guerra en que la vida de los “rotos” no era un asunto demasiado importante. El desierto se llenó de cadáveres. Los heridos fueron tantos que en Chile se desarrolló la medicina ortopédica a raíz de esos casos. En el Museo de Historia de la Plaza de Armas hay fotografías de ex soldado sin brazos, piernas, etc…muy macabro.

El ejército peruano limeño, ya que no contaba con el apoyo ni de bolivianos ni arequipeños, se atrincheró en Chorrillos, zona de chacras en ese entonces en las afueras de Lima (hoy uno de sus barrios), y Baquedano fue lanzando batallones de rotos al ataque, como olas, que así le llamaban. En un momento estuvo a punto de perder el campo, pero tenía refuerzos y hubo casos en que no siguieron sus órdenes para mejor. Todo eso lo cuenta Encina con extremo detalle y hay que reconocerlo, buena pluma. Las bajas eran enormes por ambos lados. El ejército peruano se rearma y organiza una última línea en Miraflores, y días después se produce esa batalla final. Lima se ve desprovista y Baquedano entra triunfante por sus hermosas calles.

Se repite la Historia. El método del saqueo. Baquedano libera o licencia las tropas en la ciudad y éstas ebrias de triunfo, alcohol y racismo exacerbado, los cholos eran semejante a los mapuches, roban, rompen y todo lo que usted se puede imaginar. Hay algunos historiadores que niegan que ello haya ocurrido. Personalmente fui profesor en Lima y conocí en detalle testimonios inapelables de lo sucedido.

En los días siguientes vino el robo oficial, el botín de guerra. En la Plaza de la Victoria de Valparaíso (sic) se puede observar hermosas estatuas, fuentes de agua y dos leones dormidos que provienen de la capital del Virreinato. El dibujante porteño de sobre nombre Lukas decía y dibujaba que cuando entre ellos pasaba un peruano lo saludaban. En Talca frente al regimiento, de nombre Lautaro para unir las cosas de las que estamos hablando, está una hermosa estatua alada que en el terremoto del 27F al parecer quiso volar hacia el Perú y no pudo, se cayó y rompió. La han reconstruido como símbolo de la ciudad. Mal símbolo me parece ya que es fruto de un robo.

Entraron a la Biblioteca Nacional del Perú, con la ayuda de expertos que viajaron especialmente, y a la hermosa Biblioteca de don Ricardo Palma y se robaron todo lo que pudieron. En estos años hicimos una campaña que finalmente logró devolver parte de esos escritos al Perú, lo que es importante.

BAQUEDANO HÉROE.

Baquedano regresa a Chile, llega a Valparaíso, toman el tren, y es recibido en Santiago como un héroe. No era para menos. Manda a Urrutia y otros de sus generales con tropa abundante, material de guerra moderno, hacia el sur.[1] No descansan. Llegan llenos del vigor del triunfo a Talcahuano, se suben a un tren hasta Angol y de ahí se internan en la Araucanía. A la tropa además se le ofrece tierra, obviamente la de los mapuches. En este caso no mandaba el Ministro de Exteriores sino el del Interior Manuel Recabarren. Son bien financiados por los ricos del sector, Bunster y compañía, y van a tratar de construir lo que llamaron la “línea del Cautín”. Fundan fuertes y a uno le llaman Victoria hasta el día de hoy, otro se llamaría Aníbal Pinto (hoy Lautaro) y así llegan hasta construir el Fuerte Temuco. Los mapuches se organizan y el 8 de Noviembre de 1881 atacan todos los fuertes, pero la diferencia en armas hacía imposible la tarea.

Baquedano desaparece de la Historia grande[2], por lo menos de mi Historia, y está en su casa cuando el Presidente Balmaceda es atacado por los congresistas que arman un enorme ejército en el norte y desembarcan en Quintero. Se produce la batalla de Con Con y luego la derrota de Placilla. Los generales Balmacedistas leales al Presidente, y a su juramento, van a ser nuestros conocidos décadas antes en el sur. Orozimbo Barbosa de joven era el jefe de Toltén por ejemplo. Y muere peleando en Placilla. Baquedano se declara neutral. Por ello es llamado el día de gran derrota a tomar el poder lo que hace durante unas horas para detener el saqueo de Santiago. Lo que allí ocurre está muy documentado por los historiadores tradicionales.

REFLEXIÓN

Baquedano representa una multitud de símbolos. No es necesario saber de esta Historia para comprenderlo. Esa Plaza, llamada también Plaza Italia, divide desde décadas a Santiago. Para arriba los ricos, para abajo los pobres. La estatua domina esa división y eso no es menor. Arriba de su caballo observa el modo cómo se dividió esta sociedad durante casi un siglo.

En la década del sesenta Domingo Faustino Sarmiento era lanzado al Mapocho, su busto estaba frente a la Escuela de Derecho. Y la razón era y es que fue quizá uno de los “autores intelectuales” de esta forma de dominación y de esta concepción territorial, fusilera, militarista, patriotera, mono temática de la Patria.

Dicen que la estatua se va a Américo Vespucio arriba, a la Escuela Militar. Sería increíble. La clase alta chilena, descendiente de la oligarquía, desde que ha sido atacada políticamente, primero con los frentes populares y luego con la Reforma Agraria se ha ido atrincherando en los “faldeos cordilleranos”. Durante las dos décadas de Dictadura se extremó ese auto arrinconamiento. Cada día más cerca de la cota mil. Ahí viven, estudian, rezan, carretean y se van por Vespucio directo al aeropuerto o sus playas. No sería raro que se llevaran sus estatuas también. Hay jóvenes de Las Condes y Apoquindo que no conocen la Plaza de Armas. Baquedano los podrá proteger desde su cabalgadura.

[1] Si alguno se interesa. He tenido la paciencia de leer los diarios de esos días y las expresiones de racismo más insólitas. Decía por ejemplo el Diario El Ferrocarril algo así, que con las mismas armas que le arrebatamos a los “peruanos” vamos a liquidar a los indios del sur. El Mercurio de Valparaíso arengaba por la guerra final en el norte y el sur.

[2] Lo van a lanzar como candidato a la Presidencia pero se dice que no tenía muchas luces así que no prospera la candidatura y gana Santa María.

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