Los suscritos, en otra oportunidad, se refirieron al inagotable tema de la vida interna de los partidos políticos[i]. Ya consignaron Giovanni Sartori y Maurice Duverger, la complejidad y desafío que ello comporta. También se acerca a esa reflexión desde una perspectiva marxista Antonio Gramsci, relevando la idea de hegemonía política y cultural siendo esta última, la estratégica. Lo cierto, es que, en una u otra corriente del pensamiento general en materia de partidos políticos, estas organizaciones humanas (instrumentos) como otras en general, están compuestas por corrientes de opinión, perspectivas de análisis y de acción siguiente.
Regularmente, estas corrientes internas de los partidos políticos se corporizan en liderazgos, los cuales tienen largo o corto alcance, en función de sus permanencias en las mismas, perseverancia en mantenerse en la cosa pública, éxitos o fracasos políticos partidarios internos, mística o identidad por trayectoria, entre otros aspectos. Lo claro es que su rol es influir en las decisiones colectivas desde espacios donde se construye opinión política y consensos.
De igual forma, se corporizan en las bancadas congresales, en las de los gobiernos regionales y comunales e inclusive en el aparato de cualquier Estado, complejizando en más de una oportunidad la decisión política en cada una de estas coberturas. Inclusive, la vigencia de un partido político concreto.
Nuestro sistema de partidos políticos, determinado por una ley de partidos, por una ley electoral (en sus distintas escalas), por una ley de financiamiento público en un contexto de individualización de la política (pyme-partido, se le ha consignado), han logrado, estudio de opinión, tras estudio de opinión, unas de las menores valoraciones en la percepción ciudadana, tras actos reñidos con la ética y moral, siendo icónicas algunas corrupciones de connotación nacional, entre otras. Sin embargo, lo más preocupante de tal situación, es aquella percepción ciudadana de que los partidos políticos no contribuyen a resolver las problemáticas sociales – territoriales de las comunidades, lo que decanta en la ciudadanía, dinamitando, inclusive, la valoración por la democracia.
Como de costumbre, los sistemas políticos y de partidos en particular, se encuentran influenciados por fenómenos del mismo cuño, pero internacional (corrupción, fragmentación y polarización). Así, esta idea de polarización que se relativiza con las últimas elecciones subnacionales, acompañadas con un proyecto de ley que busca más exigencias de entrada para constituir y mantener partidos elección tras elección congresal (quien no logre el 5% de los votos en las última elección de diputada/os o no logren la/os diputada/os por regiones necesarios, pierden la calidad de tal, más la pérdida de escaño, si es que se renuncia al partido que los presentó a la elección); podría ayudar a contener los planteamientos consignados por Javier Milei y otros exponentes internacionales, que en el caso chileno tendrían asidero en Partidos como el Republicano o, el recientemente formalizado Nacional Libertario liderado por Johannes Kaiser. Estos, desde sus consignas refutan, agresiva y determinantemente, avances positivos para las mayorías chilenas, como son, por ejemplo, los dificultosos acuerdos en pensiones, entre otros, sin mediar propuestas que gocen de credibilidad, factibilidad y fortalecimiento democrático (es sintomática la agresividad hacia los logros progresistas de izquierda).
En la coyuntura política chilena, el surgimiento de ambos referentes, no es seriamente advertido por los partidos de Derecha y, tampoco por los de Centro-Izquierda. Los primeros han hecho gestos que buscan acercar sus banderas a esas posiciones, radicalizando un discurso hacia un electorado necesitado de respuestas en el corto plazo, respecto de problemas que tienen su origen, más allá de su manzana. Y por el otro lado (Izquierda), se observa una fragmentación de partidos, que tiene un eco profundo en la deliberación diaria del Congreso, presentándose polarizada (aunque relativizada por lo antes dicho), esperándose de ellos coherencia en la defensa y construcción de un sistema de pensiones que asegure dignidad a los/as jubilados/as.
El mensaje llega directamente desde la expresidenta Michelle Bachelet[ii]… “Tengo la convicción de que unidos podemos vencer”, requiriéndose unidad en las ideas y las conductas, siendo ahí estratégico el comportamiento de los sectores internos partidarios que ganarán la batalla de la unidad o el interés propio, pero también funcional a la relación entre partidos políticos. La unidad interna permite coherencia en el acuerdo entre partidos, mientras que la NO UNIDAD INTERNA, en más de una oportunidad compromete la coherencia en el acuerdo entre partidos.
Ciertamente, el tema permite debate, mientras, una ciudadanía “atenta”, observa lo lento del quehacer congresal y partidos políticos asociados (sin detenerse en quien es el culpable o porqué obstaculizan el avance) y es permeada por los nuevos discursos libertarios.
Importante es indicar y reconocer que en la vida interna de los partidos políticos, sus diversas corrientes de opinión, con sus liderazgos, debiesen batallar contra las fragmentaciones generales del sistema de partido y político en general (más el descredito asociado), teniendo la profundidad estratégica para el diseño de los mejores acuerdos y plataformas, funcional a las acciones que permitan una mejor política desde los partidos, y de ahí proyectados en el Congreso Nacional, en el Consejo Regional y Municipal y hasta en el aparato del Estado, cuando corresponda. Ello permite fortalecimiento democrático y mejores posibilidades de satisfacción de necesidades de las familias y comunidades en los territorios de las compleja y desafiante tricontinantalidad del país, la patria y la república, en un marco de respeto, tolerancia genuina y fraternidad que permita el esquivo “nuevo consenso vinculante”[iii].
[i] Garcia, H.; Orellana, J (2022) La responsabilidad colectivo-social de los partidos políticos vs. ¿particularismos políticos?
[ii] Bachelet, Michelle (2025) Primero ideas y unidad ver en https://elpais.com/chile/2025-01-26/primero-ideas-y-unidad.html
[iii] Ver en Zúñiga, P (2024) en Consenso vinculante y territorio: aproximaciones preliminares, capítulo contenido en Relaciones espaciales de poder: desde los consensos vinculantes a la descentralización, ed por Instituto de geografía de la Pontifica Universidad Católica de Chile
Hernán García Moresco, Magister© Ingeniería Informática USACH. Diplomado en Big Data Universidad Católica. Diplomado en Ciencias Políticas y Administración Pública. Universidad de Chile. Licenciado en Educación en Matemática y Computación USACH
José Orellana Yáñez, Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Integrante del Centro para el Desarrollo Comunal Padre Hurtado.