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Los nuevos analfabetos: leer el mundo sin entenderlo. Por Roberto Polanco – Carrasco

Hay frases que suenan bien, pero huelen a trampa.

Una de ellas: “Nuestra región ya superó el analfabetismo.”

¿Ah, sí? ¿Y cómo explicamos entonces que leamos cada vez más y comprendamos cada vez menos?

Porque leer letras no es lo mismo que entender el mundo.

El analfabetismo clásico —no saber leer ni escribir— retrocede. Pero en su lugar florecen otros analfabetismos más sofisticados y silenciosos: el analfabetismo en salud, el científico, el ciudadano y el económico. Cuatro formas modernas de ignorancia que nos hacen creer que entendemos, cuando solo desciframos símbolos.

En Chile, esta paradoja se vuelve particularmente evidente. Miles de jóvenes con títulos universitarios viven hoy la frustración de ser “cesantes ilustrados”, un síntoma doloroso de un sistema que prometió movilidad social a través de la educación superior, pero que terminó por devaluar el esfuerzo y multiplicar las deudas. La educación, convertida en mercancía, dejó de ser un camino hacia una vida mejor y se transformó en un espejismo de progreso.

Un premio Nobel que nos deja una pista

El economista e historiador Joel Mokyr, ganador del Premio Nobel de Economía 2025, ofrece una clave para entender este fenómeno. En su obra A Culture of Growth: The Origins of the Modern Economy, Mokyr demuestra que la verdadera revolución no comenzó en las fábricas ni en los bancos, sino en las cabezas de las personas que decidieron pensar diferente.

Según Mokyr, Europa despegó porque desarrolló una cultura del conocimiento: una red de valores que premiaba la curiosidad, la evidencia, la crítica y la duda. En otras palabras, porque empezó a creer que entender el mundo era una forma de progreso.

Hoy, esa misma idea explica por qué los nuevos analfabetismos son tan peligrosos. No es que falte información —vivimos inundados de datos—; lo que falta es una cultura que los interprete. La alfabetización que necesitamos ya no es técnica, sino cultural, científica y crítica.

Mokyr diría que sin esa cultura del crecimiento, nuestras sociedades son fábricas de información sin sentido. Y tiene razón.

Leer sin comprender: el analfabetismo funcional

La UNESCO celebra que el 94 % de los latinoamericanos sabe leer y escribir (Macrotrends, 2024). Pero ese número engaña: leer palabras no garantiza entender su sentido. Las pruebas PISA lo confirman año tras año: una gran parte de los estudiantes de la región no alcanza el nivel básico de comprensión lectora.

Y no hablamos solo de jóvenes. Hay doctores que no entienden artículos científicos, profesionales que firman contratos sin leerlos y políticos que confunden correlación con causalidad. Saber leer ya no es suficiente: hay que saber pensar lo leído.

Es el primer síntoma de una enfermedad más profunda: una sociedad que produce títulos, pero no comprensión.

Curar sin saber de qué: el analfabetismo en salud

La pandemia nos dejó más de una lección sanitaria y un espejo nada halagador: muchos países enfrentaron no solo un virus biológico, sino una epidemia de desinformación. Un estudio en BMC Public Health (2024) mostró que la alfabetización sanitaria en América Latina varía desde un 5 % hasta un 73 % según el país y el grupo poblacional. Eso significa que millones de personas no entienden instrucciones médicas básicas.

El resultado: automedicación, uso incorrecto de antibióticos, desconfianza en las vacunas, y un mercado floreciente de remedios milagrosos. La paradoja: vivimos en la era con más información médica disponible y, sin embargo, somos más vulnerables a la pseudociencia.

El problema no es solo educativo, sino cultural.

Creer sin pruebas: el analfabetismo científico

El analfabetismo científico es la versión elegante de la superstición. En América Latina, la mayoría de la población confía en la ciencia, pero una encuesta de FAPESP (2022) reveló que un tercio evita leer sobre temas científicos porque los considera “demasiado complicados”. En ese vacío entran las teorías conspirativas, las pseudoterapias, los influencers del pensamiento mágico y la nueva religión de la “energía cuántica emocional”.

El problema no es la falta de datos, sino la falta de criterio. El pensamiento científico —la capacidad de dudar con método— debería ser un bien público, enseñado desde la infancia. Pero en la práctica, la ciencia se enseña como un catecismo: repite, no pienses.

