• En la que se cuenta lo que todos saben:
la verdad sale a flote y no hay modo de ahogarla.
De Jorge Lillo
Mil días, mis días.
- Hubo un tiempo para el sueño,
- y un tiempo para el amor;
- un espacio sin dolor
- donde volcar nuestro empeño;
- mas llegó un torvo trasueño
- que pervirtió la esperanza:
- el tiempo de la acechanza
- de tétricos carnavales
- que en sus comparsas brutales
- trajo la muerte y su danza.
- Torturados
- Vino el tiempo del horror
- y el viento cambió de rumbo:
- buscando de tumba en tumbo
- los despojos del amor,
- se elevó nuestro clamor
- como una rota campana.
- Dios clausuró su ventana
- y se metió en su escondrijo
- indiferente a sus hijos
- que labraban un mañana.
- Detenidos
- Yazgo insomne, sobre el lecho.
- En el silencio y la sombra,
- pasa la muerte en su ronda
- reptando sobre los techos,
- olfateando nuestros pechos
- carcomidos de temor,
- esperando al matador
- que en siniestras caravanas
- nos privará del mañana
- en oleadas de horror.
- Ejecutados
- Estabas en la oficina,
- entre papeles y sellos
- y te llevaron con ellos
- un día que no termina.
- Un suelo de calamina
- laceraba tus rodillas;
- un fuego de candelillas
- encandilaba tus ojos,
- y fue allí, entre los abrojos,
- que se ensañó la cuadrilla.
- Desaparecidos
- No hubo un lugar en la tierra
- para tus huesos desnudos:
- el mar insondable y mudo
- en sus abismos te encierra,
- y a nuestra alma se aferran
- salobres sueños dormidos
- que reposan suspendidos
- en almácigas latentes,
- brotando desde tu frente
- invulnerable al olvido.
- Medio siglo
- Cuando el mundo conmemora
- la gesta inmensa de Allende,
- el chileno desatiende
- la gravedad de esta hora.
- Una izquierda castradora
- daña más que el adversario
- cruel, falaz y cavernario,
- que acumula fortaleza
- volviendo sobre su presa
- en un nuevo aniversario.
- Sale a la luz la verdad
- que quisieron ocultar,
- torcer y también burlar:
- la Humanidad la sabrá.
- El mundo no cejará
- en repudiar vuestros nombres
- que enlutaron a los hombres
- que ennoblecen nuestro suelo.
- Nunca terminará el duelo
- que a la dignidad asombre.
- Y sin rima, los treinta y cuatro… (1)
- Alicia, Jaime Andrés, y Carmencita;
- Hugo, Rafael y Soledad;
- Paola, Marcela y Luz Marina;
- Eduardo, Jessica y Samuel.
- Magla, Alejandra y Macarena;
- Héctor, Nadia del Carmen y Francisco.
- Carlos, Susana y Gabriel;
- Nelson, Felipe y Mercedes;
- Marco Antonio, Claudia y Lorena;
- Elizabeth, Orlando y José;
- Jaime Ignacio, Raúl y Sergio.
(1) 32 niños –el mayor de 13 años, y dos menores de un mes– fueron ejecutados; uno es desaparecido: Sergio Gómez Arriagada de 11 años. Sólo un secuestrado, Pablo Athanasius, fue encontrado en agosto de 2013, por las Abuelas de Plaza de mayo, en Argentina.
Fuente: Libro “NIÑOS”, de María José Ferrada y María Elena Valdez. Editorial Liberalia, 2020. ISBN 978-956-8484-94-1
Memorial de las víctimas en el Cementerio General de Santiago