"La filosofía debe ser una especie
de ojos de la sociedad".
(Leopoldo Zea)
Da la impresión de que la filosofía tuvo un mayor espacio de reconocimiento al interior de las universidades durante el siglo XX, esto se puede observar en distintas universidades latinoamericanas y entre éstas nuestra Universidad de Chile. La filósofa Carla Cordua ha señalado en alguna entrevista que los mejores años de la filosofía chilena sucedían entre las décadas del 50 y 60, en el contexto actual la producción filosófica se encuentra bastante estandarizada y limitada, las universidades no logran dejarla ser.
Uno de los filósofos latinoamericanos más reconocidos durante la segunda mitad del siglo XX es el mexicano Leopoldo Zea, entre los varios Honoris Causa entregados por distintas universidades, cuenta con uno otorgado por la Universidad de Santiago de Chile. Nuestro país no le fue ajeno, sus investigaciones sobre el positivismo latinoamericano le estimularon el estudios por autores chilenos como los hermanos Lagarrigue, José Victorino Lastarria y Valentín Letelier. Por otra parte, entre los filósofos latinoamericanistas chilenos resulta fundamental la lectura de su libro titulado "La filosofía americana como filosofía sin más" en donde entrega algunos argumentos para legitimar la filosofía hecha en nuestro continente. Quizá quien más lo ha estudiado en Chile es Eduardo Devés quien con justa razón podría ser considerado uno de sus herederos.
La muerte de este filósofo mexicano fue ya hace veinte años, quizá la única figura intelectual posterior que se le acerque en cuanto al alcance de su pensamiento sea la de Enrique Dussel. En períodos en que el pensamiento político y social se encuentra debilitado la recuperación de la figura de Zea puede ser fundamental como bien lo ha entendido el Seminario Permanente de Historia de las Ideas Latinoamericanas que desde Polonia, Austria y México, vienen realizando algunas actividades conmemorativas relevando algunas de las ideas fundamentales de este pensador.
En el pensamiento de Zea una de las convicciones fundamentales es que la filosofía debe alimentarse de los pensadores que destacan en la tradición filosófica, esto lo mostró robustamente con sus estudios sobre Hegel y sobre destacados filósofos españoles, entre ellos Ortega y su maestro Gaos. Este estudio filosófico siempre fue hecho de manera crítica y dándole un carácter situado a las ideas, ya que pensaba que las ideas no están alejadas de lo social, las ideas tienen siempre un anclaje histórico, de ahí su protagonismo en el desarrollo de la historia de las ideas. Su filosofía tomó siempre una confesión de ser periférica, de ahí que estudió otras realidades periféricas en relación a los centros culturales, entre éstas España, Rusia, Asia, África y por cierto Latinoamérica.
La posición intelectual de Zea en lo ideológico buscó siempre una neutralidad en las décadas en que aún existían visiones de mundo conformadas por la Guerra Fría. Por otra parte, optó siempre por un optimismo en favor de la liberación superadora de las condiciones de dependencia cultural y económica, de ahí que para ningún filósofo de la liberación latinoamericana aparezca como un desconocido. La actual situación política, a ratos sedada por la globalización, requiere de rescatar planteamientos filosóficos e ideológicos alternativos que representen mejor aquello que somos, de ahí la vigencia de los planteamientos del intelectual mexicano que tanto hizo por la integración entre nuestros países.
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
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