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La violencia constitucional. Por Carlos López Dawson

NO ERES TU SOY YO

La violencia se ha enseñoreado del país, en particular la violencia delictual, disfrazada como actos financieros o políticos. Las sanciones han evolucionado, hasta hace poco un delincuente de cuello blanco podía ser sancionado con clases de ética y un asaltante de un comercio podía ser condenado a varios años de cárcel. Pero, eso cambió. La evolución es un hecho real, en el caso del derecho a pesar que su evidencia no es fácil de percibir para los juristas y cientistas sociales y menos para el ciudadano común. Esto significa que el derecho tiende hacia una perfección cuyos alcances conceptuales son difíciles de precisar hoy pero que va en un sentido de humanidad. Desde luego que existen normas atrabiliarias e injustas, que algunos abusan de su poder, pero el progreso normativo es inevitable y las excepciones o retrocesos quedaran como eso en la historia. La norma desde luego representa como es en su esencia una sociedad, su manera de desarrollarse, como se ejerce el poder y se distribuye la riqueza, entre otros elementos que son analizados desde la filosofía, la sociología y la economía. Pero se sujeta a principios que la propia sociedad estima necesarios y superiores. El abuso en el ejercicio del poder, o el error en las conductas humanas de quienes lo ejercen, ha forzado a los seres humanos a establecer reglas para un trato justo. De eso trata la historia y contenido de la lucha por la libertad y por un derecho de todos. El deber teórico del Estado siempre ha sido garantizar el ejercicio de los derechos humanos, cuestión que se desarrolla a lo largo de la historia en todas las sociedades, primero desde el interior de estas y luego desde el exterior. Por ello no es aventurado sostener que la tutela tiene un carácter universal que comienza en el orden jurídico interno y luego desde el derecho internacional. De manera que, revisando las legislaciones de todos los Estados, se podrá percibir el carácter universal de ese fenómeno, aun cuando algunos puedan discutirlo. Desde tal perspectiva, el Estado es la representación jurídica de la Comunidad que en ella habita o reconoce. Las normas que rigen el comportamiento del Estado han ido evolucionando hasta el punto que hoy en día se puede sostener que la relación entre individuo y Estado está regulada en lo que se denominan los derechos humanos, de manera que el único que puede violarlos es el Estado. De allí que se puede concluir que los derechos humanos son las obligaciones del Estado respecto de las personas.

EL ESTÚPIDO CONFORMISMO

Para entender el nuevo contexto en que se da esta relación, debe tenerse presente el creciente intercambio de todo tipo entre los pueblos que permite hablar de universalización y de globalización, comprendiendo esta última como un proceso de universalización de la cultura, de los valores y de los derechos humanos, que se ha desarrollado a través del avance científico y tecnológico, de la guerra, las invasiones, y el comercio. La globalización como intercambio social tiene aspectos positivos y negativos. Entre estos últimos están el terrorismo, los flujos comerciales producto de transacciones económicas criminales, el tráfico de drogas, la piratería, el comercio de personas, las pandemias, el abuso de potencialidades en desmedro de los más débiles, el dumping económico y social. La competencia internacional promueve también la disminución de los costos de acceso a los recursos naturales. El economista Orlando Caputo estima que “la tendencia extrema es la apropiación de los recursos naturales que se ha manifestado con mucha fuerza en América Latina. La legislación para atraerlas inversiones extranjeras ha promovido la entrega en propiedad privada de los diversos recursos naturales, incluyendo valiosos recursos mineros, energéticos e hídricos. La propiedad privada de estos recursos les permite obtener además de las ganancias del capital, la renta de los recursos naturales” El enfrentamiento cultural, que algunos han dado en llamar choque de civilizaciones, también tiene pro y contras y entre estos últimos lo más grave es por una parte la intolerancia para aceptar al otro y el uso de la violencia para promover y/o defender sus ideas.

LA VIOLENCIA POLÍTICA

La Violencia no puede llamarse política, salvo para caricaturizar una propuesta. La política es lo contrario de la política porque supone la participación de todos en la construcción de la ciudad. Qué duda cabe que esta violencia que tiene un objetivo político ha estado siempre presente en la historia de la humanidad. Si bien la legitima defensa puede terminar en violencia desmedida, en un exceso criminal, esta será sancionada en la medida adecuada. Sin embargo, hay actos delictuales que se realizan bajo el pretexto de la protesta o aprovechándose de las manifestaciones ciudadanas, causando daños no solo a bienes públicos, sino a personas de carne y hueso, arruinando a pequeñas empresas que no tienen como reponerse, sin perjuicio del daño moral que se les causa y sobre lo cual nadie responde. Este tipo de actos delictuales están sujetos a agravantes, el aprovecharse de manifestaciones ciudadanas para destruir y robar y a veces lesionar o matar. Cualquier justificación de la violencia, sea del color que sea, es inmoral y constituye claramente un encubrimiento sino hay otro tipo de participación acreditada. Por otra parte, esta violencia fraudulenta perjudica los objetivos de los ciudadanos que se han manifestado en tales ocasiones.

VIOLENCIA CONSTITUCIONAL

Las encuestas y los analistas critican la actuación de la mayoría que domina actualmente el consejo constitucional por considerar que es una minoría ideológicamente intransigente y admiradora de un tipo de dictadura, que pretende poner su acento, imponiendo sus ideas y normas (https://www.ciperchile.cl/2023/07/26/rumbo-al-rechazo/) y que más allá de preferencias personales, ya que van en contra de principios esenciales de Derecho, por lo que constituyen un retroceso, son una involución. En efecto, una minoría ha logrado el control del consejo constitucional. Pero. su intransigencia ya es sentida en la ciudadanía, si creemos en las encuestas que ya prevén el triunfo del rechazo. Esta forma de tratar de imponer un tipo de constitución que no cambia la actual, sino que la profundiza. no augura tiempo pacíficos para el pais. Una violencia constitucional que será un deber superarla y que es posible superarla con un acto democrático profundo: una asamblea constituyente.

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