Sin ciencia, quedamos a merced del dogma y del algoritmo. Y cuando una sociedad deja de cuestionar, deja también de progresar.

 

Vivir en sociedad sin saber cómo: el analfabetismo ciudadano

El analfabetismo ciudadano es el más rentable para los populismos y el más cómodo para los poderes. Se nota cuando la gente confunde democracia con espectáculo, libertad con desinformación o justicia con venganza. Es el ciudadano que reclama derechos sin saber de deberes, que exige transparencia pero no participa, que se indigna en redes y calla en las urnas.

La educación cívica se ha vuelto un fósil pedagógico. Y el resultado es una ciudadanía que vota, pero no delibera; que opina, pero no comprende; que reacciona, pero no participa. Una sociedad de espectadores, no de ciudadanos.

Gastar sin entender: el analfabetismo económico

Si algo une a todos los estratos sociales es que la mayoría no entiende de economía. La OECD (2024) estima que apenas un tercio de los estudiantes latinoamericanos comprende conceptos financieros básicos como inflación o ahorro. Y la CAF (2023) confirma que el 40 % de los adultos nunca ha hecho un presupuesto mensual.

No saber cómo funciona el dinero genera vulnerabilidad: endeudamiento, estafas, dependencia del crédito informal y, sobre todo, una sensación permanente de incertidumbre.

Curiosamente, este analfabetismo económico es el que más se disimula. Nadie quiere admitir que no entiende su tarjeta de crédito. Y así, se alimenta un ciclo perfecto: ciudadanos desinformados que toman malas decisiones y luego culpan al sistema financiero, sin entenderlo.

El nuevo triángulo de la ignorancia

Estos cuatro analfabetismos —en salud, ciencia, ciudadanía y economía— no son independientes. Se refuerzan entre sí, creando una tormenta perfecta. Quien no entiende de salud, cree en pseudociencias. Quien no entiende de ciencia, desconfía del Estado. Quien no entiende de economía, culpa al azar. Y quien no entiende de ciudadanía, legitima su propia impotencia.

La ignorancia, como la pobreza, es estructural. No se soluciona con un curso online, sino con una cultura del pensamiento crítico.

 

Saber inútil, progreso imposible

Tenemos más títulos, pero menos juicio. Sabemos de influencers, pero no de instituciones. Entendemos algoritmos, pero no democracias. Y esa combinación es explosiva.

El conocimiento sin criterio es ruido; la educación sin pensamiento es trámite. Cuando una sociedad acumula datos, pero no reflexión, se vuelve predecible, manipulable y fácil de gobernar.

El peligro no es no saber; es creer que ya sabemos todo.

¿Qué tipo de alfabetización necesitamos?

No una que enseñe a repetir, sino a cuestionar. No una que adore la tecnología, sino que la entienda. No una que produzca empleados obedientes, sino ciudadanos capaces.

Necesitamos una alfabetización integral, como la que propondría Mokyr: una cultura que valore el conocimiento útil, la crítica, la evidencia y el error como parte del aprendizaje.

El nuevo analfabeto

El nuevo analfabeto no es quien no puede leer, sino quien no puede discernir. No el que carece de información, sino el que no distingue entre información y ruido. En la era de la inteligencia artificial, la ignorancia ya no es falta de acceso, sino falta de criterio. Porque toda economía, toda democracia y toda ciencia empiezan en lo mismo: una mente capaz de entender lo que lee.

 

Autor:

Roberto Polanco – Carrasco. Editor Científico

Cuadernos de Neuropsicología / Panamerican Journal of Neuropsychology

Linkedin:

https://www.linkedin.com/in/roberto-polanco-carrasco-0a553218/

 

Referencias

  • Mokyr, J. (2016). A Culture of Growth: The Origins of the Modern Economy. Princeton University Press.
  • Macrotrends (2024). Latin America & Caribbean Literacy Rate.
  • BMC Public Health (2024). The low health literacy in Latin America and the Caribbean: a systematic review and meta-analysis.
  • FAPESP (2022). Public knowledge of science in Latin America remains dramatically limited.
  • OECD (2024). Latin American Economic Outlook 2024.
  • CAF (2023). Financial Capability Survey.
  • UNESCO (2023). Informe Mundial de la Educación 2023.

 

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